Acapulco, Guerrero. 24 de marzo de 2017. Su porte marcial y voz de mando hacen que Colin Powell cautive a su auditorio compuesto por banqueros y funcionarios públicos. El viejo soldado fija sus negros ojos en la audiencia y espeta: “Recuerden que son un país soberano, no entren a esta negociación pensando que son el diez por ciento. Son una tercera parte, no dejen que nadie los pisotee. Cuando les digan ‘vamos a construir un muro y ustedes van a pagar por eso’, su respuesta debe ser no, para nada”.
Luego continúa: “Los migrantes son importantes, especialmente los de México y los de Centroamérica, que todos se queden en su casa y a ver quién va a trabajar, quién va a cocinar, a limpiar los cuartos, quién está atrás. El país cerraría si los migrantes no estuvieran ahí”.
La escena arriba descrita se relaciona con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar quién es Colin Powell y por qué sus dichos, en el marco de la edición 80 de la Convención Bancaria, debieran ser un ejemplo para los líderes empresariales y políticos de nuestro país.
La vida de Colin Powell es el American Dream hecho realidad: nacido en Harlem, Nueva York el 5 de abril de 1937, hijo de inmigrantes provenientes de Jamaica. Su padre un dependiente de ventas de ropa y su madre, una costurera. Ambos inculcaron en su progenie el siguiente mantra: “Hagan algo de provecho en sus vidas”.
Powell fue un estudiante anodino. Sin embargo, en 1954 la vista de un grupo de cadetes del Cuerpo de Adiestramiento de Oficiales de Reserva (ROTC, por sus siglas en inglés) lo sacó del marasmo de la mediocridad y decidió unirse al ROTC. Finalmente, tras graduarse fue destinado a Fort Benning, Georgia en el Sur Profundo de la Unión Americana.
En Georgia, Powell sufrió un choque cultural: en una fonda le negaron la comida por ser negro; un soldado de reserva blanco le detuvo por ir a exceso de velocidad. Asimismo, conoció a su futura esposa, Alma Vivian Johnson, originaria de Birmingham, Alabama. La joven pareja hubo de separarse, pues Powell fue enviado a Vietnam, mientras su esposa presenció toda la violencia desatada en contra de los defensores de los derechos civiles, liderados por el reverendo Martin Luther King.
En 1963, Powell obtuvo el Corazón Púrpura cuando un punji (estaca untada con estiércol) le agujereó la pierna izquierda. Posteriormente, en 1968 el helicóptero en que viajaba se estrelló y Powell, sin ayuda de nadie, rescató a los otros cuatro ocupantes de entre los restos de la aeronave. Por esta acción, se le otorgó la Medalla del Soldado.
Powell había arribado a Vietnam con la visión shakesperiana de la beligerancia: “Cuando la tempestad de la guerra sopla en nuestros oídos, nos es preciso imitar la acción del tigre”; No obstante, la debacle ocurrida en los arrozales y las junglas del sureste asiático, formó en él una perspectiva más cercana al historiador griego Tucídides: “La guerra es una institutriz violenta”.
Los años 70 fueron para Powell una experiencia agridulce: paternidad, maestría en Administración de Empresas y una estadía en la Casa Blanca de la Administración Nixon, la cual ampliaría sus horizontes profesionales; la reconstrucción del Ejército estadounidense, infectado por el bacilo de la discriminación racial y por el abuso de los narcóticos.
Su oportunidad dorada llegó en 1987 cuando un asediado Ronald Reagan lo nombró consejero de Seguridad Nacional. Powell se ganó a su promotor por su dedicación, inteligencia y lealtad. Asimismo, el vicepresidente George H. W. Bush y el secretario de Estado, George Schultz, frecuentemente invitaba a Powell como parte de su comitiva en sus viajes por el extranjero.
Dos años más tarde, Bush lo nombró jefe del Estado Mayor Conjunto. Es decir, el militar de más alto rango. Desde esta nueva responsabilidad, Powell orquestó, en diciembre de 1989, la invasión de Panamá cuyo objetivo pretextado era remover a Manuel Antonio Noriega, pero en realidad era conservar el poder sobre el Canal de Panamá.
En el verano de 1990, Saddam Hussein, antiguo aliado de los estadounidenses, invadió el rico emirato petrolero de Kuwait. Powell junto con el general Norman Schwarzkopf armó el ala militar de la coalición internacional que expulsó en febrero de 1991 a Hussein. Sin embargo, una decisión controvertida empañaría el triunfo bélico: permitir que una parte de las tropas iraquíes de élite, la Guardia Republicana, se retirara y, de esta manera, contribuir a la permanencia de un debilitado Saddam Hussein en el poder.
Abrevando en sus experiencias en Vietnam, Panamá y el Golfo Pérsico, Powell, rescatando al teórico militar prusiano Carl von Clausewitz, enunció la doctrina homónima, la cual se basaba en tres cosas: una guerra debe tener objetivos claros; ser apoyada por el pueblo; y, por último, ser breve, pues los medios de comunicación saturan la cobertura noticiosa.
En 1993 cuando se retiró, tanto demócratas como republicanos lo cortejaban para ser el primer afroamericano que tuviera la posibilidad real de llegar a ser vicepresidente o presidente de los Estados Unidos. Sin embargo, Powell no dio color y se convirtió en un Hamlet neoyorquino.
Al triunfo del texano tóxico, George W. Bush, se incorporó a su equipo como secretario de Estado. Ahí Powell asoció su nombre al mayor debacle en materia de política exterior desde la guerra de Vietnam: la invasión y ocupación de Irak. Frustrado, terminó su asociación con el hijo de su antiguo jefe en 2005.
En tiempos recientes, Powell se dedicó a conferencia motivacionales. Sin embargo, la política lo volvió a llamar: en septiembre de 2016, la prensa estadounidense reveló unos correos electrónicos en donde Powell hacía comentarios poco favorables sobre Hillary Clinton y Donald Trump. En las misivas, Powell reciente calificó a Trump de ser “una deshonra nacional” y un “paria internacional”.
¿Por qué Powell, un estadista y soldado distinguido, se expresa ásperamente de Donald Trump? Primero, el racismo y la ideología supremacista de Trump son anatema para Powell, un afroamericano. Segundo, como hijo de inmigrantes, Powell se siente a disgusto con un individuo que ha basado su carrera política denostando a éste grupo. Tercero, Powell sirvió al poderoso clan Bush, el cual no perdona a Trump haber eliminado, en la carrera por la Casa Blanca, a Jeb Bush.
Independientemente de lo anterior, la presencia marcial y el mensaje viril a favor de la dignidad de México de Powell contrasta con la actitud de palafreneros de varios miembros del “México neoliberal itamita” (Alfredo Jalife-Rahme dixit), quienes no se resignan a que su patria ideológica, los Estados Unidos, les haya volteado la cara. Ni más, ni menos.
Aide-Mémoire.- La Unión Europea celebró un agridulce aniversario número 60, pues el proyecto integrador se ve asediado por: el Brexit, la crisis migratoria, el estancamiento económico, una Rusia revanchista y unos Estados Unidos desinteresados.