Claudio Naranjo es en este momento la máxima autoridad mundial en sicoterapia. A sus 84 años es uno de los pocos santones vivos que ha predicado desde los modelos clásicos de la Gestalt, hasta la transpersonal que incluye el budismo y el consumo de derivados de plantas con efectos estimulantes como la Ayahuasca. Ha escrito una larga lista de libros exitosos y continúa siendo un conferencista hiperactivo. En la visita que hizo a nuestra ciudad, en junio del 2014, cuando acudió a recibir el doctorado Honoris Causa que le otorgó Universidad la Concordia, disertó sobre uno de sus temas favoritos, el modelo patriarcal. En pocas palabras esto significa el eterno machismo.
Las sociedades antiguas, que vivían a base de combatir a sus vecinos y hasta sus lejanos, tenían como eje de su estructura social el predominio del varón. Eran pueblos guerreros donde los hombres combatían y las mujeres parían a los hijos, los cuidaban, mantenían el orden doméstico y esperaban ansiosas el regreso de los maridos. Y se alegraban enormemente de que volviese entero. Se dedicaban a cuidarlo, curarlo y mimarlo. Sólo que la era de los pueblos guerreros terminó pero la situación hombre/mujer siguió igual. El machismo tiene patente mundial. A nivel internacional continúan los gobiernos bajo el rigor del sistema patriarcal, donde un hombre es el que manda, tenga o no razón, continúa la herencia del poder de tipo monárquico. Esto lo vemos incluso en nuestro país donde los hijos de los gobernantes siguen el sendero de sus políticos padres. Incluso cuando una mujer llega al poder, sea como presidente municipal o gobernadora, tiene que sacrificar su rol femenino y virilizarse conductualmente para poder ejercer el puesto. Sin embargo, donde se ve con mayor dramatismo, afirma Naranjo, es en la educación y en la familia. No importa que las mujeres ya tengan su profesión, ejerzan y sean económicamente muy productivas, ya que una vez que pasan la puerta del hogar siguen siendo amas de casa. Las leyes que protegen a las mujeres están muy bien escritas y pésimamente aplicadas. De poco sirven, cuando no existen los instrumentos para aplicarlas.
En Aguascalientes si un hombre abandona a su mujer e hijos para irse a vivir con otra, no hay poder humano que lo obligue a pagar la manutención de la familia que abandonó. Si se va a trabajar a Estados Unidos y se olvida de su esposa y su prole, tampoco hay manera de atraerlo y obligarlo a cumplir. Cuando una mujer se cansa de recibir golpes y demanda al marido, tiene muy pocas posibilidades de ser escuchada, que se compruebe el delito y que el hombre vaya a la cárcel. Y cuando esto llega a suceder, la mujer con mucha frecuencia le concede el perdón porque se queda sin sustento, ya que el hombre no trabaja y obviamente no da para el gasto. Pero tampoco las dependencias de asistencia social, tienen implementado un sistema que las proteja, dándoles casa, alimento y abrigo, mientras el hombre cumple su condena. Entonces el violentador regresa a casa y vuelve a su costumbre de agredir, porque sabe que ya no volverá a ser denunciado. No hace falta elaborar más leyes, lo que sí se requiere es construir los instrumentos para aplicarlas.
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