Aceptemos por principio que legislar no es una tarea fácil. Para emitir una ley el diputado tiene la necesidad imperiosa de estudiar, dialogar defender y rebatir una enorme cantidad de datos, argumentos y justificaciones. Pensar que una vez emitida la ley, ésta tiene la misión de reglamentar una mejor manera de vivir para el ciudadano y por ende a la sociedad. Y desde luego uno de los requisitos indispensables es que el grupo de legisladores que se atreven a elaborar una ley sobre un tema específico, habrán de estar muy bien informados o asesorados en el tema. Por todo lo anterior, nos damos cuenta de que si legislar es difícil, hacerlo en materia de salud lo es aún más. Existe por supuesto una comisión de salud en el Congreso local, pero con harta frecuencia, éstas comisiones no son ocupadas por médicos por la sencilla razón de que no los hay en todo el grupo. Ahora que se viene la necesidad de dialogar sobre legislación en materia de adicciones, habrá que esperar lo que diga el Congreso Federal ya que en lo local, me temo que no tendremos mucho que hacer. El estado de Aguascalientes cuenta, por supuesto, con una Ley de Salud que de ninguna manera resulta definitiva en cuanto al control de ese grave problema social. El capítulo VII es relativo a la Salud Mental y tiene cinco artículos del 79 al 83 bis, que son insuficientes para normar la gran cantidad de acciones que deben realizarse en esa materia tan importante desde siempre y más ahora con los elevados índices de suicidio, neurosis, depresión y trastornos de la personalidad que estamos viviendo. El Título Duodécimo está dedicado al Programa contra las Adicciones, en el capítulo I se tienen cuatro artículos del programa contra el alcoholismo y en el capítulo II otros cuatro artículos contra el tabaquismo. ¿ Y las otras drogas? No aparecen en nuestra Ley de Salud. O sea que nuestra legislación corre muy detrás de la realidad. Esto no es raro, incluso en el ámbito federal suele suceder que los problemas reales rebasan la capacidad previsora de cualquier congreso para legislar en materias específicas. Y es que así debe ser, la realidad deberá ser siempre la que marque la conducta reguladora. Es por ello que antes de emitir cualquier ley, lo aconsejable es que se vea lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, recoger la opinión ciudadana en general, captar la opinión de los expertos y solo entonces diseñar una ley. Entonces lo ideal sería que una vez elaborada la ley, como anteproyecto, nuevamente se sometiera a un comité de expertos y solo cuando se tuviera la aprobación y el consenso del grupo de asesores, se votara. Aunque me temo que estoy pidiendo demasiado. Sin embargo, la realidad sigue siendo la gran motivadora ¿ Por qué estamos ahora discutiendo el tema de la legalización de la marihuana ? Ah, pues porque a cuatro empresarios se les ocurrió ampararse para poder hacer un negocio que se llama “Club de Usuarios” y le ganaron a la Suprema Corte. Estos clubes que no son otra cosa que fumaderos de mota, vienen a ser lo mismo que los bares y cantinas que hay por doquier o los salones para fumar que existen en los aeropuertos. O sea sitios exclusivos para que cada quien haga con su salud personal lo que le venga en gana. Estos clubes existen desde hace muchos años en Europa. El adicto entonces verá legislada su conducta solamente en ambientes públicos. Es decir, el alcohólico tiene todo el derecho de embriagarse en su casa, o en cantinas siempre y cuando en la vía pública se conduzca con prudencia. Será castigado si por excederse comete estropicios. El fumador podrá llenarse de nicotina cada vez que lo desee, siempre y cuando no lo haga en el restaurante, el cine ni otros sitios donde moleste a los vecinos. ¿ Y la marihuana ? Pues terminará siendo lo mismo, se autorizará a que el adicto a la yerba se impregne de tetrahidrocannabinol a su libre albedrío y hasta los niveles que quiera, a condición de que no moleste a los demás. ¿Y el Congreso? Hará lo que ha hecho en otras ocasiones, terminará legislando lo que ya es una realidad.