- Román Villalobos mantiene una apuesta que aporte a las letras del bajío
Román Villalobos (Lagos de Moreno, 1991) se define a sí mismo como un joven creador, licenciado en Humanidades con orientación en Letras por la Universidad de Guadalajara. Participó en el libro de poesía Pieza de paso (CULagos Ediciones, 2015) fue incluido en la antología Un canto me demanda: memoria de poesía laguense (Ediciones Papalotzi, 2011). Textos suyos se han difundido en revistas y blogs como La Cigarra, Himen, La Rabia del Axolotl, Enter Magazine, Tenían veinte años y estaban locos, entre otros. También ha impartido talleres de lectura y escritura creativa, la mayoría orientados a adolescentes y estudiantes universitarios. Actualmente trabaja como productor en Radio UdeG en Lagos y escribe para la revista virtual Hýbris. Mantiene esporádicamente el blog losnaufragios.wordpress.com
Pequeña ciudad eléctrica (Editorial Montea, 2016) es su primer trabajo en solitario y conversamos con él, a propósito de la presentación que se realizará en Casa Terán este sábado 2 de julio a las 20:00.
Tania Magallanes (TM): De la lectura de Pequeña ciudad eléctrica me quedó muy clara la visión del lugar abierto, de la provincia de la provincia, como titulas uno de tus poemas, y conforme avanzaba no pude evitar pensar en el Estridentismo, en cómo los poetas que pertenecieron a esta corriente empezaron en un lugar pequeño y terminaron por desplazarse hacia al centro por esa necesidad de darse a conocer. Me parece que tú lo que haces desde tu trinchera y así lo vas armando. En el libro existe una idea de descentralización que buscamos ahora los que somos de provincia, queremos que las cosas surjan desde acá, esto lo vi en tu poema “Por Ojuelos”, ese matiz al dialecto de su gente, cómo entender la migración al norte como realidad cotidiana y común de estos lados, Jalisco, San Luis, León, cómo sucede y se refleja en nuestros pequeños espacios, y que al final regresa a la idea de descentralización, ¿cómo es que nosotros, los provincianos que no migramos, los que preferimos no desplazarnos, hacemos que las cosas surjan desde acá?
Román Villalobos (RV): Curiosamente sí hay un poco de corte o de tinte Estridentista al menos en la concepción original, del momento en el que fui juntando los textos para este libro, precisamente por eso que señalas, la onda expansiva de la provincia hacia otros lugares, pero era más como se dice en la “Provincia de la provincia”, me pasaba que estando aquí en Lagos, o en la provincia en general, yo leía las notas, los periódicos en línea, los blogs, yo veía todos estos nombre, los nombres de mi generación o de generaciones un poquito más arriba de la mía en edad y en producción, y me parecía un mundo por completo lejano, como alejado, lo que me hacía voltear a mi alrededor polvoso, polvoriento, y ver qué hay aquí, cuál es la voz de los que estamos aquí, cuál es el panorama, qué es lo que tenemos, qué es lo que hacemos, y descubrí eso, que los nombres de todas esas personas son como cualquier otro nombre, no te dicen nada, es gente que nunca vas a ver, a la que difícilmente vas a leer, es de cierto modo una especie de queja pero sin el tono de reproche, es más bien como un: pues mientras allá está pasando todo esto, aquí hay un panorama completamente diferente, nos enfrentamos con otro tipo de cosas, con la indiferencia, con la falta de oportunidades, con el centralismo, que existe en muchos estados, en comunidades alejadas de sus capitales, entonces sí, hay un discurso de cierto provincialismo militante, si lo quieres ver así, está como la intención de decir esto es lo que yo veo, lo que pasa.
TM: En tu libro la palabra aparece como un medio de defensa personal para contrarrestar la soledad, sea una ciudad pequeña o no, Aguascalientes o Lagos de Moreno, no cambia mucho de lo que pasa en comunidades más pequeñas, que todavía somos ese tipo de ciudad que, sin importar la topografía, está en una especie de lucha contra el sistema, a favor del progreso. La lengua, lo que te da identidad, que nos hace pensar en nuestras creencias, recordar el pasado, prever el futuro…
RV: El rollo de la ciudad eléctrica va por un doble juego con una imagen que a mí me gusta mucho. Por un lado la pequeña ciudad eléctrica es espacial, es decir, es todo espacio, todo lugar que se te llena de memorias, recuerdos, porque lo has ido habitando durante mucho tiempo, en cada esquina, cada lugar representativo te provoca o te trae a la mente una imagen como un chispazo y te dices, híjole, aquí me pasó esto, con esta persona, o aquí recordé esto o viví esto, y al final tu ciudad natal o en la que vives por mucho tiempo se te vuelve un lugar que te despierta todas estas explosiones que en su expresión más pura, más biológica, más reducida son chispazos eléctricos neuronales, esa era mi pequeña imagen, la del escalofrío, la del choque en la cabeza, que a final de cuentas eso es toda imagen y todo recuerdo. Y está la otra parte, la pequeña ciudad eléctrica mental, el recuerdo de todo lugar y de toda ciudad, en donde hemos estamos, cada lugar lo guardamos en nuestra memoria, y se va modificando y deformando con el tiempo, y es una ciudad pequeñita contenida en algún punto de esta rama que es nuestra mente, es este doble juego que está en el libro, dos terceras partes es la pequeña ciudad espacial, y la de en medio es el conjunto de pequeños lugares que uno guarda, testimonio y juego con esa realidad.
A mí me llamó muchísimos la atención cómo el hecho de vivir en una provincia se cuela en tu forma de concebir las cosas, de conducirte, en tu forma de pensar, de tal modo en que uno llega a creer que en el espacio en el que vive condiciona lo que crees, escribes, imaginas, entonces hay muchas emociones encontradas cuando eres creador, cuando te desempeñas o te educas en un lugar así. Hay cierto temor, ansiedad a quedarte olvidado, o nunca tener oportunidades o quedarte tal como luce el páramo, como un personaje de novela costumbrista, completamente atrapado en tu realidad y sin oportunidad de modificarla de ningún modo, entonces también está presente esa vena ansiosa, temerosa, y al mismo tiempo decir: pues no pasa nada, hay menos presión, menos fuerza, tensión al momento de crear, hay menos competencia también, pero por lo mismo es uno el que tiene que exigirse cierto parámetros para no quedarse estancado, el rollo de lo geográfico, lo espacial metido en el discurso poético, narrativo y es uno de los motores del libro en general. Muchos textos fueron escritos en periodos muy distantes entre sí, 2010-2015, pero en general si están agrupados todos entre sí es porque fueron parte de ese proceso de cómo lo geográfico, espacial, la realidad en la que estamos se coló en el momento del discurso.
TM: Pienso en un joven López Velarde, el poeta nacional, con un panorama costumbrista en “Suave Patria”, pero con una producción impresionante, su temporalidad, dónde escribió, su erotismo… Hay oportunidad, una puerta abierta para explotar el provincialismo desde múltiples facetas.
RV: Sobre todo al hablar del provincialismo militante, la necesidad de todo creador de voltear a las calles, al suelo que está pisando, todo se dio por un efecto grupal, yo lo retomé porque era algo que en mi generación en la universidad aquí en Lagos, un grupo de creadores reflexionamos en nuestra condición de jóvenes creadores en la provincia, las preguntas típicas de todo aquel que se reflexiona sobre su origen, quiénes somos, cuáles son nuestras raíces, hacia dónde están orientadas, en dónde están cimentadas, y nosotros como creadores en lo literario no solo nos nutrimos del habla coloquial de la zona, sino también en la carga artística y literaria, que nos dimos a la tarea de conocer. En mi caso una de las influencias más profundas, no fue sólo Velarde, mi lectura más profunda, una influencia, fue de un poeta cercano a Velarde, un poeta laguense llamado Francisco González León que fue o es el poetas moderno más reconocido en esta zona y que tiene un discurso completamente bucólico, contemplativo, en un arraigo por la zona. Es un discurso completamente provinciano en el sentido de exploración del pueblo como espacio de vivencia.
En este sentido, nosotros asumimos una condición de bisnietos de González León, vimos a nuestra parentela en las generaciones posteriores, y nos preguntamos cuál es nuestro panorama como autores jóvenes, de estas charlas surgió una revista llamada los Idus de marzo, donde publicamos autores de la zona, del bajío, de otras partes del país tratando de jalar a Lagos en un poco de lo que se hacía en literatura, hicimos traducciones y tratamos de observar lo que se hace en otros lados, y también para mostrar a otras partes lo que se hace aquí, fue una especie de doble función, eso fue en un inicio con la revista, después adoptó otros matices.
Después surgió un libro llamado Pieza de paso con otros tres jóvenes autores laguenses, éramos cuatro poetas jóvenes, y se ve el discurso provinciano con cuatro rutas, completamente discursos diferentes, pieza de paso por conectar, como pasillo, las obras incipientes de todos nosotros, que es lo que compartimos todos naciendo aquí, creciendo aquí, viviendo aquí, nutriéndonos culturalmente aquí, cuáles son los pasillos que nos conectan, y eso fue lo que dio origen a esa publicación.
De estas reflexiones al menos en mi caso surgiría la selección de Pieza de paso y también lo que elegí para la Pequeña ciudad eléctrica, que en todo caso fueron piezas contemporáneas, por ahí de un periodo entre 2010, 2012, 2014, como 5 años de textos compilados.
TM: No podemos dejar de lado las influencias, las lecturas que hemos hecho y nos llevan por ciertos senderos. Con esto, ¿tu epígrafe de Raymond Carver?, esos cortes de tajo que él hacía en sus cuentos, sus marcas de cotidianidad, sus días tan lentos con tantos detalles, que en tu lectura se traslada a tu espacio…
RV: Para delimitar la idea general del discurso las lecturas de Carver me ayudaron mucho con esta visión tan personal, tan fría, a veces de lo crudo que es la vida en lo rural. Un poeta chileno que se llama Javier Campos, con su libro bellísimo que se llama la Ciudad en llamas, me marcó mucho por la forma en que trabaja lo sensorial y la ciudad, el espacio vital. Otra lectura importante fue del chileno Jorge Teillier con la poesía lárica, la defensa de los lares ante el mundo moderno, que es una visión súper nostálgica, súper cargada de melancolía y de espacios muy solitarios y muy lúgubres, y así en conjunto me llevaron a mí a decir, bien, asumo mi posición en este espacio geográfico y vamos a ver de qué está hecho.
TM: Otra marca que está en Pequeña ciudad eléctrica es la del Román que hace un desdoblamiento, del Román ordinario, del creador al narrador.
RV: Sobre la forma en que está redactada buena parte de los poemas del libro, los diálogos, es un vidrio, un enfoque producto de un padecimiento que tengo y que yo no sabía que lo tenía que yo reconocía en mi persona, me diagnosticaron recientemente un trastorno de ansiedad que se llama trastorno de angustia con agorafobia, lo que me impedía acudir a espacios concurridos porque me daban pequeños ataques de nerviosismo y de pánico. El discurso de la ansiedad es precisamente un rollo donde tu mente está constantemente haciendo observaciones sobre ti, sobre el espacio, sobre los alrededores, sobre las sensaciones, sobre el tiempo, sobre lo evidente lo que no es evidente, sobre lo futuro, sobre lo pasado, y todo se engloba, se atropella y se disloca y se abre y se rompe y son puertas que se abren y se cierran y en apariencia no te llevan a ningún lado, entonces yo empezando a estar consciente de eso hace unos meses fue que empecé con las dos terceras partes del libro que se llama “Visita permanente”, me propuse darle espacio a esta voz, a este atropello, a este flujo, no me gusta llamarle monólogo interior porque no es tanto un monólogo, es más bien un diálogo más activo, un cuestionarse y preguntarse a sí mismo, eso para mí es el discurso de la ansiedad, si bien no sé cuál es el tema del libro, yo siempre digo que en la poesía no es tan importante el tema, sino la fuerza que impulsa la creación de del poema, en este caso la fuerza que impulsa la creación fue estos poemas fue el rollo de la ansiedad, fue un filtro personal mediante el cual pasaron todos estos motivos, todas estas temáticas, un rollo completamente mental, una visión mental antes que otra cosa.
Parte de la labor de ese filtro, de ese ritmo de la ansiedad es el enlace de lo provinciano, de lo espacial, de la geografía de estos páramos, es el enlace con lo humano, cómo transformas tu visión de algo particular en algo que pueda ser comprendido o sentido por alguien que no conozca estos lugares, de lo que se está hablando en los textos, cómo lo vinculas con algo humano, con emoción, con lo sensorial, lo vinculas con lo patológico, esa es una forma en que una obra puede aspirar a ser un objeto que mucha gente pueda consumir, admirar, ver, independientemente de su relación con el contexto que le dio forma, nacimiento a esta obra, entonces para mí el enlace, el discurso de la ansiedad, es eso humano que pretende darle el enlace a los textos con algo más universal, más allá del contexto que los vio nacer.




