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viernes, diciembre 5, 2025

“¡El Nobel para Legarreta!” y el anhelo de la docta ignorancia / Disenso

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Por Alejandro Zúñiga

Para José Carlos Sierra.

Es un tópico bien conocido el asunto de la docta ignorancia que ya postulara Sócrates hace casi dos milenios y medio: “yo sólo sé qué no se nada” es una declaración de cómo el conocimiento redunda siempre en la sensación de la ignorancia: entre más sabemos es más clara la sospecha de que hay también muchas cosas que ignoramos. Mi amigo el filósofo Mario Gensollen dice que la educación académica, concretamente los posgrados, deberían ser antes que otra cosa, un duro acicate para el ego: el inevitable encuentro con la humildad epistémica. Lo lamentable es que en la mayoría de los casos no se da. Por otro lado, la ignorancia, en una terrible ironía, no sólo hace que el que ignora no conozca, sino que ignore que desconoce.

Hace unos días la conductora de Televisa, Andrea Legarreta, junto con el ¿actor? ¿conductor? Raúl Araiza, hizo una serie de comentarios acerca del impacto del cambio entre dólar y el peso mexicano, tratando, de alguna forma, de tranquilizar a los televidentes, sobre que éste no es tan grave como podría pensarse y, por otro lado (desprolijamente, eso sí) explicar que este efecto es en realidad de proporciones mundiales (sí, ¡aunque China está tan lejos! –sic-) y que si uno consume productos locales puede amortiguar el duro golpe.

Como es costumbre, la reacción en redes sociales, fenómeno que quienes me conceden el favor frecuente de lectura saben que me interesa en demasía, ha sido desproporcionada, virulenta y, cómo no, plagada de tremenda ignorancia.

Yo no sé casi nada acerca de economía, y como en ése y otros temas, he intentado dedicar un tiempo de investigación o incluso de mera pregunta con amigos mucho más ilustrados en el tema. Leía en estos mismos días al maestro Luis González de Alba señalando que también a él, en el chance fácil, lo han postulado al premio Nobel de economía, junto con la señora Legarreta, por señalar que no ha visto aún el impacto concreto de la devaluación. Un querido amigo economista me señala que, en realidad, los precios de la canasta básica rara vez se ven afectados a corto plazo por un movimiento en el tipo de cambio, toda vez que siempre hay seguros contractuales que impiden que el precio de importación fluctué de manera inmediata, que normalmente se vuelve notorio doce o catorce meses después, por lo que quien ha subido los precios en realidad -y cito a la recién nominada al Nobel- “se está pasando de listo”. Por otro lado, que el dólar fluctuante está sujeto a la lógica del libre mercado y que, por ello, si bien desde hace unos años su movimiento es más dramático, se regula y ajusta en el mecanismo de autocontrol que el mercado tiene. Tarde o temprano debe ajustarse, porque, de seguir subiendo, sencillamente se compraría cada vez menos y esto impactaría en la necesidad de una mejor oferta.

Por supuesto que es poco popular decir cualquier cosa que se interprete en el inflamable ánimo social como una apología al gobierno, pero regalarle unos minutos a doña Wikipedia, me permitió observar que, en realidad, México se muestra fuerte en su tipo de cambio en relación con otras economías latinoamericanas, y que el impacto se ha amortiguado mucho más en nuestra tierra, lo que señala que, más allá de las administraciones alternantes, se ha sabido manejar la economía nacional. En Chile, por ejemplo, el tipo de cambio del 2010 a la fecha ha sido de $510 pesos por dólar a $705 actualmente; en Argentina de $3.8 a $13.9; el real brasileño de $1.7 a $3.9; el peso uruguayo de $19.5 a 31.1; en Colombia de $2000 a $3300 y en México de $13.9 a 18.6. Como se ve, México sale mejor parado que cualquiera de estos países latinoamericanos, e inclusive el Euro compraba un dólar con 60 centavos en 2010 y hoy lo hace con 80, moviéndose prácticamente en la misma proporción que nuestro país.

Para quien arguye que peras o manzanas modificaron sus precios por el precio del dólar, alguien más me ilustra que el invierno ha sido particularmente frío (en niveles históricos) y las cosechas desafortunadas son más bien las que han provocado la fluctuación. Así las cosas, la vilipendiada conductora si bien se expresaba de manera torpe no ha dicho gran mentira.

De todo esto, no queda más que recoger del fenómeno lo siguiente: que estamos tan tremendamente dolidos y molestos con cualquier cosa que suene a un afán de defender al gobierno, que incluso la información más o menos precisa se descontextualiza y sataniza en el afán de “lucha”. Que muchas veces, la crítica a quien hace este tipo de comentarios, con la pretensión de exhibir como ignorante, termina mostrando la ignorancia del atacante. Que nuestro nivel de “periodismo” y comunicación es terrible porque más allá de la propia Televisa, encontré cosas en esta semana como un artículo de “SDP noticias” que hay quien lee como si fuera un medio serio, firmado por Federico Arreola que hace una apología de la señora Legarreta en 10 puntos entre los cuales figuran cosas de la calaña de “¿El linchamiento se ha dado solo por lo que dijo Andrea Legarreta o también porque se le envidia? Por lo que expresó y por envidia. Muchos, que no hemos triunfado en la vida, no podemos dejar de envidiar a aquellas personas a las que les va muy bien. Y claramente a ella le ha ido de maravilla en su carrera: es famosa, tiene recursos, belleza, en fin, es una mujer envidiable.” Y, finalmente, que dejamos de ver lo medular del problema: ¿Es el comentario de los televisos una inserción pagada por el gobierno? De ser así, y más allá de si hay un recoveco legal que lo permita, es terriblemente inmoral que el gobierno pague por opiniones de “figuras públicas” para dar a conocer su postura. El gasto público debería transparentarse siempre con advertencias, cintillos, información, que permita saber quién es el verdadero emisor, simplemente porque es un desembolso del erario.

Ojalá empezáramos a preocuparnos por saber qué tanto ignoramos, porque mientras escogemos nuestras insignificantes batallas para mostrar “indignación”, como es costumbre, no peleamos por lo verdaderamente importante.

 

/alexvazquezzuniga

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