El mundo de la música está lleno de talento, claro, hay también quienes sin aportar algo interesante, se ven beneficiados por los inmensos reflectores que tienen la capacidad de iluminar hasta el rincón más oscuro y lúgubre. Ya sabemos perfectamente que los verdaderos músicos, los grandes, los que tienen propuesta, con música ambiciosa e inteligente, esos no necesitan de reflectores porque ellos brillan intensamente con luz propia, por supuesto, son pocos, la mayoría sí necesitan de todo ese maquiavélico plan de la perversa mercadotecnia, son pocos, sobre todo al compararlos con toda esta manada de desechables cuya fecha de caducidad siempre está próxima a cumplirse.
Pero aún dentro de los grandes, de los auténticos músicos, hay una especie de élite, de exclusivo club selecto cuya membresía no se le entrega a cualquiera, ni siquiera a todos los que consideramos como grandes y de hecho lo son por méritos propios. Estos pocos que están más allá del bien y del mal, como dijera Nietzsche en su ensayo “Más allá del bien y del mal”, está formado por un exclusivo puñado de verdaderos genios.
No intento proponerte una lista de esos consagrados virtuosos a quienes, sin el menor temor debemos llamar genios de la música y que su talento y creatividad los ubica lejos de todo intento de clasificación, su música no sabe de etiquetas, si yo pretendiera hacer una lista de tales superdotados de la música, seguramente me expondría a tu justo cuestionamiento, amigo melómano, sólo deseo ofrecerte mis humildes preferencias sin el menor intento de proponerlas como una verdad absoluta, no es mi intención decirte quiénes son los mejores, no tendría autoridad alguna para ejercer semejante juicio, no son más que mis preferencias personales y como tales te las presento, simplemente son los que más me gustan en las tres más importantes disciplinas del ejercicio musical, la composición, la ejecución y la improvisación.
Pues bien, no tuve que pensarlo mucho tiempo, los nombre de estos grandes de la música salieron, fluyeron de manera natural, vamos, ni siquiera tuve la necesidad de consultar mis discos para ver si no había omitido a alguien, mucho menos me tuve que sumir en profundas reflexiones, sus nombres están ahí, a flor de piel en mis afectos musicales, y evidentemente, junto a ellos están algunas de sus obras musicales, esas que les han dado el calificativo de inmortales, después de escuchar esta ambrosía auditiva que es toda la obra de estos grandes maestros de la música, es fácil entender que estos creadores deben ser considerados parte de una categoría especial.
No es mi intención menospreciar a alguien, créeme que considero a músicos como Sting, Paul McCartney o Bob Dylan verdaderos maestros de la composición y la ejecución instrumental, eso no está sujeto a discusión, pero los que te voy a compartir pertenecen al Nirvana, a la más excelsa capacidad creativa y su música no entiende de etiquetas, no sabe de clasificaciones, esas que las más de las veces obedecen a intereses comerciales más que a posturas musicales. El interés de estos gigantes obedece más a complacer a su majestad la música que a los mezquinos intereses de la mercadotecnia.
Pues bien, entre algunos de estos grandes maestros me atrevo a citar los siguientes nombres, no importa el orden, no pretendo la más mínima clasificación jerárquica, pues bien, entre ellos puedo mencionar a Keith Jarret, pianista, compositor y soberbio improvisador cuyos intereses musicales oscilan entre el jazz y la gran música de concierto, Frank Zappa, a quien ubicamos como un músico de rock, pero de ninguna manera podemos y menos debemos ignorar sus trabajos de música de cámara contemporánea, además, guitarrista de proporciones gigantescas. Keith Emerson, pianista, compositor y majestuoso improvisador dentro del rock progresivo, pero sería una injusticia no considerarlo dentro del exclusivo mundo de la gran música de concierto, no olvidemos que compuso un concierto para piano y orquesta, además de todas sus adaptaciones que hizo de la música clásica al rock más exigente y ambicioso, Chick Corea, gran maestro del jazz que con su piano y teclados electrónicos ha revolucionado el mundo de la música y que también, como los demás, no se está quieto en un solo lenguaje, brinca constantemente del jazz a la música de concierto, y es, sin la menor duda, uno de los más preciados improvisadores al piano. Miles Davis, por Dios, este excelso trompetista rebasa con su trabajo creativo, por mucho, sus virtuosas dotes en la trompeta. Imposible no mencionar su disco doble Bitches Brew, trabajo de complejidad extrema y un verdadero manjar para quienes aprecian, en todo lo que vale el trabajo de improvisación, compuso una obra a partir de ciertas bases que permiten el derroche de talento de cada uno de sus invitados, de hecho, creo que Bitches Brew debe ser considerado una de las grandes obras en la historia de la música.
Ya casi para terminar, ¿cómo cerrar este Banquete sin la mención especial que merece su alteza real Robert Fripp, guitarrista fundador y motor móvil de King Crimson?, imposible ignorarlo, su percepción musical ha creado una de las más sólidas y honestas entidades en el mundo de la música, ya sabes, me estoy refiriendo a toda la corte del Rey Carmesí.
Creo que la lista no estaría completa sin la mención de Leonard Bernstein, es decir, como director, prefiero a Karajan y como pianista prefiero a Daniel Barenboim, pero él es todo eso y más aún, es un compositor de mucho respeto, autor de grandes musicales y obras serias de incuestionable valor.
Este es el paraíso de la música, si a tu juicio faltó alguien, perdona la omisión.
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