- Inicia la Mesa de Reflexión Plural por Aguascalientes
- Los indicadores del progreso fue el primer tema a discutirse
Se llevó a cabo la primera reunión de la Mesa de Reflexión Plural por Aguascalientes en las instalaciones de la Universidad del Valle de México, un ejercicio a través del cual se busca discutir los temas más importantes de la actualidad, sin ninguna intención que la de aportar distintos puntos de vista.
En la presentación se conformó un panel de discusión en torno al tema Indicadores del Progreso, en el cual participaron Saúl Alejandro Flores, Noé García Gómez, Jesús Medina Olivares y Ricardo Rodríguez Vargas; fungió como moderador Gilberto Carlos Ornelas, exdiputado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), quien explicó que muchos temas de gran seriedad para la opinión pública, la sociedad y el estado muchas veces son abordados con superficialidad e inclusive con frivolidad por parte de distintos tanto políticos como no políticos, por lo que varios ciudadanos se propusieron el hacer un aporte al debate de estas ideas, que obligara a la reflexión de una forma más profunda.
Es por eso que se conformó un equipo sin intereses políticos, cuyo objetivo no es dar línea a nadie, que no representa gobierno o candidato alguno, para realizar reflexiones serias y profundas y que sean los ciudadanos quienes saquen sus conclusiones.
Se decidió que mes con mes habrá una mesa de discusión, aunque en esta primera reunión se optó por un panel, se trabajará con una propuesta central a debatir, en esta ocasión se habló de cómo medir el progreso, esta palabra que “está en la vida diaria de Aguascalientes y del país”.
El Progreso en la historia
Comenzó Saúl Alejandro Flores, licenciado en Derecho y actual vicerrector académico de la Universidad de Las Américas, cuya ponencia fue una introducción y un marco general del progreso, “dentro de la historia el progreso económico más reciente se puede observar durante la Revolución Industrial”.
Fue en 1775 que se da una transformación económica y de otros movimientos como la revolución americana y la francesa; éstos fueron de carácter social al ir en contra el sistema monárquico, asimismo la idea de la revolución se extendió a conceptos e ideas como los tomados por Lucas Alamán, en México para lograr el desarrollo económico.
A finales del siglo 19 nos encontramos con Gabino Barreda, un personaje importante para la historia con la frase de Amor, Orden y Progreso, que se convirtió en el lema de la escuela nacional preparatoria, para después transformarse en Orden y Progreso símbolo del porfiriato una época de grandes desarrollos tecnológicos y económicos, pero en donde entra la primera duda, ya que el orden y el progreso no fue un referente de bienestar social, sino todo lo contrario, “cuando nos dejamos seducir por la palabra progreso se deja de lado el lado social”.
Aparece 60 años después del porfiriato el gobierno de Miguel Alemán, en donde el progreso se va vendiendo como un proyecto de industrialización y que ayudó a la consolidación de diversos gobiernos priistas.
Es indudable que para medir el progreso, cualquier tipo de actividad es necesaria para obtener resultados, pero hay que tener bien claro lo que es, ¿es un eslogan de campaña? O sólo se necesitan indicadores -que pueden ser muchos-, pero lamentablemente en todos los programas sociales se mide más el número de instalaciones e infraestructura que los resultados.
No es tan sencillo medir en México, porque tiene cuatro caras de la historia: de la modernidad, empresarios que se quedaron en la revolución industrial; los marcados por el oscurantismo, anclados al pensamiento mágico religioso y los que están en la edad de piedra, es decir sin acceso a la tecnología.
El hablar de gobiernos o ciudadanos progresistas nos referimos a los que buscan una equidad, igualdad social y desarrollo para los grupos marginados, por eso debemos decir que no hemos tenido como tal en el país, aunque los 70 años que gobernó del PRI se asemejan un poco.
A las industrias y a los políticos sólo les importa el aquí y el ahora, pero mientras no haya una participación ciudadana determinante que no sea como se dijo en el periódico El País, “que el ciudadano prefiere que su participación sólo sea salir a votar”, estamos perdidos y no está garantizado el progreso.
La economía y el progreso
Durante la intervención de Jesús Medina Olivares, dirigente estatal del Partido del Trabajo (PT), habló de la economía de la población como forma de medir el progreso, “de las formas tradicionales de concebir el nivel de vida de las personas generalmente centran su atención en los activos que tienen, los ingresos que perciben y los gastos que realizan”, los tipos de capital físico y financiero tienen un uso productivo, los cuales a su vez permiten un consumo de bienes y servicios, por lo que al final del día es típico que el bienestar se identifique con lo que se tiene.
¿Existe una correspondencia entre el desempeño económico con el progreso social? ¿Los indicadores generalmente utilizados reflejan la calidad de vida y de las personas? Hay que considerar que las estadísticas son herramientas útiles para conocer datos de las tendencias económicas y sociales; para la toma de decisiones, pero hay que admitir que son terreno fértil para desprender varias explicaciones razonables, y analizar otras ópticas de un mismo hecho: las estadísticas pueden dar mucho más de lo que ven los ojos.
“Hemos contemplado que una sociedad joven está cada vez más preparada, pero tienen empleos que se tardan de seis a doce meses que no responde a la profesión que han estudiado, entonces ¿en dónde está el problema?”, tal vez es estructural, de falta de vinculación de las universidades al sector privado… la educación ha dejado de ser el centro de movilidad social, por ello, ese tipo de temas deben ser medidos para hacer diagnósticos realistas y tomar decisiones fundamentales en políticas públicas para abordarse de la mejor manera posible.
Hoy, los informes de los gobernantes se limitan a la presentación de resultados, en su mayoría indicadores cuantitativos en lugar de ser cualitativos, no prestan atención a los procesos, por lo que resulta fundamental desmitificar el concepto de progreso, el progreso cuantitativo de la economía no viene acompañado de bienestar.
Es por eso que el propósito de los indicadores del progreso debería ser el fortalecer la metodología para dar un diagnóstico más certero… el progreso debe dejar de ser palabra, para que las políticas públicas puedan medirse de forma objetiva.
Progreso para todos
La participación de Noé García Gómez, licenciado en Ciencia Política y expresidente estatal del PRD, quien se denominó como alguien progresista, fue en el sentido de que el progreso es el avance en toda acción iniciada, por lo que se centró en hacer un ejercicio de comparación de los compromisos que asumió el gobernador Carlos Lozano de la Torre durante la toma de posesión.
Entre los que mencionó: La generación de 14 mil empleos anuales, permanentes y bien remunerados; la instalación de industrias en el corredor Peñuelas-Cosío; la construcción de parques industriales y centros de abasto en varios municipios; el impulsar un ferropuerto y un transporte multimodal; el rediseño del sistema estatal de salud y la instalación de módulos de salud rurales; lo que Lozano de la Torre no incluyó dentro de su discurso fue la transparencia, la democracia y el lograr la separación de poderes.
El progreso y las personas
Ricardo Rodríguez Vargas, profesor de economía y colaborador de revistas como la del Colegio de México (Colmex) o del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), nos habló de la forma en que entidades como el Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (Coneval) ha cambiado la forma de medir la pobreza, por citar un ejemplo.
Coneval dice: antes la pobreza se medía conforme al ingreso en los hogares, al dividir el ingreso laboral entre el número de personas, ahora, no nada más es esto sino que se mide el que tenga carencias como acceso a salud, espacios de vivienda, alimentación, es decir, “para ser pobre no hace falta tener poco ingreso sino el tener ciertas carencias”.
De ahí la importancia de que las personas tengan derecho no nada más a percibir un ingreso, porque ¿Qué es progresar al final del día? Para medir el progreso la literatura económica utiliza indicadores objetivos como índice de mortalidad, que es algo tangible e indicadores subjetivos: cómo valora la persona su vida, si es feliz, se siente humillado, eso es lo que es importante en una persona.
Aristóteles decía que el progreso eran los bienes del espíritu, en términos filosóficos, alguien más se refirió al concepto de hedonismo al explicar que “el progreso es lo que me causa satisfacción y alegría”, por lo que la mayoría de las personas consideran el enfoque de que si tienes más dinero eres feliz; esta visión cambió un poco al llegar el Premio Nobel de Economía en 1978, Herbert Alexander Simon, quien dijo que el progreso es un enfoque de capacidades, no nada más de el dinero con el que se cuenta, sino el hecho de cómo se sienten.
Sin embargo, queda la pregunta de cómo resolver la pobreza, porque al fin y al cabo es algo que padecen todas las ciudades, a lo que el Banco Mundial dio una respuesta muy simple: aumentando el ingreso; en el caso de Aguascalientes, en comparación con otros estados, la infraestructura y los servicios con los que cuenta, consideró Rodríguez Vargas, son buenos, por lo que el problema del progreso no son los servicios, sino el ingreso laboral.
