Yo soy su elemento infalible, le dice Doug Stamper a Frank Underwood en algún capítulo de la segunda temporada de House of Cards. ¿Qué quiere decir eso? Es una pregunta razonable si eres una persona normal y no viste como desquiciado una serie de casi 13 horas en menos de 5 días, a la par de trabajar y tener vida social. Para ponernos en contexto, Stamper (Michael Kelly) es el asistente, segundo al mando, jefe de staff, camotón y fixer de Frank Underwood (Kevin Spacey), personaje que resulta ser un político de grandes ambiciones y [usualmente] limitado poder, dentro de una serie de Netflix llamada House of Cards.
La frase de Yo soy su elemento infalible es relevante porque, ¿Cuántos asistentes de político no dicen eso a sus patrones? ¿Cuántos no se venden así? Yo conozco a varias personas que trabajan con funcionarios públicos o candidatos que tienen que repetirse eso a diario para seguir estando en la nómina. Incluso en el sector privado. Todos son Doug Stamper. Todos lo hemos sido alguna vez para avanzar. Ir a la tintorería, preparar café, trámites telefónicos, responder correos electrónicos personales, diseñar estrategias completas para que nuestro very own, Frank U. ¿Tenemos el nivel de excelencia de Stamper? ¡Ya quisieramos!
Debido a mi trabajo de diario, que va de la convergencia perfecta entre política, periodismo y comedia, veo demasiados Stampers. En el centro de Aguascalientes abundan. Van corriendo en trajes horrendos, con zapatos incómodos, listos con el folder para el jefe. Algunos hasta son fotógrafos, redactores, reporteros, analistas, consejeros y hasta choferes. No es raro, ya que al ser varios graduados de la UAA, es natural que tengan una creencia inculcada por el grueso de los profesores; Si no saben como arreglar un motor de diesel y leer la Constitución, llegará alguien que además conozca de repostería y les ganará el trabajo. Entonces tenemos mil expertos en nada y medio hábiles para todo. Bueno, también hay uno que otro Stamper que estimo y envidio que resulta bueno para todo. Esos son los que llegan lejos. Ellos son buenos para su chamba en general (consejeros, asesores, asistentes) pero igual entienden lo que es trabajar para el jefe y hacen tareas que igual no están a su nivel intelectual o profesional. La chamba es la chamba.
Entre el tipo de Stamper más mediocre, se encuentra el tibio que no tiene ni 28 años y sus redes sociales están llenas de fotos lameculos publicadas por él mismo, donde convergen y departen con el jefe. Todo su Facebook es así. Que la comida, que la foto donde están en la reunión, que abrazando a la ruquita. Son correctísimos, lenguaje cuidado, cabello engelado. Su juventud oculta como un vídeo penoso cantando un hit de Ana Gabriel en el karaoke. Claro, de vez en cuando se les va la foto de “la peda, goooey” y el comentario clasista estándar, pero que no se nos olvide que son súper maderos, correctos y viven para el jefe. Ni un chiste admitido. Nada de vida personal más allá del partido. Son el elemento infalible.
No ha de estar muy lejana la razón por la que al mexicano que trabaja en medios y política le resuena tanto House of Cards vía las razones equivocadas. Es el sueño de varios ¿no? Un traje Ermenegildo Zegna a la medida, zapatito bonito, corriendo por bellos pasillos del capitolio y resolviendo los más insólitos problemas. No unas oficinas grises en Independencia, Pedro Parga, Madero o López Mateos donde no hay mucho que hacer, van en jeans Silver Plate con una Polo [ahora que ya por fin venden en Liverpool] y te pagan cuando se les da la gana.
Todos somos o hemos sido Stamper. Tengo de amigos o conocidos amigables a unos buenísimos que han llegado lejos, envidio a veces su crecimiento y chequera. Del otro 99%, hoy les falta subir otras 100 fotos borrosas, tomadas con un Blackberry Bold, de la reunión del jefe en el Zodiaco, ¿no?
@masterq