Nunca había visto Acapulco Shore hasta hace unos días. Es gente atractiva, algunos de ellos admitiendo sin recelos que están operados quirúrgicamente para aumentar sus atributos o corregir “imperfecciones”, vacíos y que simplemente quieren ser famosos. No tienen mayor gracia, son edecanes venidos a más. No digo que sea algo malo, ya que si la audiencia quiere ver gente estúpida en sus pantallas, eso les van a dar los canales. Es el mismo caso de las Kardashian en E!, es gente famosa por el hecho de ser famosa, al punto de ser inexplicable. A todos se nos olvida que Kim K tuvo notoriedad por un vídeo filtrado en donde hace una felación a un hombre ligeramente más conocido. Hasta ese momento, preoperaciones, era una socialité más.
Lo cierto es que Acapulco Shore le partió la madre a Big Brother en cuanto a notoriedad. En redes no se habló de la casa de Santa Fe, los ratings fueron bajísimos y finalmente fue una perdedera de dinero para Televisa. ¿Por qué? Es complicado saberlo. Podíamos dar el postulado de que Big Brother no tenía cabida en la era de las redes sociales, con youtubers más famosos que la estrella promedio de televisión. Pero aún así, las Kardashian y las operadas de MTV siguen siendo bastante redituables. Para ciertos grupos sociales, resultan aspiracionales. En Acapulco Shore hay gente que invirtió dinero en su físico para ser famosa, los meten a una casa, les pagan sus borracheras, viajes y tienen cámaras siguiendolos todo el día. En sí, es lo que ofrece The Hills o Newlyweds. Incluso Dance Moms. Gente que “hace algo” pero tampoco algo tan interesante, ya que no están logrando algo trascendental. Los youtubers, también dan la promesa de una vida en movimiento, ora a Japón, ora a la expo más grande de videojuegos, ora a entrevistar a Reese Whiterspoon. Van con sus GoPro, selfie sticks, beanies y todo su crew por las calles, documentando su vida. Para mucha gente, eso resulta bastante interesante. Es como el cliché de una existencia significativa, los viajounchingo.
Big Brother simplemente ofreció un experimento social pasado de moda. Una caja de petri que sirvió de curiosidad en los dosmiles, en medio del auge de Cuándo los animales atacan y Señorita Laura. Ahora ya todo es Big Brother. Los millenials periscopeando punto teve. Las nanocelebridades que están en Vine contando chistes malos y están goapísimos, goey. Los chavorrucos cronicando su existencia en Twitter. Y por supuesto, los reyes, los youtubers que leen listas pirateadas de WikiHow y que siempre hablan de lo mucho que necesitan tus interacciones para sobrevivir y viajar a Japón otra vez.
Hay todavía una luz, porque a la par de tanta basura, hay cosas padres en televisión de realidad como los programas que siguen a ese chef gruñón o el regreso de los documentales/evento de crimen como Making a Murderer de Netflix. Por supuesto, todo esto a la par de la etapa platino de la televisión scripteada. ¿Qué hay luego de Mad Men? Un futuro prometedor, de televisión más diversa. Hay muchas series de las que no estamos hablando en medios en español. The Affair, Togetherness, The Leftovers, el final de Girls, la hermosa Master of None. Y que van más allá del prototipo del hombre de mediana edad que sufre un cambio en su vida. Uh oh, porque no todos somos señores blancos de cuarenta años que decidieron ser malotes.
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