Algunas reflexiones sobre candidatos independientes / Cinefilia con derecho - LJA Aguascalientes
21/01/2025

Una especie de headhunter ofrece a un desconocido militante demócrata la candidatura al Senado por el estado de California: “Ésta es la garantía: perderás… entonces ¿por qué te preocupas? Eres libre, no puedes ganar, di lo que se te antoje”, así comienza esta aventura de un incipiente político que lucha en contra del republicano que prácticamente tiene todas las de ganar, lo único que puede competirle es su juventud, lo fresco de sus ideas y esa posibilidad de, al estar perdido, expresarse libremente y con base en su moralidad ante sus electores. Es parte del argumento de El candidato, película de Robert Redford de 1972 que ganó el Óscar por el mejor guión original.

Es un buen ejemplo de todas las vicisitudes que se enfrentan en campaña: desde las más positivas, como el candidato buena onda, saludando, paseando en el barrio, levantando un niño, besando un anciano, compartiendo una cerveza con un joven en la playa, hasta las negativas, el estrés, los opositores, la presión de las estadísticas, los conflictos que suceden en su vida privada, hasta un mitin con apenas unas cinco personas cuando se tiene un auditorio de 300. Sobre todo trata la soledad del candidato, a pesar de estar rodeado de tantos colaboradores, está solo, es su campaña, su derrota o triunfo.

Es también modelo de todos los avatares a que se enfrenta el candidato que milita en un partido, sobretodo la lucha que se da entre ambos, ese conflicto interno que enfrenta las decisiones de la cúpula que envía ideólogos, asistentes, coordinadores de campaña, contra las decisiones del propio aspirante que, muchas de las veces, piensa lo contrario de lo que el partido le exige; mientras trata de ser él mismo, los asesores lo increpan una y otra vez para que diga lo que políticamente es correcto, aunque se aleje de los principios éticos o morales en los que cree. Este argumento, la imposición de las agendas, es muy recurrente en toda la cinta, y es que en la vida real es algo común, y lo tiene que ser. Es decir, un candidato tiene que respetar los principios de la ideología partidista, los documentos básicos y la plataforma electoral de la campaña de que se trate, por ello al interior de los institutos políticos se crean mecanismos de control: delegados, representantes partidistas, etc.

Sin embargo, también es claro que debe haber espacio para que aquellos que no quieran responder a estas directrices puedan competir en los espacios públicos, y esta es precisamente la idea de las candidaturas independientes. Nacidas bajo el concepto de que todos los ciudadanos pueden participar libremente sin la intermediación de un partido, en la pasada elección tomaron bríos importantes. A pesar de que existen aún en nuestra normativa electoral candados que hacen complejo acceder a ellas, varios fueron los ciudadanos que pudieron acceder al poder a pesar de los requisitos intrincados de la ley.

El punto fundamental de las candidaturas independientes, considero que es abrir el espacio de poder público como una forma de despresurizar las protestas sociales, la inconformidad y la enorme apatía que nos llevó en 2015 a niveles excepcionales de abstencionismo; los triunfos de los independientes dan un respiro a una parte de la sociedad civil que se siente oprimida o desanimada, limita de forma importante la posibilidad de que los inconformes opten por vías no ortodoxas para llegar al poder. En este sentido, recuerdo que una forma de contener las protestas sociales de los años setenta (derivadas del 68) que amenazaban en transformarse en guerrilla fue precisamente dar mayores espacios a los diversos grupos a través de las diputaciones plurinominales, mismas que estoy seguro en su momento fueron duramente criticadas por varios sectores políticos, a la distancia podemos ver cómo funcionaron como catalizador social.

Creo que actualmente las candidaturas independientes deben estar pensadas en este mismo sentido, por ello nuestro siguiente paso debe ser hacer aún más sencillos los requisitos para ser candidato independiente, eliminar los candados que no tengan una razón objetiva de ser. Esto, además de traer al juego del poder a la sociedad civil, servirá a los partidos para perfeccionar sus mecanismos de elección interna, es decir, la posibilidad de que cualquiera pueda recurrir a las independientes provocará que al interior seleccionen a sus mejores hombres y dejen de lado las imposiciones y la repartición corporativa de puestos de elección popular.

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