Las palabras del momento: independencia, independiente, independentista, independientes, estas se pusieron de moda en el pasado proceso electoral y algunos les levantó ámpula. Ahora imagine, querido lector, si independencia causa molestia a los oídos más exquisitos de los honestos integrantes de los partidos políticos, qué pasa si le antepone la palabra “unidad”, suena a slogan de izquierda, ¿no cree?; la unión del proletariado por la independencia de los aparatos ideológicos, por la igualdad de clases, por la justa repartición de los bienes, la abolición de la burguesía y la educación de calidad para todos; así, más o menos rezaría la interpretación del perfecto personaje capitalista que ve amenazado el status quo neoliberal, sin embargo, aclaro, sin embargo, los ideales cambiaron, la búsqueda de la verdad y el bien común evolucionaron con la misma sociedad tercermundista, la apatía e indiferencia de nuestros jóvenes y el conformismo de nuestros adultos, aderezado claro está con la dosis mediática del opio que mantiene a raya el pensamiento y que hizo más fácil el camino para desaparecer esos utópicos pensamientos.
Ahora más preocupados por los escándalos en los que nos podemos ver involucrados y publicados en Facebook, nos alejamos de las demandas básicas, no tener internet es sinónimo de aislamiento, de estar perdido, no solo en el ciberespacio, sino en la realidad misma, ajeno a los efectos de la cotidianeidad del acontecer sociopolítico de la vida en general.
Existe un lugar, querido lector, al sur de la ciudad más contaminada del país, donde se erige un concepto de vivienda que en su momento fue ejemplo mundial de desarrollo social y que lleva por nombre Unidad Independencia. Este complejo habitacional fue inaugurado el 20 de septiembre de 1960 en el marco del 50 aniversario de la Revolución Mexicana, bajo las órdenes de Adolfo López Mateos y con la firma del Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS. El pretexto perfecto para acuñar la célebre frase de me hizo justicia la Revolución con lo último en bienestar social y vivienda digna para la clase trabajadora de este bello pedazo de planeta que habita la raza de bronce. El costo de la unidad fue de 146 millones aproximadamente y ahora es candidata a ser catalogada como monumento artístico por el Instituto Nacional de Bellas Artes INBA.
Y usted dirá, qué tiene que ver la unidad habitacional con el tema que abordo en esta columna, más bien una analogía, un pretexto para comparar, un lugar donde al parecer todo fue perfecto y que ahora como muchos otros ejemplos de modernidad, al pasar de los años han venido a menos. La independencia de vivir en un lugar con instalaciones de primer nivel, con supermercado propio, tres zonas comerciales, un centro deportivo completamente equipado y con una alberca donde el legendario Felipe el Tibio Muñoz entrenaba, una clínica (obvio del IMSS) cinco escuelas primarias, una guardería, el famoso teatro del IMSS ahora conocido como el Teatro San Jerónimo, una plaza cívica, un cine, complejo de oficinas, 635 casas de dos y tres recámaras, 1500 departamentos y tres “torres” con 100 departamentos de lujo; una ciudad dentro de la gran Tenochtitlan, la sensación insisto de vivir de manera independiente, como la inquietud que ahora permea de ser independientes, de quitarnos la marcación de este sistema que como la Unidad Independencia dejó de funcionar con las eficiencia y eficacia con que fue concebida, la necesidad de buscar nuevas alternativas de gobiernos que de manera natural se encuentran ahora en las candidaturas independientes, tan controversiales como necesarias.
Nunca habíamos visto una apertura electoral como la ocurrida en Nuevo León, pareciera que los partidos políticos finalmente entendieron el concepto de democracia o el Instituto Nacional Electoral no previó el candado lo suficientemente robusto para evitar las figuras independientes. Como haya sido, el chiste es que ahora México tiene mandatarios y representantes verdaderamente emanados de la sociedad civil. Qué implica esto, al principio, que los partidos políticos hayan reforzado y blindado los requisitos para que personas como usted y como yo podamos llegar a las sillas gubernamentales en las 32 entidades que conforman la República más dominante de América. Pareciera que ya no será tan fácil tener otro Bronco u otro Kumamoto, en los próximos comicios, sin embargo, y con el paso del tiempo, corto por cierto, es de sabios cambiar de opinión, de pronto los azules dejan ver su beneplácito por estas figuras, ahora con la playera de demócratas a ultranza promueven una iniciativa de reforma constitucional para que se facilite el registro a candidatos independientes, pero no solo ellos también el partido del sol azteca fijó su postura hacia el mismo sentido. Entonces, un partido político, estructurado, con años de trayectoria y con registro garantizado ante el Instituto Nacional Electoral abre la opción a la figura del independiente, algo no es congruente o sí.
Andrés Manuel de plano dijo “no son nada, representan la nada” al referirse a los candidatos como lo fue el Bronco en Nuevo León. Ambas figuras son muy parecidas, el señor López es casi como el señor Rodríguez, el primero dejó de formar parte de un partido para con la “independencia” que le permite ser autónomo y con dinero funda un nuevo organismos político. Qué pasará si al señor Jaime le va bien como gober y después de seis años amenaza con buscar la silla presidencial, le ganará la tentación de hacer su “Morena” del norte. Qué tan independientes somos al momento de llegar al poder, podemos visualizar al ciudadano común y corriente frente a un gobierno municipal, estatal o incluso federal, el poder no lo corromperá, seguirá siendo independiente y buscará la unidad para poder llegar a buen puerto.
Si los del registro ante el INE ven con buenos ojos a los independientes es señal de desconfianza por lo menos momentánea, o de plano les picó el mosquito de la democracia y les hizo una roncha con tanta ponzoña que les llegó a las neuronas y las inhabilitó momentáneamente. La independencia es mejor cuando existe la unidad y el consenso, pero sobre todo cuando es auténtica y los actores políticos operan de manera coherente a su génesis. La historia apenas se comienza a escribir, esperemos un final feliz donde todos veamos nacer el término democracia porque ya llevamos más de 500 años esperando su venida gloriosa.
En memoria de Don Juan García Vargas 1944 – 2015.
@ericazocar
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