Felicidad y subjetividad / El peso de las razones - LJA Aguascalientes
15/02/2025

 

¿Es la felicidad un estado subjetivo? Parece, de entrada, que nuestra comprensión ordinaria de la felicidad así lo indica. Basta buscar el significado del término en la RAE: los dos primeros usos que recopila la Real Academia de la Lengua lo categorizan como un estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien, o como una forma de satisfacción, gusto o contento. Así, la felicidad sería un tipo de estado mental que se tiene o del que se carece, y que parecería depender por completo de su poseedor. Hasta aquí, todo bien. Las mentalidades posmodernas levantarán el dedo: ¿quién sería tan dogmático para atreverse a desdecir a alguien que dice, y en verdad cree ser feliz?

A pesar de ello, muchas veces también sucede lo contrario: solemos juzgar la felicidad o infelicidad de las personas a partir de criterios —al menos en apariencia— objetivos. No obstante, dichas prácticas —pensarán nuestros vecinos de mentalidades hipertolerantes— por fortuna van cayendo en desuso. ¡Basta con que alguien diga y crea en verdad ser feliz para probar que lo es! La corroboración es enteramente subjetiva. Ser feliz es casi como sentir dolor —piensan ellos—, algo que no se puede medir, algo que no se puede conocer más que experimentándolo en primera persona. La felicidad —perdonarán mi tecnicismo— es para ellos un estado fenoménico: interno, privado y subjetivo.

Ahora bien: ¿es en verdad dicho concepto de «felicidad» nuestro concepto ordinario? ¿Cómo saberlo? Algunos filósofos han diseñado un experimento que busca corroborar o refutar dichas aseveraciones. Para ello encuestaron a diversas personas, a las cuales se les ponía uno de los siguientes cuatro escenarios, y al final se les hacía una pregunta:

Escenario 1.  María es la madre de tres hijos que realmente la aman, de hecho piensan que no podrían tener a una mejor madre que a ella. María normalmente está ocupada cuidando a sus hijos: usualmente va con ellos a fiestas infantiles, va con regularidad a hacer las compras que se requieren en la casa, o de útiles escolares que les piden en la escuela a sus hijos. Mientras se preocupa por ellos, también se da tiempo para convivir con sus amigas. Por las noches se dedica a idear nuevos e interesantes proyectos, o bien planea el futuro de ella y sus hijos. María se siente emocionada de la vida que lleva, disfruta de todo aquello que hace, y cada que piensa en su vida como un todo se siente genial. Ahora, del (1) al (6) —siendo (1) estar fuertemente en desacuerdo, y (6) fuertemente de acuerdo— ¿usted qué número asigna a la siguiente oración: «María es feliz»?

Escenario 2. María quiere vivir la vida que llevan las celebridades en Los Ángeles. De hecho, ha salido con algunas de ellas. La mayor parte de su tiempo lo invierte tratando de ser popular: va de una fiesta a otra, regularmente va a comprar alcohol al supermercado, y también ropa para salir de noche. Pasa tanto tiempo tratando de ser popular, que ya no le importa ser honesta o buena con sus amigas, a menos de que alguna de ellas conozca a alguien famoso. Casi todas las noches las termina ebria o consumiendo alguna droga, justo como aquellas personas a las que se desea parecer. María se siente emocionada de la vida que lleva, disfruta de todo aquello que hace, y cada que piensa en su vida como un todo se siente genial. Ahora, del (1) al (6) —siendo (1) estar fuertemente en desacuerdo, y (6) fuertemente de acuerdo— ¿usted qué número asigna a la siguiente oración: «María es feliz»?

Escenario 3.  María es la madre de tres hijos que realmente la aman, de hecho piensan que no podrían tener a una mejor madre que a ella. María normalmente está ocupada cuidando a sus hijos: usualmente va con ellos a fiestas infantiles, va con regularidad a hacer las compras que se requieren en la casa, o de útiles escolares que les piden en la escuela a sus hijos. Mientras se preocupa por ellos, también se da tiempo para convivir con sus amigas. Por las noches se dedica a idear nuevos e interesantes proyectos, o bien planea el futuro de ella y sus hijos. Sin embargo, María se preocupa de que nadie la ame, y cada que piensa en su vida se siente terrible. Ahora, del (1) al (6) —siendo (1) estar fuertemente en desacuerdo, y (6) fuertemente de acuerdo— ¿usted qué número asigna a la siguiente oración: «María es infeliz»?

Escenario 4. María quiere vivir la vida que llevan las celebridades en Los Ángeles. De hecho, ha salido con algunas de ellas. La mayor parte de su tiempo lo invierte tratando de ser popular: va de una fiesta a otra, regularmente va a comprar alcohol al supermercado, y también ropa para salir de noche. Pasa tanto tiempo tratando de ser popular, que ya no le importa ser honesta o buena con sus amigas, a menos de que alguna de ellas conozca a alguien famoso. Casi todas las noches las termina ebria o consumiendo alguna droga, justo como aquellas personas a las que se desea parecer. Sin embargo, María se preocupa de que nadie la ame, y cada que piensa en su vida se siente terrible. Ahora, del (1) al (6) —siendo (1) estar fuertemente en desacuerdo, y (6) fuertemente de acuerdo— ¿usted qué número asigna a la siguiente oración: «María es infeliz»?

Los resultados del experimento fueron interesantes. En primer lugar, se presentó una asimetría estadísticamente significativa entre los juicios que hacían las personas sobre la felicidad e infelicidad de María: en los escenarios (1) y (2), a pesar de que ambas Marías presentaban los mismos estados psicológicos —«sentirse emocionada de la vida que lleva», «disfrutar de todo aquello que hace», y «cada que piensa en su vida como un todo sentirse genial»— las personas tendían a atribuirle mucho mayor felicidad a la María del primer escenario que a la del segundo. Por el contrario, en las respuestas a los escenarios (3) y (4), las personas atribuyeron la misma infelicidad a ambas Marías. La primera conclusión es simple: juzgamos asimétricamente felicidad e infelicidad en las personas. Dicha asimetría se explica del siguiente modo: mientras parece una condición suficiente creer que se es infeliz para que juzguemos a una persona como infeliz, no parece una condición suficiente creer que se es feliz para juzgar a alguien como una persona feliz. La asimetría desaparece cuando lo explicamos así: mientras es una condición necesaria para ser feliz creer que se es feliz, creer que se es feliz no es condición suficiente para serlo. En términos más simples: que una persona no se sienta feliz y no se crea feliz basta para que no sea feliz, pero creer que se es feliz y sentirse feliz no basta para serlo. El experimento parece desdecir a nuestros incómodos posmodernos. La felicidad no parece ser juzgada por las personas como un estado exclusivamente subjetivo. Por el contrario, como se muestra en los escenarios (1) y (2), lo que la gente toma en cuenta para juzgar a la primera María como feliz y a la segunda como no feliz es el tipo de vida que llevan. Y este criterio para nada es subjetivo.


[email protected] | /gensollen | @MarioGensollen


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