Desde la semana pasada la discusión sobre el partido de futbol el día de elecciones provocó diferentes opiniones, desde los que pensaban que la Federación de Futbol y Peña Nieto estaban aliados construyendo un complot para que la ciudadanía no fuera a votar, lo que beneficiaba al Partido Revolucionario Institucional. O los que pensaban que el pinche futbol vale madres, al cabo a nadie le gusta, o algunos más moderados, entre ellos Javier Solórzano que se pronunció a favor de la realización del partido porque considera que la ciudadanía mexicana es los suficientemente madura para separar ambas cuestiones.
Sin embargo, el día miércoles el consejo general del INE ante una solicitud expresa del PAN de solicitar cambiar la fecha del partido, se pronunció en contra y por lo menos ante esta autoridad será legal y pertinente que el partido de futbol se realice el día 7 de junio. Dentro del consejo general del INE está Ciro Murayama, economista, hombre inteligente, asesor de José Woldenberg en aquella etapa de gloria y legitimidad del IFE, sabedor de materia electoral y amante del futbol.
Woldenberg también es amante del futbol, Villoro no sólo considera el futbol una pasión, sino que es filósofo del futbol. Algunos otros como Borges y Monsiváis se manifestaron en contra del deporte de las masas, de la pintura de las canchas y de los trazos de las piernas. El dilema es viejo, antiguo, desde la cultura romana y el pan y circo del pueblo. Que para muchos en México es nuestro futbol, el distractor más grande.
Históricamente el futbol ha sido el culpable de muchas de nuestras desgracias, hace poco vi el video donde todo el Estadio Azteca le abuchea a Miguel de la Madrid en la inauguración del Mundial de México 86. La crisis económica y la guerra del peso tuvo en su principal distractor a la cebollita, su mano de Dios y el mejor gol de la historia, miles de ingleses caídos.
Para México 70 pasó algo similar, los gobiernos autoritarios de Díaz Ordaz y Echeverría encontraron en Pelé al principal distractor y borrador de la memoria del 68 y de las actitudes opresoras hacia distintos grupos como los estudiantes y jornaleros. La culpa siempre la ha tenido el futbol.
Luego en el reciente mundial de 2014, El Piojo y sus arranques, y Guillermo Ochoa y sus memes fueron suficiente pretexto para que los exagerados y radicales afirmaran que nos interesa más el #NoEraPenal que la Reforma Energética, Petrolera, Política, que la Hacendaria o que el desplome del petróleo. Las críticas no se hicieron esperar: mexicanos incultos, por eso estamos como estamos, preferimos ver a la selección que votar o ver a las Chivas que un debate.
También en el 2012 la final del futbol mexicano se cruzó con el debate presidencial, una batalla de rating entre Enrique Peña Nieto y las fotos al revés de Andrés Manuel y los hombres de las patadas y los goles. Carlos Albert, periodista reconocido, fue despedido de ESPN por pedirle a la ciudadanía que no viera la final, sino el debate presidencial y criticó de manera ardua el actuar tanto del gobierno como de la Liga Mexicana.
Parece que el futbol y la política están peleados, parece que un futbolista es incapaz de ser un ser pensante, todo el mundo cree que son animales, sin razón, tontos y que lo único que saben hacer es patear una pelota, por otro lado los “grupies” antifutbol se creen intelectuales, incapaces de ver un partido del deporte que degrada la condición humana, leyeron a Borges o a Allan Poe y no están al nivel del Chicharito o de Oribe, para ellos el futbol ciega el pensamiento.
Creo que los que estamos ciegos son los que pensamos exactamente lo anterior. El futbol no está peleado con la política y mucho menos con las elecciones y quienes así lo consideramos, subestimamos nuestra ciudadanía y nuestra capacidad humana.
El hombre polidimensional griego es el ideal humano, un hombre capaz de desarrollarse habilidades y gustos de diferentes tipos, el arte, la política, el futbol, las matemáticas entre otros. El súper hombre y el tope humano es el máximo desarrollo de estas capacidades. Futbol y política, entonces, no están disgustadas con el desarrollo humano.
Por otra parte, debemos de partir desde el punto de que votar es nuestra responsabilidad, nuestra característica adherente a nuestra ciudadanía. Es nuestra responsabilidad y debemos de ejercerla. Pero también nuestra nacionalmente reconocida afición por el futbol no debe cegarnos, debe ser una actividad recreativa que provoque diversión sin el extremo de sentir el partido, la victoria y la derrota como parte fundamental de nuestra vida, es un juego.
Las elecciones registrarán baja participación electoral y la última de las razones será el partido de México. La gente no irá a votar por el contexto nacional de desconfianza e incredulidad en los políticos, la inseguridad, la desigualdad y pocos resultados de este gobierno. El futbol es culpable de tristezas, de lágrimas para algunos pero no de distraer y desincentivar la participación de los ciudadanos.