No es noticia pero en los medios masivos se tiene un problema enorme de racismo y representatividad de las ya-no-tan minorías. Si bien de vez en cuando hay publicaciones que lo anotan en relación a afroamericanos, asiáticos y latinos en cuanto al showbiz gringo, en México no nos quedamos atrás, ya que en la repartición de personajes hay una discriminación espantosa. Basta con ver obviedades como que las protagonistas de las telenovelas solían ser de piel morena (pero no tan morena) y de extracción humilde, mientras que las villanas eran blancas (trigueñas o rubias) y de clases acomodadas. Ha cambiado un poco ese modelo, pero para mal, ahora las protagonistas son blancas. Y punto. La publicidad muestra a madres de familia de clases acomodadas con cuerpo de modelo usando un cubo Knorr o bien, el otro extremo, gente humilde en casas de clase media baja. En el cine mexicano, los personajes de tez oscura siguen siendo recurso cómico o solamente usados cuando el contexto es marginal. Es más, las protagonistas de Perfume de violetas ni siquiera son tan morenas, solamente los personajes alrededor. Algunos dirán que es el imaginario de los consumidores, pero carajo, igual pasa con la falta de gorditos o el aceptar que no todo papel protagónico tiene que recaer en un modelo que fue al CEA.
En Estados Unidos cada semana surge una nota acerca del whitewashing como en Exodus, dónde personajes egipcios eran interpretados por actores británicos, gringos y de cualquier nacionalidad menos la que debería ser. En 21, donde sale el mono del musical espantoso inspirado en los Beatles y también Kevin Spacey, la historia real era acerca de chicos coreanos, no un inglés haciéndola de americano. Por otro lado, la serie Mr Robot ha sido celebrada porque el protagonista es un joven de ascendencia egipcia, sin dejar de lado que el showrunner es egipcio. El resto del cast es racialmente diverso y por si fuera poco, sus leads femeninos tienen una agenda y vida propia. No hay que confundir eso con los token characters que suelen existir alrededor de los estelares blancos, el amigo asiático overachiever, los afroamericanos chistosos (te estoy viendo, New Girl) y los latinos con sus bromas de “oh, que difícil es ser latino”. Casteando a brasileños como mexicanos y a mexicanos como venezolanos.
Sin tanto anuncio, más bien construyendo una agenda mediática durante esta semana, Master of none fue estrenada en Netflix y vaya, es muy refrescante. No por un gag de “somos muy progres”, sino por ser una buena comedia en un ritmo no tan vertiginoso y más bien real. Aziz Ansari y Alan Yang, quienes vienen de la escuela de Michael Schur vía Parks and Recreations, han creado la serie de una manera más o menos autobiográfica, teniendo ambos avatares en pantalla y, por supuesto, con Ansari en el protagónico. Tal vez el nombre todavía no suene tanto, pero puedes recordar a Aziz Ansari por haber presentado los Movie Awards de MTV en 2010 o ser el tipo que siempre estaba de traje y emprendía en Parks. O más sencillo: el hindú de dicha serie. Lo digo así, porque de hecho de eso se trata el cuarto episodio, Indians on TV, de cómo los encargados de casting buscan actores según su raza para papeles secundarios encasillados en las mismas profesiones. Apu en Los Simpsons por ejemplo.
Sin dejar el tema de la raza, el segundo capítulo va acerca de la relación de los jóvenes adultos con sus padres, las cuales suelen tener poco en común debido a que la historia de sacrificio de muchos, ahora adultos mayores de clase trabajadora, los dejó sin mayores intereses o aficiones que el malestar. En el caso específico de la serie es por ser inmigrantes asiáticos e hindús que trabajaron por el bien de sus hijos, pero no es tan lejano de una realidad mexicana de padres que se partieron el lomo para que ahora sus hijos no los pelen por estar jugando en el celular. En definitiva, no es tu estúpida comedia estándar.
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