Esta ya la he contado varias veces en radio o /AUTONOMÍA. Me encontraba viendo Ted, la película de un oso felpudo con Mark Wahlberg, cuando me doy cuenta que hay un niño dentro de la sala. Sin contexto, esto puede sonar completamente normal, pero resulta que Ted es una [malísima] película clasificación C con harto humor escatológico, alusiones sexuales y un lenguaje vulgar. Los gringos dirían que fluctúa entre lo raunchy y lo racy. Nada de que espantarse, solamente que no es material para seres humanos en edad de ir a la primaria. Y resulta que un oligofrénico tenía a su hijo en la sala. ¡Eso me indigna!
Siempre he mantenido la teoría de que la gente está en la fila del cine con la baba saliéndoseles de la boca, decidiendo apenas para qué película van a comprar los boletos y comprobando porque las distribuidoras ponen títulos tontos y espoilerosos. Bichos: Una aventura en miniatura, Cloverfield: Monstruo. No digo que todos debamos ser expertos en IMDB y leer toda la basura promocional que mandan Warner y Universal, pero ¡hay que saber en qué gastamos!. Total que el sujeto entró un sábado por la tarde con su hijo a ver Ted pues “porque tiene un osito”. Dejando de lado los pendejos y me agarras el rifle, la película tiene su nadir en la escena donde el oso tiene relaciones sexuales con una cajera (raza humana) fuera de cámara pero con todo y orgasmo. El niño, a dos asientos de mí, pregunta a su no tan honorable progenitor: “Papá, ¿qué le hacía Ted a la señora?”, el hombre sin estar inmutado o saliendo de inmediato de la sala junto al menor, responde que “nada, jaja, la estaba golpeando”. Y es el resumen del grueso de las audiencias mexicanas.
Mencioné que la película estaba en español porque a alguien se le ocurrió que estaba bien agendar el grueso de las funciones de una cinta clasificación C que depende en gran medida de la acción verbal, en una traducción chabacana y tropicalizada. ¿Saben que otras películas suelen mandar en un 99% de las salas en español? Las de niños. Falla de la distribuidora. Falla de Cinépolis al no decirle al viejo que estaba mal lo que hacía. Y, más importante, falla del sujeto por a) no enterarse en qué gasta su dinero y b) no importarle qué ve su hijo. Muchos me van a querer golpear, pero creo que estaba viendo a un mal padre.
Un amigo que hasta hace poco compartía oficina conmigo me decía que al manifestar en su hogar, con sus padres, que está a favor del matrimonio igualitario, sus familiares le dijeron que no sabía de qué hablaba y “lo entenderás cuando tengas hijos”. Ay goey. Esa respuesta cada vez la escucho más en este mundo tan moderno. La verdad me siento alienado ante eso y que mucha propaganda tanto política como comercial va dirigida hacía argumentos de proteger a la familia. Creo que eso es necesario al no ahorrarse unos miles de pesos y elegir el modelo de coche más seguro, o poner protecciones en casa. La campaña del candidato ganador a gobernador de Aguascalientes, se basó durante la recta final en defender a la familia porque familia. Familia Familia Familia. Tal vez es cómo fui educado, pero la familia se mama en casa. Los valores te los dan en casa. Tus padres. Es su responsabilidad. Y la de uno al momento de tener hijos. No podría confiarse al estado porque no confio ni creo en sus capacidades para ese tema en específico. ¿Dejarle todo a un maestro del SNTE? Prefiero que le hablen los Simpson. Es decir: no.
Me queda claro que gente como el hombre que llevó a su hijo a ver Ted está feliz con que el estado decida sobre su cama, su casa y sus hijos. Y los de los demás.
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