La semana anterior se dieron algunos cambios en el gabinete presidencial. Uno de ellos ya estaba cantado, el de Pemex. En entregas anteriores le he comentado la rapidez con la que se deterioró la economía de la industria petrolera, la cual actualmente debe más que lo que tiene, y ahora, en lugar de aportar al presupuesto, va a depender de él.
Quien llega en lugar de Emilio Lozoya es José Antonio González Anaya, que en su currículo se destaca que es una persona, desde el punto de vista financiero y económico, experimentada, aunque no vemos que tenga ninguna experiencia en materia del petróleo. Sin embargo, el problema de la paraestatal no es de exploración, explotación o venta de hidrocarburos, pues su crisis es causada por los precios internacionales, por un gasto excesivo interno y los pasivos que ha contraído; por lo tanto creo que buscará soluciones adecuadas para ver qué puede salvar, pues una carga más a los causantes de este país sería un desastre más a las finanzas nacionales.
Al IMSS llega Mikel Arreola, que conoce de proveedores y medicinas, pero no en cuestión de administración de una institución del tamaño del IMSS, sobre todo con los pasivos contingentes que enfrenta, en materia de las jubilaciones, y el desfase en el área de infraestructura.
A la Secretaría de Salud llega el exrector de la UNAM, José Narro Robles, quien ya tiene antecedentes en esta institución pues fue subsecretario de la misma. Narro es un doctor muy prestigioso. Lo raro es que no se sabía que hubiera una crisis en esa secretaría, y que es tal la gravedad como para cambiar a su titular.
Hasta ahí los cambios, que se supone son para buscar soluciones a los graves problemas en cada una de las áreas del Gobierno Federal, que estrenan titular, pero en cambio no vemos que a pesar de los graves problemas que está enfrentando el país se estén tomando medidas adecuadas para que no nos impacte de una manera grave; una de ellas es que no se hace nada para que la corrupción y la impunidad sean combatidas, y que no sigan corroyendo tanto a las instituciones como a la vida nacional. Se ha dicho, por parte del IMCO, que hay diez tipos de corrupción que necesitan atenderse y erradicarse, las cuales son: Obstrucción de la justicia, enriquecimiento oculto, desvío de fondos públicos, soborno, tráfico de influencias, abuso de funciones, colusión, uso ilegal de información falsa o confidencial, conspiración para cometer actos de corrupción y nepotismo; se está solicitando reunir 120,000 firmas para que el Congreso de la Unión haga las modificación a las leyes con respecto a estos delitos, pues las leyes secundarias, que se supone combatirían estos flagelos, están empantanadas.
Otro problema es que Pemex, en su actual situación de producción y operación, tiene 160,000 empleados, y otras compañías de su tamaño y similar producción, operan con 70,000 personas; se ha dicho que van a recortar 15,000 plazas, o sea que no solucionarán nada, es sólo un maquillaje más, y se siguen solicitando préstamos avalados por el gobierno federal, o sea por el pueblo, pues se paga con sus impuestos. Este año estarán buscando un endeudamiento de 21,000 millones de dólares, lo cual es ¡terrible!
Otro problema, al que no vemos que estén buscando solución, es la deuda pública, la cual, desde el inicio del sexenio, aumentó un 75%, o sea que llega a un 45.7 % del PIB, algo que ha puesto en guardia a los prestamistas internacionales, y ahora el riesgo país ha aumentado a niveles que sólo en la crisis de 2004 se había visto.
El déficit en las finanzas públicas está llegando al 3.5%, que es igual a 627,423 millones de pesos, muy por arriba de lo que autorizó el Congreso al Gobierno Federal. Lo grave es que no vemos que busquen reducir el gasto corriente, sino que están haciendo recortes en los programas que pueden ser productivos, o bien en infraestructura.
Si no fuera porque a los contribuyentes les han aumentado sus contribuciones, y que a través del consumo de la gasolina, la más cara del mundo, y de los derivados del petróleo, que están muy por encima de los precios internacionales, con un dólar en $19.40, quién sabe qué estaríamos viviendo. Todo lo que se importa de semillas e insumos para la industria está impactando en la producción, y ya comienza el alza de precios de algunos alimentos relacionados con las importaciones.
Estos son los cambios que nos sacarían en el mediano y largo plazo de esta crisis y no que la difieran a unos meses.