La principal responsabilidad del Estado es la de garantizar la seguridad y el bienestar de los ciudadanos para que éstos puedan ejercer sus derechos y gozar de sus libertades. Desafortunadamente en nuestro país el Estado es cada día más débil e incapaz de cumplir con esta razón primordial. El gobierno, que debiera ser emanado de un pueblo libre, tienen su origen, mayoritariamente, en la compra del voto, la coacción y el clientelismo; esto que pareciera un tema meramente electoral, es un tema fundamental, ya que este fenómeno es definitorio en el comportamiento autoritario de las autoridades.
El compromiso de los gobernantes ya no es con los ciudadanos que debieran haberle otorgado el voto libremente para ser sus mandatarios, su compromiso es con los poderes fácticos que les proporcionan los recursos para comprar la voluntad de un pueblo con hambre, con ignorancia y con miedo.
Los gobiernos (federal, estatales y municipales) están a merced de sus patrocinadores, los grandes capitales, las corporaciones y los grupos armados. El voto que no es emitido razonada y libremente en las urnas, no otorga todo el poder que el estado requiere y surgen vacíos de poder que, obedeciendo al principio ecológico de que “Todo nicho desocupado se ocupa”, son llenados de inmediato por quienes tienen sus propios intereses, ajenos a los de la nación.
Con todo lo anterior se forma un caldo en donde se nutre la violencia, descompone las instituciones y fomenta el autoritarismo día a día en nuestro México.
Como muestra tenemos el caso de Tlatlaya, en el estado de México; en donde 22 civiles murieron en un enfrentamiento con el ejército y el caso Iguala, en el estado de Guerrero; en donde desaparecieron 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa.
Somos el foco de la atención mundial por estos hechos de autoritarismo y violencia, hay una condena internacional por estos casos; el pasado día 10, la oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de Naciones Unidas en un comunicado mencionó: “Durante años hemos identificado la impunidad que prevalece en México en casos de desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y torturas”: es una vergüenza que destaquemos en el mundo por estos actos de barbarie.
Solamente la participación ciudadana valiente y decidida será la que nos pueda librar de esta situación tan alarmante.
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