- Desde agosto el inmueble está en abandono y ha sido tomado por grupos de jóvenes drogadictos
- El delegado de la Insurgentes se lava las manos y pide al IEA que tome cartas en el asunto
Itzel Acero
Como efecto de las adecuaciones por la Reforma Educativa, la Escuela Primaria Enrique Martínez Monroy, ubicada entre la calle Soberana Convención y José Rincón Gallardo de la colonia Insurgentes, fue deshabilitada a partir del mes de agosto del presente año cuando inició el nuevo ciclo escolar; a tres meses de abandono, el inmueble se ha convertido en un espacio para la delincuencia, la drogadicción y afectación a la integridad de los vecinos.
Desde que desapareció el servicio en esta escuela, el IEA envió a los niños a instituciones de La Barranca, pero para el mes de septiembre la coordinación educativa solicitó a la delegación Insurgentes, un espacio tipo salón en la calle San Juan Bosco “porque ya no cupieron los niños en las escuelas”, lo cual, para el delegado, es algo irónico que no tengan espacio, si cuentan con toda una escuela abandonada.
Los vecinos de ambas calles se quejaron con el delegado, pues señalan que por las noches grupos de jóvenes de entre 25 y 30 años se meten al inmueble con fines de drogadicción y actos sexuales, “ahí están las pruebas, está llena de condones, pastillas sicotrópicas, jeringas, botellas y bolsas con restos de resistol amarillo y thinner (inhalantes), latas de cerveza, botellas de vino, hasta botellitas de alcohol del 96”.
El inmueble se ha convertido en un foco rojo de violencia y delincuencia para la colonia, pues según el delegado, las últimas evaluaciones de seguridad pública enviadas, los índices de delincuencia en La Barranca han disminuido considerablemente, por lo que temen que con el abandono de la escuela, los delitos vuelvan a repuntar.
Quienes se filtran a la escuela son jóvenes y adultos que tienen años en las drogas y en la delincuencia, grupos ya ubicados por la delegación y Seguridad Pública; los vecinos temen que sus niños y jóvenes caigan en el mismo juego que ellos y que a sus jovencitas les lleguen a faltar al respeto.
Las paredes de los salones están con grafiti y dibujos obscenos, los canceles de la entrada han sido desoldados, la malla ciclónica que cubría el muro trasero fue robada, los vidrios de los salones están rotos y algunas aulas con restos de material didáctico muestran un alto grado de deterioro, llenas de basura y orines; los que aún cuentan con pizarrones, tienen escritos frases con groserías e insignias de grupos de barrios; los sanitarios son los únicos que se encuentran intactos pues el cancel no ha sido intervenido.
Hasta la fecha, la delegación tiene estadísticas “favorables” en materia de detenciones, la delincuencia está encapsulada en ciertas calles de la Insurgentes, específicamente en la calle Abraham González, que confluye con varias esquinas de otras calles así como la calle Soberana Convención Poniente y la José Rincón Gallardo; todas son por faltas administrativas o por delitos del fuero común, en la calle Abraham González se tiene un promedio mensual de 30 detenidos contra tres en otras calles de la misma colonia; mientras que en la Soberana Convención son diez detenidos por mes aproximadamente. Además, a un costado de la escuela hay una cancha de futbol de tierra y cuando se les vuela la pelota los niños se meten sin considerar el riesgo para ellos, ya que en muchos de los casos los vándalos ocupan el inmueble para drogarse o tener relaciones sexuales desde tempranas horas.
El delegado David Romo se lava las manos y pide al IEA que tome cartas en el asunto, que comience a reparar el daño a la estructura física y social, “no queremos que después de tanto esfuerzo para disminuir la delincuencia en la delegación, esto se nos salga de las manos y tengamos delitos más graves como violaciones sexuales o hasta homicidios”. Lo más que ha hecho el funcionario municipal es emitir un oficio al Instituto de Educación informándoles de la situación deplorable en la que se encuentra el inmueble, solicitando apoyo para convertir el espacio en una zona de recreación o deportiva, “es preferible que la utilicen para prevenir el delito o para los adultos mayores, a que siga siendo un escondite de vándalos”.
La propuesta de los habitantes es que la escuela sea convertida en un centro de recreación o deportivo, algún parque o un Centro de Desarrollo Comunitario, “pues si ya está todo, que lo aprovechemos nosotros y nuestros hijos para bien, no para que se conviertan en vagos drogadictos y delincuentes”, indicó una de las vecinas.
