En los países de la OCDE, la brecha entre un extremo -el más rico- y el otro -el más pobre- es de 9.5 veces, otras economías con un diferencial amplio son Chile, con 26.5 veces; Estados Unidos, 15.9; Turquía, 15.1, e Israel, 13.6. Los países con la brecha más reducida son Islandia, con 5.3 veces; Eslovenia, también con 5.3; Dinamarca, igual con 5.3 y Noruega con 6.
La OCDE es un organismo con sede en París, que se ha dado a la tarea de informar sobre la inequidad en la distribución del ingreso, y si ésta se está incrementando. De hecho, la inequidad creció más en el primer trienio de la pasada crisis internacional que en los 12 años previos.
México mantiene una elevada desigualdad en la distribución del ingreso. De acuerdo con el informe de la OCDE, 20.4% de los mexicanos vive con menos de 50% del ingreso medio nacional, mientras que el promedio de la Organización es de 11.1%. La pobreza se concentra en la población adulta, pues 29.1% de los mexicanos de 76 años y más es pobre, casi el doble del promedio del organismo en ese grupo de edad (14.8%).
De los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es el que tiene la mayor desigualdad en la distribución del ingreso. Según su reporte más reciente sobre desigualdad y pobreza, en nuestro país la diferencia entre el ingreso de 10% de las familias más ricas y 10% de los hogares más pobres fue de 28.5 veces. El estudio se refiere a ingresos después de impuestos y transferencias ajustados por la diferencia en el tamaño del hogar.
Aparte, pero en el mismo sentido, la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, afirmó que la ‘iniquidad de ingresos’ en el mundo se agravó, pues 0.5% de la población global concentra alrededor de 35% de la riqueza. Según la jefa del FMI, en algunos países como Canadá, Sudáfrica, el Reino Unido y Estados Unidos, la desigualdad se disparó en los últimos 25 años.
El reporte de la OCDE evidencia que en México prevalece una acentuada desigualdad en la distribución del ingreso, pese a la menor concentración de la riqueza, medida con el coeficiente de Gini.
Según el organismo, la desigualdad en la distribución del ingreso, medida con ese coeficiente, pasó de 0.475 en 2008 a 0.466 en 2010. En los 34 países de la OCDE, el coeficiente de Gini pasó de 0.314 a 0.316 en igual periodo. Este indicador es una medida de la concentración del ingreso, que toma valores entre cero y uno. Cuando el valor del Gini se acerca a uno -la extrema desigualdad- indica que hay mayor concentración del ingreso. En cambio, cuando se acerca a cero -la perfecta equidad- la concentración del ingreso es menor. Las cosas no han mejorado en el último lustro.
Durante el mismo lapso medido 2008-2010 Aguascalientes pasó del 0.478 al 0.471 prácticamente igual, y se están considerando a la alza, los programas asistenciales y los empleos generados con inversión extranjera directa, que suponen un mejor salario que la de las empresas locales.
La concentración del ingreso en el décimo decil o de mayores rentas es impresionante y el 40 por ciento de la población (clase A/B, C+ y C) obtiene el 75% de los recursos, esto significa que el sesenta por ciento restante debe arreglárselas con 25 centavos de cada peso, incluso el decil de menores ingresos debe sobrevivir con un centavo de cada peso, y qué haría sin los subsidios, y no es ocioso preguntar, si es que los recibe.
Índice de Gini para Aguascalientes y sus modificaciones 2008-2010
Fuente: Elaboración propia con datos del módulo de condiciones Socioeconómicas de la ENIGH 2010
La encuestadora María de las Heras decía que habría que desconfiar más de las medidas de tendencia central y reparar más en las medidas de dispersión, es decir, dejar los promedios para ver los índices como el de Gini que estamos analizando. De no ser así pensaríamos que el promedio de ingreso de los hogares en Aguascalientes asciende a 42 mil 184 pesos cuando tenemos promedios, según el decil, de 5 mil hasta de 157 mil.
Fuente: Banco Mundial Gini Index 2014 datos.bancomundial.org/indicador/SI.POV.GINI/countries?display=ma
A lo largo de los últimos 50 años se han instrumentado diferentes estrategias de desarrollo económico y no ha habido cambios significativos en materia de justicia distributiva. Los números hacen palpable una enorme desigualdad: la décima parte de los hogares de la población sólo contribuye con el 1.6 % del ingreso total nacional y en forma acumulada, el 70% de la población registra un índice de participación inferior al que registra el decil con más altos ingresos: 36% contra 37% en 2010.
Con independencia de que algunos estudiosos estiman que el índice Gini es mayor a los estimados oficialmente, en algunos casos lo sitúan cercano al 0.65 con lo cual la brecha de la desigualdad sería todavía más amplia, se deben de tomar en cuenta que se ha registrado una redistribución del ingreso, debido a que el decil de hogares más favorecido, ha reducido su participación en el ingreso nacional, al pasar de 41.9% en 2000 a 37% en 2010.
Sin embargo. esto resulta cuestionable, dentro de este decil se encuentran estratos medios o altos, entre ellos, empresarios y profesionistas que perciben ingresos por cuenta propia o como asalariados de los sectores público o privado, quienes se han visto afectados por políticas fiscales, contratación por outsourcing, reducción de subsidios y prestaciones laborales. En fin, por una serie de bajas sensibles en las compensaciones laborales (antes en ascenso).
Lo anterior puede ser ocasionado porque al interior del propio decil de mayores ingresos (dividiendo por percentiles por ejemplo) apreciemos también una dramática desigualdad, por encontrarse en ella peces junto con ballenas. Bajo estas circunstancias, la disminución en el ingreso nacional del estrato de la población con mayores ingresos no es resultado de una política de estado orientada a alcanzar una mayor igualdad en el nivel de ingresos; más bien es consecuencia de estrategias relacionadas con el equilibrio fiscal.
Se coincide que en nuestro país impera una realidad irritante, que se puede resumir en que se siguen abriendo las brechas entre la población, dejando sin posibilidad el establecer un tejido social fuerte, sano y operante. CONEVAL señala que el 73.8% de la población, es decir, 86.6 millones de mexicanos presenta una o más carencias sociales (educación, salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos en la vivienda y alimentación).La misma fuente informa que 27 millones de estos mexicanos padecen hambre.
Se pueden señalar más datos duros, pero estas cifras son suficientes para hacer palpable nuestra grave desigualdad social y cómo hemos venido desarrollando una gran permisividad para tolerarla. El índice de Gini nos ayuda para saber si vamos avanzando o no en materia de inequidad, este fenómeno de injusticia tan endémico de nuestros pueblos y tan evitable a la vez. La desigualdad no debe ser permitida y debe ser severamente combatida.




