El título habla de una carta, pero antes de entrar a la misiva quisiera explicar un poco el contexto, mis razones y exponer la carta. En Guadalajara, como en todo el país, los ciudadanos están muy molestos con las instituciones políticas, de gobierno, financieras, empresariales, judiciales y policiales. Nos parece que cada uno de ellos en los terrenos y competencias que tienen abusan del ciudadano común y corriente, son corruptos y las injusticias se realizan a diestra y siniestra.
Bajo ese contexto también en Guadalajara como en muchas partes del país se ha desarrollado un método de robo peculiar, en moto. Las víctimas son personas que retiran dinero del banco o que están haciendo uso de su celular con la ventana del automóvil abierta, los ladrones toman lo que no es suyo y con la facilidad que te produce conducir con una moto se escabullen en el tránsito vehicular, sin embargo en días anteriores un ciudadano decidió no dejar en libertad a los dos ladrones que se llevaron 200 mil pesos y los embistió con su automóvil, sin importarle ir a la cárcel y dañar cinco automóviles más. Esta decisión la tomó desde el impulso de la impotencia, la inseguridad y desconfianza.
El caso causó reacciones asombrosas en los usuarios de redes sociales, el joven que había atropellado a los delincuentes estaba en prisión y muchos acusaron de injusticia, que él estaba defendiendo sus derechos, que era una mafia, que protegían a los ladrones, se les olvidó que hacerle daño a alguien, atropellarlo con dolo o intentar asesinarlo también es un delito. Circuló una versión en algunos medios de que el juez estaba entre la espada y la pared: si lo libero sin pena la sociedad entenderá que está bien hacerse justicia por su propia mano y provocaremos un caos, si decido mantenerlo encarcelado la sociedad se molestará aún más porque piensan que es una injusticia. El joven está en libertad.
Días después otro delincuente roba un celular y cuadras después se desliza y termina con su vida en un árbol. Circuló una versión sobre si la víctima había embestido al joven ladrón, sin embargo esa versión se desmintió por las autoridades correspondientes, incluso se afirma que la víctima denunció con la policía. Sin embargo lo destacable de este caso es que los ciudadanos empezaron un movimiento de la ley del talión y justicia por su propia mano impresionante que termina en la violenta petición: “Haz patria y mata a un motoladrón”.
Sí, justicia es dar a cada quien lo que se merece. ¿Pero qué se merece un ladrón? Ese es el mayor debate que nuestros legisladores y autoridades judiciales han tenido por años. Los ciudadanos se han preguntado ¿quién decide qué es justo para ellos? Algunos otros han dicho que el castigo justo sería cortarle las manos, imaginen el nivel de retroceso social e ideológico que tendríamos. Nuestras sociedades modernas se fundaron en un esquema de pesos y contrapesos donde nadie puede abusar del poder porque existen otros contrapesos que lo prohíben, el mayor, la sociedad en materia política, pero en materia de seguridad quienes tienen el único derecho de defender la soberanía con armas y violencia es el Estado, ya lo decía Weber.
Entonces el único que puede afrontar a los delincuentes es el Estado, no sólo porque así lo dice la ley o es lo lógico, es porque ellos tienen el presupuesto para capacitar a los policías, a las autoridades, armarlos, capacitarlos, entrenarlos y equiparlos. Nuestros impuestos de alguna u otra manera se destinan a mantenernos seguros y eso es lo que tienen que hacer. Entiendo el coraje y el punto de vista de quienes piensan que si las autoridades ya no hacen nada nosotros tenemos que hacerlo, pero nosotros no tenemos la capacidad, los delincuentes podrían hacer de nosotros una carnada fácil. “Así se van a aplacar”; ¿y si sucede lo contrario? ¿Y si el efecto es otro? ¿Y si la sociedad se da cuenta que puede asesinar, atropellar a la gente de manera arbitraria porque para ellos eso es hacer justicia? ¿Y si de ese contagio se contagia algún loco que vaya por el mundo asesinando a inocentes en las calles y en las escuelas? No quiero verme en esa sociedad por eso termino con una carta abierta:
Enrique Alfaro, alcalde de Guadalajara, los habitantes que gobiernas conforman un auténtico polvorín, falta un chispazo, y estamos cerca de tenerlo, para explotar, para ser incontrolables, para desobedecer y no de manera pacífica, te lo digo porque leo comentarios, escucho conversaciones y porque camino por la calle y la mayoría de los ciudadanos piensa así. Te lo digo porque nuestra ciudad no resistirá mucho más. Es una tarea complicada, yo no tengo la respuesta ni la solución, podemos empezar por subirle el sueldo a los policías, hacer que la gente confíe en ellos, limpiar los centros de denuncia, las autoridades de la Fiscalía, que aunque eso no es tu atribución seguro tendrás una opinión de peso. Ellos, los que piensan que matar a un ladrón está bien, tienen razón, su policía no los protege, pero no podemos permitir que eso se traduzca a un círculo vicioso de violencia, no lo necesitamos.
Ellos quieren que seamos la ciudad Gótica de Bane y no la ciudad Gótica de Batman.
@pochaquito




