Por: Sylvia Garfias
Mucho se ha dicho, mucho se escribe; en las últimas semanas los titulares de prácticamente todos los medios nacionales han sido destinados al caso de 43 normalistas “desaparecidos” en el municipio de Iguala, Guerrero.
Versiones no oficiales señalan que el fin del trayecto no era la manifestación anual por el 2 de octubre en la ciudad de México, sino la protesta que realizarían por las acciones de la “Primera Dama” de aquel municipio, cuyo alcalde hoy es noticia.
Hace unos días tuve la oportunidad de ver La Dictadura Perfecta, que para algunos es una “exageración” de la vida política y mediática en México, y que sin embargo, las extrañas coincidencias con lo ocurrido en este país, dejan sesgo de que la realidad supera dicha producción cinematográfica.
Como diputada de oposición, he observado las formas y modo de las administraciones estatal y federal en cuanto al manejo de la información, he insistido en la presión que se ejerce desde la “nómina” gubernamental para enaltecer al virrey y prácticamente esconder cualquier crítica. Política de tolerancia cero es la LEY.
No es noticia, ha transcurrido más de un mes desde la desaparición de estos estudiantes. En todo el país ha habido manifestaciones para demostrar solidaridad a través de flash mobs, marchas, altares, paros y otra serie de acontecimientos.
Aguascalientes no se ha visto exento de este acontecimiento. Desde la semana pasada, se ha visto a alumnos de diferentes escuelas -como la UAA, CRENA, preparatorias, etc- que se valieron del derecho de libertad de expresión para manifestar sus demandas.
Si bien se puede decir que los últimos sucesos ocurridos en materia de educación superior y media superior se han desatado porque “por el aire se transmite el aura de defensa y no se quiere un Guerrero aquí”, los alumnos buscaron una forma de manifestar su inconformidad y dar solución a los problemas que no sólo los aquejan a ellos, sino a todo un pueblo.
El domingo por la noche los alumnos de la Escuela Normal Superior del Estado de Aguascalientes acudieron a su respectivo plantel alrededor de las 20 horas con 19 minutos con pancartas y mantas con leyendas como “pueblo unido, gobierno hundido”.
“¿Qué puede cosechar un país que siembra muertos?”, “vivos se los llevaron, vivos los queremos.” Acompañados de porras y veladoras que aluzaban su camino. Han estado ahí lunes, martes y miércoles, haciendo pase de lista de los 43 estudiantes, sin permitirles la entrada a personas ajenas a la institución.
Hay quienes con el objetivo de ayudar les llevan alimentos y bebidas, pero cabe decir que ellos lo que más buscan es apoyo moral. Que despierte una sociedad ante el régimen de la DICTADURA PERFECTA.
En el relato de los hechos, la pelotita de la información ha pasado entre estudiantes y autoridades, autoridades y estudiantes dejando a un lado a un tercer personaje que también tiene un papel principal: los maestros.
Es interesante y curioso que no se haya recurrido a ellos para conocer su opinión; empero, es preciso señalar que puede tratarse de un acto reflejo del famoso dicho “divide y vencerás”, pues el paro estudiantil es un movimiento propio -como el nombre lo dice- de los estudiantes, mientras que los maestros están sumergidos en el tema de la reforma educativa, pero ambos temas, competen a los dos grupos.
Soy madre de familia, tal vez en algunos años, alguno de mis hijos decida estudiar ésta o cualquier otra carrera, siempre defenderé su derecho a la libre expresión de sus ideas y convicciones y sinceramente, aunque parece lejano #Ayotzinapa está más cerca, en el corazón de cada madre, de cada padre, que hoy sufren por la incertidumbre de saber lo que vivieron o sufrieron sus hijos en las últimas horas, por saber si aún están con vida, y al menos tener el consuelo de que su muerte no fue tan dolora y brutal como se narra en los hechos de la política de este país gobernada por el PRI, un partido que en el gobierno es la auténtica DICTADURA PERFECTA.




