La marihuana, aunque originaria del Asia, fuente de fibra textil, aceite y alimento; también usada por sus propiedades medicinales y psicotrópicas, ha estado presente en nuestro país desde poco después de la Independencia hasta nuestros días y cuenta la leyenda que fue un elemento muy útil durante la Revolución, en donde se manifestó hasta en canciones como “La cucaracha” que, a decir de algunos, hace referencia al usurpador Victoriano Huerta.
Marihuana, mariguana o Cannabis sativa, una planta que hace hablar mucho, y da mucho de qué hablar sobre todo después de que la Suprema Corte de Justicia aprobó su cultivo y consumo para usos lúdicos y sin ánimo de lucro. Aunque la resolución sólo es válida para cuatro personas que promovieron el amparo argumentando que la prohibición es contraria al libre desarrollo de la personalidad, el cual está protegido por la propia Constitución, ha colocado a este peculiar vegetal en la palestra de la sociedad provocando la discusión, la exaltación de los ánimos y el debate sobre si es conveniente o no que persista este impedimento legal para la incuestionable, inmensa mayoría de los mexicanos.
El tema se incrusta en las pláticas de todos los ámbitos de la sociedad, y con argumentos a favor y en contra se evidencia la dificultad que representa el poder defender una posición cuando nos dejamos llevar únicamente por las opiniones de líderes, ya sea religiosos o políticos, quienes dramatizan casos hipotéticos o magnifican los reales de acuerdo a sus intereses.
Debemos considerar que algunos estudios recientes revelan que los componentes de la planta pueden ser útiles contra el cáncer la epilepsia y algunas otras enfermedades, por lo que podría ser permitida también para usos medicinales como ha sucedido ya en 23 estados de la Unión Americana y el Distrito de Columbia.
Es momento de hacer un esfuerzo para pensar en abstracto, sin nombres ni apellidos, para llegar al conocimiento de qué es lo mejor para nuestra comunidad, sin satanizar ni divinizar los puntos de vista, evitando enfrentamientos vanos o riesgosos, dejando atrás atavismos y pasiones fanáticas, conscientes de que de la discusión sistemática y respetuosa nace la luz.
Nos queda claro de que las leyes son para normar las conductas que se encuentran presentes en la sociedad y no son útiles para inducir comportamientos; el uso regulado de la marihuana puede ayudar a reducir la violencia vinculada al tráfico de esta planta, mientras que la prohibición, hace lo contrario, engendra violencia y además fomenta la corrupción de las autoridades que se encuentran tentadas a aceptar sobornos.
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