En el octavo día el Señor dijo, hágase el jazz / El  banquete de los pordioseros - LJA Aguascalientes
14/10/2024

David García dedicó muchos de sus 61 años a la radio, siempre dentro de la trinchera de la radio honesta, inteligente, comprometida y cuidando mucho los contenidos. Ya no diré que específicamente en la radio cultural, aunque sabemos que fue ese su cuartel general, ya sea en las estaciones oficiales, antiguamente Radio Casa de la Cultura, después Radio Instituto Cultural y ahora Radio y Televisión de Aguascalientes. También, durante muchos años Radio Universidad fue su casa, cómo olvidar programas que David convirtió en verdadero patrimonio cultural de la radio local, producciones como La gran sesión de rock, un programa que se transmitía los domingos por las tardes y que duraba, no sé, tres o cuatro horas, era increíble. Años más tarde escuchamos La gran manzana, deleite del jazz, otra de las grandes producciones de David.

Sí, yo creo que una carrera en los medios tan comprometida y honesta como la de David García ya no puede analizarse desde la perspectiva de la radio cultural o radio comercial, radio permisionada o radio concesionada, él está más allá de estas clasificaciones, que si bien son importantes, no podemos, o mejor, no debemos, apreciar o degustar el legado de David desde esta perspectiva.

David García falleció hace tres años, el 1 de marzo de 2012, el año pasado escribí algo en este mismo medio y la verdad no pensé hacerlo este año, pero una conversación sostenida hace unos días con algunos buenos amigos con quienes comparto el inaplicable gusto por el jazz, escuchando una enorme antología de John Coltrane, uno de estos amigos dijo, no sé si para sí mismo o con el fin de compartir el comentario con nosotros: “hágase el jazz”, y después, ya abiertamente se dirigió a un servidor y me preguntó: “¿o cómo era eso que decía David García en su programa?”, antes de que yo pudiera contestar, otro de los ahí reunidos se adelantó y dijo: “En el octavo día el Señor dijo, hágase el jazz”. Aquel que preguntó primero sonrió y dijo: “sí, ése era el nombre de su programa”. Yo apenas sonreí y dije, no sé si para mis amigos, o el comentario lo hice para mí: “y el Señor vio que era bueno”. Mis amigos escucharon y aprobaron el comentario, yo le di un sorbo a mi café, y con esta bebida hice un brindis por el buen Deivid, no pude evitar una sonrisa nada más de pensar en lo que David diría si viera que brindábamos por él con una humeante taza de café.

Me sentí afortunado de que siendo yo director del área de radio de Radio y Televisión de Aguascalientes, allá por el año 2006, David García regresara a casa, casa que por cierto, ya no es, simplemente, ya no es, pero regresó después de un exilio de varios años, muchos, más de 15 o quizás un poco más. Regresó con buenas ideas, como siempre, lo primero que hizo fue ese programa: Hágase el jazz, en donde en la rúbrica de entrada del programa se escuchaba un completo desorden auditivo, el caos total, una cacofonía de proporciones gigantescas, y después la voz de David entraba en primer plano, como imponiendo el orden en medio del caos y decía ceremoniosamente: “En el octavo día el Señor dijo, hágase el jazz”, e inmediatamente después se escuchaba el tema de “Friends” de Chick Corea, el consentido, como solía referirse David al pianista de Massachussetts y entonces reinaba la armonía, el orden absoluto como consecuencia de la música y ahí justamente iniciaba el programa. Se transmitía todas las tardes, de 17:00 a 19:00 hrs. de lunes a viernes por 92.7 FM, lo recuerdo bien, porque terminando él entraba yo con mi programa de The Beatles, Desde Liverpool, espero que lo recuerdes, lo hice durante 19 años y lo disfruté inmensamente, en fin…, tengo muy presente que David siempre me decía: “te dejé el rating alto, no lo vayas a dejar caer”, y se reía a carcajadas.

David y yo trabajamos en varios proyectos juntos, el primero de ellos lo iniciamos el 5 de julio de 1985, un programa de dos horas los sábados de 10:00 a 12:00 de la noche, se llamaba “En el aire”, compartiendo el micrófono con mi buen amigo Lalo Valtierra, hubo algunos más, pero el más reciente fue uno que transmitíamos los sábados de 13:00 a 15:00 horas. por Alternativa FM 92.7 llamado Manos Libres, y con nosotros estaba José Antonio Richkarday, fue entonces que las cosas se descompusieron, yo renuncié a Radio y Televisión de Aguascalientes porque en ese organismo decidieron cambiar el oro sólido por cuentas de vidrio, sólo porque esas cuentas, extremadamente baratas, las ofreció alguien con acento extranjero, pero esa es otra historia que si la ocasión lo permite te la contaré algún día. El asunto es que muy poco tiempo después de eso fue que David murió, la verdad, cómo me dolió. Aunque no soy exactamente un mozalbete, tengo 52 años cumplidos, él es uno de los primeros grandes amigos que pierdo, quizás el primero, muy poco tiempo después, en el mes de mayo, falleció otro de mis grandes cuates, amigos desde la universidad, Juan Pablo de Ávila Amador, poeta, teatrero y excelente amigo, pero si me lo permites, ya habrá oportunidad de platicarte de él en otra ocasión, por ahora, quiero recordar aquel conjuro dictado por David como un sentencia inapelable: “En el octavo día el Señor dijo, hágase el jazz”, y sí, efectivamente, el Señor vio que el jazz era bueno.

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