Por Anayeli Muñoz
Aguascalientes es una ciudad con sitios emblemáticos que han sido parte importante de la historia social, uno de estos lugares es, sin duda, la Alameda. Detenerse en los libros de historia para conocer el inicio y desarrollo de esta bella zona de nuestro municipio es un ejercicio que nos hace recordar las cientos de anécdotas en las que el tren y la estación eran protagonistas.
Precisamente en la búsqueda de estas historias, me encontré con la definición que tiene el Ayuntamiento de Aguascalientes respecto al “Paseo de la Alameda” -ellos así lo nombran-: Esta hermosa y arbolada avenida decora el tramo comprendido entre la vía del ferrocarril y los Baños de Ojocaliente. Tiene una dimensión de 900 metros de largo por 64 de ancho y en su camellón se yerguen, majestuosas y firmes, cuatro hileras de álamos añosos.
Podemos destacar que el gobierno municipal, encabezado por Juan Antonio Martín del Campo, se refiere a este espacio como una zona “arbolada”, además de que subraya la majestuosidad y firmeza de las cuatro hileras de álamos. Todas y todos sabemos que para gobernar hay que saber hacer, no decir.
Desafortunadamente, el proyecto de la Alameda, en el que esta administración municipal pretende invertir 32 millones de pesos para convertirlo en un corredor “cultural y turístico”, no se está realizando bajo los procedimientos adecuados. Quienes vivimos en Aguascalientes queremos tener una mejor calidad de vida, eso se logra con el compromiso de las y los ciudadanos así como la buena administración de recursos y la visión de largo alcance en materia de planeación y protección al medio ambiente.
Aguascalientes no necesita fuentes de colores y luces que quieran encandilar. Aguascalientes requiere de políticas públicas integrales que ataquen problemáticas de fondo como es la descomposición del tejido social, la prevención de accidentes viales y promuevan la educación ambiental, entre otras. Vivir en una ciudad ornamental, de adornos navideños rentados, de paraguas copiados y de banquetas azules.
Nadie puede estar en contra de proyectos que generen empleo, que garanticen la sustentabilidad o que sean de beneficio colectivo. Luego de que el Congreso del Estado emitiera un exhorto al municipio de Aguascalientes para que detuviera el deterioro ambiental causado por las obras realizadas en la Alameda, la Secretaría de Obras Públicas respondió que “en total fueron derribados por muerte natural únicamente nueve ejemplares del total de 461 ubicados en el camellón central de la avenida Alameda”.
Sin embargo, la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (Proespa) determinó una sanción al gobierno de Juan Antonio Martín del Campo porque comenzaron sus actividades sin contar con los permisos, es decir, nadie sabe ni nadie supo si en ese periodo en el que no los supervisaban ni vigilaban se realizó la deforestación notoria a simple vista. En redes sociales la gente comenzó a denunciar la tala inmoderada de árboles, las fotografías fueron muy claras. Mientras haya personas que creen en la naturaleza y no deje que las fuentes sustituyan a los árboles, habrá motivos para recordar las historias de la Alameda.
Cierro con una frase de Martin Luther King: Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas.
Agradezco este espacio a La Jornada Aguascalientes. Desde donde me sumo con mucho compromiso a la construcción de ciudadanía, ésa que todos soñamos…




