La geopolítica del putsch turco / Taktika - LJA Aguascalientes
13/10/2024

Estambul, Turquía. 16 de julio de 2016. Rodeado por una muchedumbre delirante, la cual lo ve como si fuera el mismo Zeus descendiendo del Olimpo, el presidente Recep Tayyip Erdogan se dirige a sus adláteres y exclama: “Por favor acepten nuestra solicitud si nosotros somos socios estratégicos. Yo le solicité previamente que deportara o lo entregara a Turquía. Le dije que estaba planeando un golpe de Estado pero tú no escuchaste”.

La multitud, embravecida como el mar, responde con gritos de: “¡Muerte a Fethullah Gülen!”. De esta manera, el líder turco insinúa la participación de su aliado, los Estados Unidos, en el fallido golpe de Estado contra su gestión.

La escena arriba descrita sirve como prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar los antecedentes y las consecuencias geopolíticas del fallido golpe de Estado en Turquía.

La posición de Turquía “como un puente terrestre ubicado entre el Mediterráneo al sur y el mar Negro al norte la hace, en parte, una nación isla”1. Por lo tanto, cualquier acción en materia de política exterior o militar que se emprenda desde Turquía, país ubicado entre dos continentes, tiene repercusiones en el ámbito regional y global.

El 19 de junio de 2016, Bulgaria, a través de su primer ministro Boyko Borissov, rechazó la instalación de una base permanente de la Organización del Atlántico Norte (Otan) en el mar Negro. Bajo la Convención de Montreux de 1936, los países que no tienen costa en ese cuerpo de agua no pueden tener buques de guerra por más de 21 días.

Días después, el 29 de junio, Turquía y Rusia sellaron -después del derribo de un avión ruso en la frontera con Siria, ocurrido el 24 de noviembre de 2015-, su reconciliación con la conversación telefónica entre Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin. Este evento cimbró a las cancillerías y los servicios de inteligencia del orbe, pues Turquía no consultó con ninguno de sus aliados, incluidos los EUA, Alemania y Arabia Saudita.

Esta componenda, en la cual Turquía tuvo la iniciativa, fue interpretada de la siguiente manera: para Erdogan el Brexit significaba que la oportunidad de que algún día Turquía fuera miembro de la Unión Europea se habían evaporado, y por lo tanto él decidió reconciliarse con los vecinos de Turquía fuera de la Unión Europea. Asimismo, Erdogan se dio cuenta que el apoyo ruso al régimen de Bachar al-Assad hacía “imposible su derribo y que por lo tanto tenían que lograr un acuerdo con él”2.

Es dentro de este contexto geopolítico que ocurrió, el 15 de julio, el intento de golpe de Estado –Putsch, en alemán-, mediante el cual miembros de las Fuerzas Armadas de Turquía desplegaron vehículos blindados y comandos en la capital, Ankara. En Estambul, la metrópoli económica de Turquía, tanques Leopardo ocuparon los puentes que atraviesan el Bósforo.

El putsch fracasó debido a tres factores principalmente: primero, las tropas turcas desplegadas en las fronteras con Irán y Turquía proclamaron su lealtad a Erdogan; segundo, el presidente turco pudo comunicarse, a través de las redes sociales, con sus seguidores, a los cuales ordenó salir a la calle para “defender la democracia y el orden constitucional”; el primer ministro, Binali Yildirim, anunció una zona de exclusión aérea sobre Ankara. Este último evento fue la puntilla para los golpistas.


Inmediatamente, Erdogan y sus acólitos comenzaron a buscar a los autores materiales e intelectuales del putsch. El primer sospechoso fue el teólogo Fethullah Gülen, exiliado en la Unión Americana y líder de Hizmet (“El Servicio”, en turco), una iniciativa islámica de corte social cuya sede está en Pennsylvania, Estados Unidos.

Gülen, antiguo aliado político de Erdogan, fue acusado, en 2011, por el jefe de los servicios de inteligencia de Turquía, Nuri Gundes, de que Hizmet era una fachada para las actividades norteamericanas en las ex repúblicas soviéticas en Asia Central. En pocas palabras, Gülen tiene “usos continuos para las estrategias regionales estadounidenses en muchas partes del mundo”3.

El sábado 16, el ministro del Trabajo, Süleyman Soylu, acusó públicamente a la Unión Americana de respaldar el putsch. “Los Estados Unidos están detrás del intento de golpe de Estado. Por muchos meses hemos enviado solicitudes de extradición a los EUA concernientes a Fethullah Gülen. Los EUA deben extraditarlo”.

Para acentuar su furia con los EUA, Turquía cerró el acceso a la base aérea de Incirlik, en donde los estadounidenses tienen almacenadas armas tácticas nucleares y realizan actividades de inteligencia electrónica. Por último, cortaron la energía eléctrica.

El jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, conversó con su contraparte turca, Mevlut Cavusoglu, y le dijo que las insinuaciones públicas de que los norteamericanos habían planeado el putsch eran falsas y dañaban las relaciones entre dos aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Es significativo el apoyo que Erdogan recibió por parte de los medios de comunicación oficiales de Irán y Rusia, lo cual insinúa un acercamiento en las posiciones de los tres países con respecto al conflicto en Siria.

Por otra parte, en Alemania se ha expresado preocupación respecto a la posible aplicación de la pena de muerte a los golpistas. Además, queda en el aire el acuerdo mediante el cual Turquía, a cambio de dinero, impedía el éxodo de los refugiados con rumbo a Europa.

¿Quién apoyó a los golpistas? ¿Informaron los servicios de inteligencia iraníes y rusos a Erdogan sobre el putsch? ¿Fue un autogolpe de Estado, como sugirió Fethullah Gülen? Todas estas interrogantes serán resueltas en los días por venir.

Aide-Mémoire.- ¿Plagió Melania Trump a Michelle Obama?

 

  1. – Kaplan, Robert D. The Revenge of Geography: What the map tell us about coming conflicts and the battle against fate. Random House, New York, 2012, p. 285
  2. – Turkey tries to make peace with Russia. What we know so far https://goo.gl/k1vO7i
  3. – Erdogan taunts Obama over coup attempt in Turkey http://goo.gl/OKo3ii

 


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