Entrevista a Federico Vite / Varias maneras de incendiarse - LJA Aguascalientes
25/01/2025

El autor de la novela Fisuras en el continente literario (Tierra Adentro, 2006) la cual generó polémica por llevar a la figura de Octavio Paz a los terrenos de la sátira; de los libros de relatos Carne de Cañón (Cuadrivio, 2015), Cinco maneras de incendiarse (Editorial Praxis, 2015), y la novela Carácter (Monte Carmelo, 2015) nos habló sobre sus libros.

ÓA. Platícanos sobre Carne de Cañón, en las cinco historias nos encontramos con hombres reducidos, ¿es una burla al machismo que aún impera en nuestro país?

  1. FV. Más que burla, realmente lo digo sin pretensión alguna, es una exploración de la masculinidad. Yo crezco en un matriarcado y a partir de eso defino muchas cosas, aunque el hombre sea el dador del recurso monetario, quien toma las decisiones no es él. A partir de ese pequeño juego, que permite preguntarme por qué nunca he hablado, por qué nunca he diseccionado a los hombres de mi vida, empiezo a hacer Carne de Cañón. Por eso el cierre del cuento habla específicamente de mí, para que no vayan a decir “nomás está tirándole aceite a los demás y no quiere involucrarse”, pero sí es un picudeo formal a partir de ciertos roles o papeles que tiene el hombre para manifestar su masculinidad, que como vemos básicamente son temores.

Se fundamenta el temor como una forma de afianzar la masculinidad, que es lo simpático, entonces si reconoces todo lo demás, ¿qué te vuelves? ¿Femenino? ¿O qué es lo que pasa? Finalmente por eso se hizo el libro.

También fue raro porque son textos que formaban parte de un proyecto de otro libro. Un día me siento y veo que todos hablan de lo mismo y me digo “tiene cara de libro, entonces hagamos una solicitud a ver si se publica”.

ÓA. En el cuento “Corazón de poeta” uno de los personajes protagonistas es un niño, ¿nos puedes contar un momento determinante que hayas tenido en tu infancia para que eligieras ser escritor? No relaciono de manera directa al personaje contigo, sólo me llama la atención que es un niño.

  1. FV. Es un niño muy afeminado, prácticamente es asexual. Se acerca más a la vertiente femenina. Es muy difícil puesto en mí, porque yo crezco en una ciudad donde uno se pelea con la gente por socializar, te haces heridas por socializar, descubres que eres hombre cuando estás herido. El ejercicio era más bien desde el punto de vista del personaje del padre cuando se enfrenta a alguien que no obedece esas características, entonces ¿qué hace? Él piensa que su hijo está enfermo. El cuento está lleno de sensibilidades distintas, a partir de eso decido fabular. Y como yo traigo mucho de chacota esta noción infantiloide -claro está- del corazón de poeta, del corazón virgen que siente todo, pues me dije “aquí está”, finalmente voy a sondear ese aspecto. Si lo vemos en trazos técnicos es un ritual de iniciación sólo que mal entendido. El padre lo quiere volver hombre a toda costa y entonces frecuenta los estereotipos que todos tenemos claros: las morras, la casa. Finalmente todo es un proyecto mal logrado porque no logra acercarse a él.

ÓA. Me llama mucho la atención que tus tres libros Cinco maneras de incendiarse, Carne de Cañón y Carácter sean de septiembre de 2015, o por lo menos esa es su fecha de publicación.

  1. FV. Y que los tres empiecen con C. En realidad todo es una gran casualidad. De hecho hay un cuarto libro que me lo iban a entregar en octubre, y que apenas va a llegar de Querétaro, en realidad serían cuatro. Todos son de edades distintas.

Carácter se empieza a escribir hace 15 años, lo mandé a un concurso, ganó, se tardó seis años, se publicó y no me informaron. Me regreso a Acapulco, voy a la Casa de Cultura y vienen llegando los libros. El de Praxis, tiran la editorial Praxis… entonces me preocupo un poco porque van varias editoriales en donde publico y que se cierran. Me da cosa.

Praxis me manda los libros en la misma fecha, Cuadrivio me notifica que ya está impreso también en la misma fecha, es decir fue una serie de casualidades. Todos están escritos en etapas distintas, tienen preocupaciones distintas. Lo curioso es que todos dialogan sobre el mismo asunto: una autoexploración que tiene ventanas a la masculinidad, y otras a la zona geográfica que estoy tratando de definir.

Todos refieren una vuelta a Acapulco, y lo curioso es que cuando yo los recibo ya estoy de vuelta en Acapulco.


Carácter se empezó en el DF, Carne de Cañón aquí en Puebla, Cinco maneras de incendiarse en carretera, ir y venir, una parte en Puebla, en DF, Michoacán, Acapulco. Escribirlos fue como una oficina, pero todos refieren al mismo punto de manera inconsciente. Ahora descubro que había algo que querían decirme y que sigo sin saber exactamente cómo.

ÓA. En Carne de Cañón, editado por Cuadrivio, dice que naciste en Hidalgo, ¿es un error o te gusta jugar con tu lugar de nacimiento?

  1. FV. Es una gran vacilada. Mi padre fue barman muchísimo tiempo, conoce a mi madre en Acapulco, me hacen en Acapulco, se va a trabajar a Tijuana, luego a Tampico -ya embarazada mi madre- deciden regresar a Acapulco, mi padre tiene la puntada de ir a ver a un compadre al DF, yo nazco en Tlaxcala, el compadre ya no está en el DF, está en Pachuca y mi padre dice “pues regístrenlo aquí”, me registran en Hidalgo, me llevan a Acapulco. Yo crezco de los cero a los 18 allá, y conocí Hidalgo hasta los 22 años, es decir que fue un capricho.

De la manera en la que se manejaba mi padre le pareció muy formal y muy responsable registrarme ahí, porque no sabían en dónde iban a estar. Ese es el asunto.

Legalmente no estoy en Hidalgo. Hice la primaria, la secundaria, mi primera orden de detención están en Acapulco, mi primer matrimonio es allá, me hago hombre en Acapulco por legalmente estoy registrado en Hidalgo. No tengo una empatía con Hidalgo, no tengo un imaginario.

ÓA. Percibo muchas mutaciones en los tres libros de los que estamos hablando, hay cambios importantes, transformaciones que pueden ser individuales o sociales, ¿se da de esa forma o tu preocupación sólo se va hacia la transformación individual?

  1. FV. No, no. Por ejemplo, el más viejo que es Carácter, le aposté un poco a jugar cómo estaría Acapulco años después y desgraciadamente le atiné.

El de Carne de Cañón le aposté a sondear algunos asuntos que tienen que ver con un aspecto social que determina algunas características de la masculinidad, en ese específicamente sí es muy marcado.

En el otro, sólo bordeaba algunos aspectos que se me hacen más fuertes de Acapulco pero que sí inciden, la geografía incide mucho en la forma en la que el narrador va desenvolviéndose en los tres libros.

El planteamiento para todos es el hipotético Acapulco que va y viene… No es que yo quiera… Algún día escribiré sobre Puebla.

De hecho el que abre Cinco maneras… no es cínicamente autobiográfico pero gran parte es así, y entonces empiezo a hacer los vasos comunicantes y sin pensarlo ya empiezo a estrechar a Puebla, pero la geografía sí tiene que ver.

ÓA. En Carne de Cañón sucede también, uno de los cuentos ocurre en Puebla, podemos identificar las calles, es una Puebla que no le interesa retratar ni al Gobierno ni a la gente que promueve el turismo, porque la gente que vive en Puebla y que camina por la 6 poniente, 8, 10, 12 poniente parece que no existe.

  1. FV. Es interesante. Yo viví dos años en la 9 norte y la 6 poniente, en la esquina donde ocurre ese cuento. Una esquina arriba de donde ocurre el cuento. Como anecdotario: un día nos golpean a mí y a otras dos personas, es algo que nunca quedó definido porque desapareció la patrulla. Yo me obsesiono con el tema, descubro que ahí han pasado muchas cosas, me clavo en los bares -yo de por sí frecuentaba esos bares- y veo varias cosas, pero no quise ponerlas egocéntricamente. Algo quedó de algunas cosas, de sondear esta forma sensible de entender el mundo visto desde fuera. Decido que sea ahí porque conozco sus características, eso que ocurre.

ÓA. Tienes una relación con Acapulco como de casa-madre, casa-útero, las vueltas que tienes a Acapulco, ¿cuál es la relación que tienes con el puerto?

  1. FV. Absoluta. Es una relación de amor-odio. La forma de explicarlo es si te peleas con la ciudad. Yo me escapo muy chavo de allá, decido dar un rol por el país y escaparme del país porque sentía que Acapulco no me estaba dando lo que yo necesitaba: la noción de formarse, iba y venía. Y al final yo terminé involucrado con un distanciamiento absoluto.

De pronto regreso -te estoy hablando del regreso de ahora, no como esos regresos que eran por dos semanas-, llevo siete meses allá, estoy pegado a la familia. La relación es muy violenta porque estoy constantemente reconstruyendo las partes que me hicieron feliz de allá y ya no existen, y las que existen están muy manoseadas. Estoy re construyendo mi ciudad. Y en la medida en que eso pasa me doy cuenta de que la forma de fabularlo es la única que tengo para ejercitar mis emociones.

Es curioso porque estando ahí sigo pensando como si no estuviera, como si escribiera desde fuera: esto ya no existe, y ya no existe. Acapulco me cambió la vida en todos los aspectos: crecer nadando no es lo mismo que crecer rodeado de nopales y de magueyes, te hace de forma distinta, la sexualidad es distinta, me ha costado mucho trabajo acoplarme.

Es como si fuera mi madre. Mi madre es de allá, mi abuela fue de allá, mi hermana es de allá, la gente que amo de alguna otra manera está allá. Es muy difícil que me salga de eso.

Y aparte, esencialmente en este negocio, si piensas en la cantidad de libros que se han escrito sobre Acapulco, la mayoría sólo trata un asunto paisajista. Salvo contadas ocasiones… Hay un libro de un tipo que es italiano que se apellida Piperno que retrata un poco este Acapulco que está golpeando todo el tiempo con no sólo ser turista de sí mismo. Szymborska tiene una serie de poemas en Acapulco. Hay otro escritor alemán que bordea un Acapulco que no ven los latinoamericanos, que no ven los norteamericanos.

Truman Capote, Lowry tiene una larga estancia allá, y retrató una parte de Acapulco que es muy curiosa; creo que el que más se acerca es Garibay y es curioso cómo llega a Acapulco -pide prestada una casa pero él le dio la vuelta no sólo es el paisaje sino la forma de vivir de estas personas que se hacen llamar acapulqueños y casi nunca aparecen. Por preocupación estética quisiera bordear este asunto.

Tal vez por ahí va el asunto, tratar de explicarse una ciudad a partir de eso, pero creo que la mayoría estamos viendo otro asunto, si es que lo vemos. Como somos un país que siempre ve hacia el centro por alguna razón, así seas del norte ves hacia el centro, tienes impacto y ya es como efecto dominó.

¿Escribir desde Acapulco para qué o para quién? ¿Para la gente de Acapulco? Es muy raro, estando allá en esta etapa nueva me es muy difícil socializar con la gente, piensa que le voy a quitar el trabajo o que voy a otra cosa. Finalmente soy de allá, sólo tengo que volver a reconocerme, pero la idea es ¿cómo explicas a una ciudad así? ¿Y para qué?, con un sentido estético porque sociológico… No va a haber.

ÓA. ¿El abandono y el fracaso forjan el carácter?

  1. FV. Sin duda. Ya nos lo enseñaron los alemanes. Es curioso eso porque sin proponérmelo deliberadamente, hasta hace tres o cuatro años… No la noción católica sino la indagación del mal o la banalidad del mal de que estamos mal porque así nos tocó vivir, te ayudan a reconstruir las acciones pequeñas que te llevaron a un fracaso, no quiero decir personal, sentimental o laboral.

Esa onda es lo que me ha interesado seguir desde hace rato. No creo que lo haya asimilado del todo pero es una búsqueda, creo que estética formalmente, que estoy tratando de afinar y espero que lo pueda encontrar. En la medida de lo posible me lo dará el oficio, como dicen los viejos: de sabiduría, no ahorita.

ÓA. ¿Carácter es una novela totalmente etílica?

  1. FV. Es muy curioso porque yo llevo un año y seis meses sin alcohol, y cuando llega este bebé me digo “vamos a ojearlo”, hay una repulsión muy fuerte porque ya no acabo de identificar los motores del relato. Empieza como una entrada de un diario, estoy muy clavado con Tristessa de Kerouac y me digo “yo quiero hacer algo así”, tomando como referente el paso de un huracán por Acapulco.

El alcohol es una deriva de eso: para que alguien se equivoque de verdad necesita no estar consciente todo el tiempo entonces es una acumulación. El alcohol me ha servido para equivocarme mucho, en la medida en que fabulo desde ahí no hay ningún significado, sólo es un embrutecimiento constante, es una anestesia que ayuda en la medida de lo posible -sólo en este libro- a hacer muy bien el recuento de todas esas fisuras que te ayudan a equivocarte rotundamente.

No lo planteo en la novela sino mucho tiempo después, no sólo doy cuenta del fracaso sino de la inercia de vivir en un país violento.

Es decir, fabulado desde una relativa inconsciencia, la única vez que el personaje está sobrio decide regresarse a donde lo expulsaron y que es todavía más violento, doy mi correlato de ese fracaso, solamente.

ÓA. A propósito de los temas violentos, como novelista, ¿se te impone el tema del narco?

  1. FV. No la noción del narco como una institución sino como una indagación estética. Piensa en la cantidad de libros que hay sobre una plataforma narrativa que proyecta estereotipos del narco y vas a encontrarte un chingo, piensa en una, ya sea un cuento, un poemario, una obra de teatro, una novela que te trate de explicar por qué se volvió así.

Hay códigos, por ejemplo en la gente del norte profundo, en principios de los 70, hay muchísimas nociones de por qué se volvió así. En los 90 comenzamos a tener el boom que conocemos pero sólo como un estándar de estereotipos. No creo que se imponga en la medida de lo posible como un asunto mercadológico o empresarial. Como indagación estética del mal, creo que sí vas a sondear por qué, es decir, dale la vuelta y pregúntate de qué manera está permeado todo esto.

Está muy manoseado el realismo pero todavía creo que funciona, cualquier novela realista después del 2000, forzosamente tiene que voltear en alguna de las ventanas de sus relatos a la violencia, porque es connatural a nosotros.

No puedes salir y no darte cuenta que esto se está cayendo a pedazos, si no lo haces quiere decir que estás escribiendo Ciencia Ficción y de la mala. No creo que se imponga pero sí es una obligación estética ver qué pasa.

ÓA. Ahora que hablabas sobre el remolino que se forma en Carácter, ¿es una novela sobre el caos?

  1. FV. Sí. Es la noción del mal puesta con todas las grietas. No se puede construir nada, está todo roto y a partir de eso comienzan las derivas de los relatos. La preocupación del personaje es primero si escribe, si tiene una mujer o no, si tiene una familia, si tiene trabajo, y en todos los recursos sólo le queda mentir, ser alguien que no es. Finalmente se trata de un caos.

ÓA. Retomando uno de tus primeros textos, Fisuras en el continente literario, que es agradable leer porque es muy lúdico, en este momento nos encontramos un vacío en cuanto a la postura crítica de la literatura, ¿la literatura está obligada a ser crítica?

  1. FV. Si a la literatura sólo le interesa la literatura, hay un problema porque entonces no es literatura.

Creo que no está obligada pero siempre va a haber una postura política, crítica acerca de la misma literatura y de la vida en general.

Es muy simpático que refieras desde la crítica ese libro que a mí me parece un capítulo de Los Simpson, contado sin ninguna pretensión, sin nada encima, escrito con una playera y no con un frac. Yo entrego esa novela saliendo de la ex Fundación Octavio Paz, es decir, no había ningún problema que yo pudiera poner a Paz con esas características -el problema vino después pero ese es otro asunto-.

Me parece muy simpático que los vasos comunicantes que yo conocía en ese momento, que eran los reporteros, los pilluelos, los ladrones y los escritores, desde la perspectiva del lector, fueran exactamente igual: gandallas, abusivos y envidiosos. Si eso lo junto y hago una especie de spaghetti western descubro que ofrezco una visión particular de mi repugnancia por esos vicios, usos y costumbres.

En la medida de lo posible trato de sacar el vaciado y hacer otras cosas que me interesan igual, pero tal vez con un fondo un poco más serio -tal vez porque tampoco es tan serio lo que hago- porque me preocupa el humor como uno de los sentidos de la inteligencia, y a partir de eso ofrezco muchas vertientes sobre la postura crítica que eventualmente se logra ver porque siempre está permeado de otros asuntos.

Por ejemplo decías del alcohol en Carácter; también hay una postura bien clara en cuanto al ejército. La cantidad de atrocidades que hacen las personas en el libro están vestidas como militares.

ÓA. Y en Carácter hay una especie de revancha pues violan a un soldado…

  1. FV. Finalmente sólo es una postura ante eso, eventualmente parece un poco salido de tono, no puede ser tan duro algo que dura tan poco, que es la vida de un personaje, pero quería meter en todo eso el cedazo de todo lo malo a ver qué ocurría.

Volviendo al asunto, creo que hay espacios que la literatura te permite para ser crítico. Lo que no creo es que alguien pueda evitarlo, forzosamente habrá una postura dentro de cada correlato ficcional o específicamente ensayístico o dramático o poético, siempre va a estar ahí.

ÓA. ¿Un escritor guerrerense está obligado a hablar de los 43?

  1. FV. En la obra no creo. Pero evidentemente, sí. Así como está obligado a hablar de los secuestros a tortilleros, formalmente, expendedores de masa, a taxistas, a vendedores ambulantes. De pronto tenemos una habilidad en México para encumbrar mártires. Quiero decir: el dolor de ellos es el mismo dolor de las otras personas, claro el dolor de ellos es prácticamente maquinado. No por eso vamos a soslayarlo. Lo que quiero decir es que el pronunciamiento no sólo es hacia ellos, es hacia muchísima gente.

Como te digo que es un laboratorio social, en Acapulco están pasando cosas realmente increíbles. La Secretaría de Educación del Estado de Guerrero, por alguna razón que uno no entiende, entrega la hoja de las personas que están recibiendo sus aguinaldos a quien se le ocurra, por el IFAI. Entonces la gente que se dedica a extorsionar va uno por uno, hubo una especia de paranoia porque tú ya cobraste, entonces te van a secuestrar. Era como venir a pagar la raya.

Así como estamos obligados a hablar de los 43, estamos obligados a hablar de la gente que está cerrando sus locales en la Costera porque no tiene garantías, porque los incendian, porque la gente que está detentando el poder no tiene ningún problema en matarte o desaparecerte exactamente igual que a los 43. Tú puedes tomar un taxi y ya no sabes si es un taxi. Eso es lo de menos, tú entras al cajero y no sabes si vas a volver a salir.

En todas partes hay alguien que está tratando de pasarse de listo, y me parece que si no estamos denunciando esto es por miedo. Pero en la medida de lo posible estamos fomentando un discurso de histeria que no le ayuda a nadie, y tampoco lo resuelve.

Este lunes va el segundo vendedor ambulante que liquidan en pleno malecón. A un lado está la aduana federal ya vacía, ya no llegan buques, yates, ¡estás frente al zócalo! Te pueden matar igual. Ya ha habido tres persecuciones en lancha a balazos. No sólo son los 43. Estamos hablando de un territorio que ya no le pertenece a la gente que vive ahí.

A mí me sorprende que todo mundo se cuelgue de la bandera de los 43. Me sorprende porque parece que el discurso se acaba y se agota ahí. Es el mismo asunto que el de la imposición de las instituciones como el narco.

No sólo es eso, hay algo mucho más abajo y mucho más impactante que repercute en tu inmediatez: quieres comprar tortillas y ya no hay tortillerías abiertas. No puedes ir a comprar a un súper con la misma libertad que lo hacías antes, es así de fácil. No puedes salir a comprar medicina a las 10:00 de la noche por lo mismo. Hay muchísimas cosas que denunciar.

Me parece muy razonable que los canales para denunciar eso sean Twitter o Facebook, pero me parece que estéticamente podría hacerse un correlato de esto. Es un caldo de cultivo para una novela negra, no sólo literario sino porque es un punto de vista: ¿a quién llegas con esto? Estás resguardando no sólo tu patio sino el del otro.

Por ejemplo allá llega alguien con botas a una cafetería y te da miedo, pero ¿por qué te debería de dar miedo?, cuando estamos acostumbrados a que sea un lugar en donde la gente se viste como quiera. Porque hay un discurso de conquistador, que nos está diciendo que todo aquel que sea distinto te puede hacer daño. No sólo son los 43 sino somos todos los que estamos ahí.

Hay un fenómeno bien fuerte, se llaman desplazamientos por violencia, que nos enseñó Colombia, que eso es terrible porque después de eso ocurren cosas muy desagradables. Allá llevamos seis años, que no son tantos pero ya es algo fuerte, seis años de que se está desplazando la gente no sólo por falta de trabajo sino por violencia.

Donde yo estaba viviendo, el barrio se llama La Victoria, tuvimos que movernos porque llegan, te ofrecen 50 mil pesos, te sacan de ahí y se apropian porque se vuelve casa de seguridad, con todo lo que implica: metes armamento, gente secuestrada, desaparecen cadáveres, y es en donde llevas viviendo toda tu vida. Y eso sucede hoy, más tarde, no sabes. Pero si no tomas esos 50 mil pesos lo que sucede es que te exterminan. La gente se está yendo de ahí, de una parte que se llama El Anfiteatro de Acapulco, que es la zona más violenta. Estás hablando de que son desplazamientos de violencia como en Bosnia. Y tampoco hay denuncia de eso.

Qué bueno que se hable de los 43 pero esto es igual, es exactamente igual. No hay donde deposites tu sueño, que es lo que desespera. Te vas de la casa donde creciste porque no hay quién pueda contener a quien te quita tu sueño. Qué bueno que aquí no ocurren esas cosas, seguramente pasa también en Tampico, en Colima, que es una ciudad de la que no nos dan muchas noticias, en Nayarit, en Puerto Vallarta. Yo estoy en Acapulco y veo eso.

Hay otros espacios que también ejercito periodísticamente, desde ahí ofrezco el correlato de lo que te digo. Pero es igual de fuerte y de impactante. Cuando creces en la primaria, en donde te dieron tu primer beso de niño y descubres que todo está lleno de cruces, estás abandonando todo eso que te hizo feliz. A eso me refiero con estar reconstruyendo ese Acapulco.

Es un asunto muy cabrón porque no ves que pueda resolverse. La marina no ha funcionado, el ejército no ha funcionado, si a esos dos le sumas la gendarmería, tampoco ha funcionado. Son chicos de 18 o 20 años, que los ves y no saben comportarse en una situación así, los ves cansados, deshidratados, es gente que no está acostumbrada a vivir con esas temperaturas. No ve bien, están cegados por el sudor. Características elementales que te hacen pensar que sólo es una forma de tapar los boquetes.

Tampoco creo que sea un narcogobierno, no creo en esas características. Sí creo que es una zona de guerra, desgraciadamente parece así. ¿Qué ocurre cuando haces una declaración de zona de guerra? Toma posesión la Federación. No hay condiciones para hacer eso. Primero porque no le van a hacer caso a un puerto, pareciera que Acapulco sólo es la franja costera y no. Eso es lo importante, lo vital: si estás desprotegiendo al resto estás cerrando y ahorcando sólo el paisaje.

ÓA. Ante este panorama que nos estás planteando, ¿cuál es la salida? Olvidemos la literatura, ¿habrá una mejora social?

  1. FV. No creo. A diez años, después de las cabezas, sólo se ha refinado, se ha especificado lo que quieren hacer: liquidar a algunas personas pero en el inter te llevas a más. No creo que se detenga.

Lo que a mí me parece todavía más difícil de pronosticar es que se tenga la noción de lo que está pasando. Es decir, te lo platico como si estuviéramos allá, salimos y nos vamos a casa, el asunto es que si es diario, prácticamente nos volvemos inmunes aunque esté ocurriendo.

Lo peor que puede pasar es que nos acostumbremos a eso. Que creo que ya está ocurriendo allá. Pero no creo que se detenga, al menos en tres años no creo que eso se detenga.

Lo peor que podría pasar es que nos acostumbremos. Alguna lógica debe de tener que la literatura sirva para sensibilizar, quiero decir para ser partícipe de un dolor ajeno. Ha servido que las zonas de mucho conflicto allá, en La Zapata, El Renacimiento, que tomen talleres de literatura porque les hace pensar que el mundo es más grande. Sé que suena a un lugar común horrible, pero en la medida en la que no sólo tienes el hambre y el plomo y descubres que puedes soñar de otra forma, con música, cine, teatro, el mundo se hace más grande. Y me parece que en algún momento alguien tendrá la oportunidad de acomodar los hilos aunque sea de su familia.

ÓA. Una última pregunta, ¿qué es el amor?

  1. FV. Uy. Como dice Lizalde: recuerdo que era una blanda furia no expresable en palabras.


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