Con el dinero de los impuestos de todos los mexicanos se ha tratado de revertir el proceso de corrupción e ineficiencia en los cuerpos de seguridad del país. Y así, en este año la Federación habrá transferido a estados y municipios la cantidad de 50 mil millones de pesos. Esto etiquetado para que a nivel nacional se tenga una policía en cada estado, bajo un mando único; que todos los elementos sean certificados; que la profesionalización de los elementos que conforman los cuerpos de seguridad sea una realidad a través de los exámenes a los que están obligados a pasar; que se implante en el país el nuevo sistema de justicia penal, con los juicios orales y la capacitación de los juzgadores y del personal de apoyo, así como la capacitación y certificación de los elementos que están a cargo de los centros penitenciarios, pues ya vimos lo que sucedió en la fuga de el Chapo.
La Auditoría Superior de la Federación ha declarado que se han encontrado con desvíos a otros rubros, como pagos de gasto corriente y algunos casos con opacidad en su aplicación. Con ese dinero se crearon, desde al año de 2001, dos fondos: El FASP -Fondo de Aportaciones a la Seguridad Pública- y el Subsemun -Subsidio de Seguridad a los Municipios-. Estos fondos tienen, dentro de su reglamento, el que tanto estados como municipios deben de cumplir las metas que les son asignadas, y desafortunadamente en casi la mayoría de los casos tienen cantidades pendientes de aclarar o metas incumplidas, que en muchas ocasiones se transforman en subejercicios de los fondos que se les asignan, y así ha habido casos en que el promedio de ejercicio de esos fondos no llega al 50%, lo cual es verdaderamente preocupante.
Pero veamos el problema desde el punto de vista social. Al no cumplir con los objetivos y metas, las policías no tienen el nivel y capacidad para enfrentar a los criminales, y esto se transforma en un grave problema, pues dejan a la sociedad inerme ante los criminales.
Tenemos casos en donde los habitantes de varias regiones, sobre todo en el sureste, se organizaron y formaron las famosas policías comunitarias, que luego se volvieron cotos de dominio de algunos grupos y se atacaron entre ellos, dejando a la sociedad en medio de un problema más.
En otros casos la falta de acción de un policía que garantice la seguridad y las garantías individuales de los pobladores, causa que estos, en su desesperación ante ese vacío, lleguen a linchar a los presuntos delincuentes y en no pocos casos eran inocentes, y se dio el caso de que hace años tres policías fueron linchados y quemados ante la impotencia de la autoridad.
Otro de los problemas es que hay municipios y estados que no han podido tener completas las plazas que hay de policías, pues muchos mexicanos no ven con buenos ojos esa profesión, y más cuando se sabe de comandantes o dirigentes de estos cuerpos, que los manejan a base de corrupción, cobrando por asignar patrullas, entregar los uniformes como lo marca la ley, o bien para asignar zonas de trabajo a los agentes del orden, castigando a los que no entran al “sistema” enviándolos a los puntos más conflictivos, y sin apoyos.
Se ha detectado en muchos casos que los elementos certificados, mejor armados y más eficientes, son asignados a ser guaruras de funcionarios o bien a cuidar las casas o propiedades de los gobernantes. El problema grave es que se dice que existen 450 mil policías municipales y 220 mil estatales, pero lo que no nos dicen es cuántos de ellos están al servicio de la sociedad y cuántos al servicio de los jefes de la burocracia, pues en algunos casos es una falacia que están cubiertas las necesidades de seguridad de la población, pues hacen cuentas del total del número de elementos como si todos estuvieran en servicio.
Estos problemas desembocan en que en no pocos municipios y estados se llegan a imponer turnos de un día de trabajo por uno de descanso; y si vemos la opinión de los expertos, nos dicen que una persona con 24 horas de trabajo es imposible que rinda adecuadamente aún si lo quisieran hacer. Por eso el total de elementos deberá dividirse entre tres, pues serían tres turnos de ocho horas, o mínimo entre dos por turnos de doce horas.
Analizando esta situación nos damos cuenta el porqué, en algunas regiones, la delincuencia opera a sus anchas, y porque hay insatisfacción en los gobernados.