Compañeros, todos a Cancún / De imágenes y textos - LJA Aguascalientes
05/12/2024

Curados de espanto, dolidos por lo que pasa en el país de los periodistas caídos, resignados a vivir con carencias sociales que debieron estar cubiertas desde los tiempos de los hijos de la revolución de principios del siglo XX, pero felices, jocosos, dicharacheros y albureros, nos enfrentamos a la realidad casi como un espectáculo que se va matizando con los colores de la televisión, los sonidos de la radio y las frases domingueras de la prensa escrita. Qué realidad tan rebuscada, o más bien tan incierta y absurda a la vez.

Estos últimos días hemos sido testigos de los abusos a la libertad de expresión, desde lo más superfluo y mediático, me refiero al caso Miguel Herrera vs Cristian Martinoli hasta el asesinato de Rubén Espinosa, fotoperiodista veracruzano caído en la Ciudad de México el pasado 1 de agosto. El mensaje es claro, calladitos se ven más bonitos, cuando las cámaras fotográficas se convierten en armas letales para cierto sector de la sociedad y la pluma en cuchillo incisivo, más vale estar desarmado.

Desarmados pues, con el puro coraje que la impunidad despierta, con el miedo a perderlo todo incluso la vida, con la zozobra de la amenaza constante, esa que hace cambiarte de ciudad o domicilio, con la esperanza de que en la manifestación se escuche la voz de todos, incluso de los que no asisten y se encuentre una salida, se haga justicia y se castigue a los culpables. Parece lo justo, si me lo permite, pero la realidad es otra, en una sociedad dividida la solución no se encuentra ahí, entonces dónde, nos preguntamos todos; pues la verdad, querido lector, por el momento no hay solución contundente, es como cuando usted arregla algo de su casa pero se descompone otra cosa, es cuento de nunca acabar, o su automóvil falla y cuando parece que está listo no queda del todo bien, así le pasa a la sociedad creo yo, nunca lograremos que todo funcione en equilibrio y armonía por una sola vez.

Rubén Espinosa es uno de esos casos de ataque a la libertad de expresión donde desafortunadamente el final es sumamente trágico, el fotoperiodista pierde la vida, como muchos otros colegas del hoy finado. Las reacciones no se hicieron esperar y era lógico, en esta tierra olvidada por la mano de dios y golpeada por el mal, aunque nos queramos acostumbrar es difícil hacerlo, periodistas muertos, estudiantes y civiles desaparecidos mantienen las antenas alertas. Ahí es cuando el gobierno debe entrar en acción, sacar la casta y resolver los casos con la exactitud de un bisturí del mejor neurocirujano.

Y aunque no lo crea, esta vez sí se están aplicando, no para esclarecer el asesinato de Rubén Espinosa sino para proteger al gremio ante futuros ataques, por eso le digo que todos estamos invitados a Cancún, Quintana Roo.

Escuchó ya sobre la Ley Borge aprobada apenas el lunes pasado por el Congreso de Quintana Roo e impulsada por el gobernador de esa entidad Roberto Borge Angulo, por cierto de extracción priista, para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.

Genial no cree, por fin protegidas todas aquellas fieras de los medios, malagradecidos que no valoran los subsidios chayotescos y que por eso andan perdiendo hasta la vida, ahora sí todos en cintura para ser protegidos. En la tierra donde sus habitantes pusieron a temblar a toda la humanidad porque creyeron que el 2012 era el último año de vida de la sociedad como la conocemos, ahí mero, donde los que pueden vacacionan, el pasado 29 de mayo se liberó al periodista Pedro Canché Herrera tras ser acusado sin algún sustento de sabotaje. Sin embargo, la Ley Borge deja desprotegidos a Canché y a Espinosa, la razón, es que la citada ley establece “quién es un periodista y quién no” ahí le va para que no lo sorprendan los pseudo periodistas que andan deambulando por las aceras de la tierra de la gente buena, claro, si es que aplicara esta ley en nuestro terruño. Lo único que tiene que hacer es preguntarle si su actividad es permanente y remunerada…

¿Eso es todo? Según la organización británica Article 19, quien presentó un documento donde analizan la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de Quintana Roo e identifican en el artículo tres fracción XII la citada restricción; sin embargo, querido lector, y buscando la fuente de dicha información, por lo menos lo que está publicado en internet no coincide con lo que la organización apunta; la fracción XII del artículo tres dice “Peticionario: Persona que solicita las Medidas urgentes de protección ante el Mecanismo”.

O de plano no sé buscar, encontré otra ley o los de Article 19 hicieron un análisis hermenéutico bastante ecléctico.


Según su interpretación a la Ley en cuestión entonces ni Espinosa ni Canché eran periodistas, porque el hoy finado era freelance y el segundo no trabajaba para un medio reconocido por el gobierno de Quintana Roo.

El caso no se resuelve, nuestro país es vulnerable si de asesinatos a periodistas se refiere, no hay una verdadera ley que los proteja y por lo tanto eso los hace presa fácil de los gobiernos, del crimen organizado y hasta de una sociedad enardecida por los hechos.

La libertad de expresión se debe garantizar, el que nada debe, nada teme, bienvenidos los esfuerzos por ejercerla y mantenerla viva, como el derecho de todos nosotros, desde aquel mismo momento en que decidimos decir no a la sopa de fideos cuando éramos niños. sobre el contenido.

[email protected]

en Twitter: @ericazocar

 


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