Fíjate que le estuve pensando mucho sobre qué escribir en el banquete de esta semana, se me ocurrían muchas cosas, pero ya había escrito sobre ellas en otras ocasiones, como el festival de rock y ruedas de Avándaro celebrado en Valle de Bravo, Estado de México, el 11 de septiembre de 1971 y todas las connotaciones políticas que tuvo este evento, que algunos cuestionan si fue aliviane del gobierno de Luis Echeverría, o fue una movida para poder prohibir el rock en México, justamente este planteamiento lo podemos ver con mucho mayor amplitud en el libro Avándaro, aliviane o movida de Eligio Calderón y al colaboración de Vicente Anaya, José L. Fernández y Carla Zenzes, además de todas las fechas importantes relacionadas con el 11 de septiembre, el golpe de estado en donde Augusto Pinochet derrocó a Salvador Allende en Chile en 1973, o el ataque al World Trade Center de Nueva York ese mismo día pero de 2001, en fin, ya nos hemos ocupado del asunto en banquetes anteriores, y la verdad, tengo ya muy pocas cosas que decir y que hayan sido dichas otras ocasiones.
También tuve, o tengo, la tentación de compartir contigo, amable invitado a la mesa para degustar de este banquete, esas cuestiones escabrosas de la renuncia/despido de Nicolás Alvarado a la dirección de TV UNAM por sus comentarios, dicen que clasistas, respecto a Juan Gabriel, pero el tema es muy espinoso y quiero prepararlo bien, pero definitivamente siento el impulso, casi natural, de ofrecer mi punto de vista, probablemente, o seguramente, no tenga la menor importancia, pero bueno, creo que tengo el derecho a hacerlo y ya veremos para la próxima semana, en donde además podríamos, con el pretexto del 16 de septiembre, relacionar este asunto con la verdadera esencia de la música mexicana, en lo personal pienso que Juan Gabriel no es un músico popular, es en todo caso, populachero, que no es lo mismo, pero no quiero meterme en esto por ahora, ya lo dejaremos para el siguiente banquete.
Pues bien, después de mucho pensarlo, decidí compartir contigo algunas reflexiones sobre el tecladista de Pink Floyd, quien murió el 15 de septiembre de 2008, finalmente Pink Floyd es uno de mis grupos favoritos, con cuya música crecí y entendí que el rock es algo más importante que pararse con las piernas abiertas en compás, brazos cruzados para simular un buen trabajo de gimnasio, una mirada retadora a la cámara, y una guitarra distorsionada. Con Pink Floyd aprendí y entendí que el rock es una expresión musical inteligente, ambiciosa y que nada tiene que ver con los baratos estándares de lo que el grueso de la población entiende por rock.
Bien, pero no pretendo escribir la historia de Pink Floyd, esa ya se ha escrito quién sabe cuántas veces antes y ya nos la sabemos de memoria, ¿qué caso tendría?, es simplemente compartir contigo lo que para tu servidor significa la música de esta agrupación y particularmente, lo que en esta banda hizo Richard Wright.
Y es que verdaderamente el trabajo de Rick Wright debe ser apreciado en el seno de Pink Floyd, él hizo algunos trabajos como solista, pero todos ellos, a pesar de los buenos músicos que lo acompañaron, pasaron sin pena ni gloria, en algunos casos, como el proyecto llamado Zee en donde se unió a él Dave Harris y el saxofonista Rafael Ravenscroft, fueron dignos del olvido, como él mismo Wright llegó a comentar más tarde.
Su primer disco como solista fue en 1978 y se llamó Wet Dream y colaboraron con él músicos del tamaño del guitarrista Snowy White, antiguo miembro de Thin Lizzy y colaborador de Pink Floyd, además de unirse más tarde y de manera definitiva a la banda de Roger Waters, y el saxofonista Mel Collins, colaborador en dos periodos de King Crimson, también trabajó con el fundador de Yes, el bajista Chris Squire, con el grupo de rock progresivo inglés Camel y algunos trabajos con Alan Parsons Project.
Su otro intento solista lo realizó en 1996 y se llamó Broken China y en él colaboraron Pino Palladino en el bajo, Manú Katché en las percusiones y el guitarrista Dominic Miller, conocido por sus colaboraciones con Sting, pero ninguno de estos trabajos tuvo el éxito que Wright habría deseado, así que definitivamente, su trabajo y propuestas musicales las debemos apreciar desde la segura y sólida trinchera de Pink Floyd.
Con el grupo Wright colaboró en darle ese sonido que le es tan característico logrando impresionantes atmósferas musicales con sus teclados, ese tipo de sonido que es un sello que define muy bien el perfil musical de Pink Floyd lo podemos encontrar en canciones como Shine on you crazy diamond, Interstellar overdrive y Astronomy domine, ambos del primer disco del grupo, The Piper at the gates of dawn, o en composiciones ya más cercanas al rock progresivo y lejanas a la psicodelia que es el primer estilo cultivado por el grupo, como Careful with that Axe, Eugene o Set the controls for the heart of the sun, además de la sorprendente Echoes, y muchas más que el espacio no me permite mencionar.
Su trabajo de composición dentro de Pink Floyd es muy importante, compuso algunas de las mejores canciones del grupo, entre ellas, la alucinante The great gig in the sky (El gran concierto en el cielo), del disco Dark side of the moon, uno de los mejores, no sólo de Pink Floyd, sino de la historia del rock.
Como ya lo mencioné, Richard Wright murió el 15 de septiembre de hace 8 años, desde entonces, y por toda la eternidad, está ofreciendo un gran concierto en el cielo.
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