Sociedad dark | Lo que uno se encuentra - LJA Aguascalientes
16/01/2025

Tras la inesperada agilidad de un trámite en la dirección general de profesiones, mi itinerario de hace unos días en la Ciudad de México tuvo que cambiar y, en vez de ir a la unidad de posgrados de la UNAM, mi segunda escala tras bajar de un ETN nocturno fue en el Museo Jumex para visitar la exposición Dark Star de Andy Warhol. Eso fue a las 10:38 y en la fila para entrar había ya una docena de personas. Doce minutos después, a la hora en que abren las puertas, la fila se componía ya por unas cincuenta personas. Eso fue un martes y, sin que se me escape el pequeño detalle de la gran diferencia numérica entre los habitantes de la capital del país en relación con quienes vivimos en pueblo quieto (le robo la denominación a un amigo), pensé en ese momento: “No recuerdo un martes, o un día cualquiera, en que uno de nuestros museos haya tenido una fila de gente ansiosa por entrar a la exposición.” El pensamiento se desvaneció unos momentos después al entrar a la sala y ponerle play a The velvet underground & Nico para que los audífonos musicalizaran mi recorrido y  me aislaran del bullicio.

Sobra decir que Warhol quizás sea una especie de mass media icon, un artista importante cuya obra probablemente pueda situarse un peldaño abajo del fenómeno que significó su personaje, o más aún, de la importancia que tuvo la creación de ese personaje para la historia del arte estadounidense. Sobra decir que recorrer una exposición individual de Warhol es muy distinto a ver un par de piezas en alguna colectiva y está de más mencionar que la experiencia estética sucede al enfrentar la pieza in the flesh y que ver el monitor o el libro no es ni remotamente cercano. Lo que quizás no esté de más es mencionar la belleza del error en sus serigrafías: la falta de presión en el rasero a la hora de imprimir o el exceso de tinta provocando encharcamientos que se perciben como pequeñas variantes de solución. Ahora bien, hay que ser precisos y comentar que esos “errores” están sólo en las piezas que el autor decidió que estuvieran: nótese que en los retratos la precisión de la impresión es superior a la de los grandes lienzos que muestran escenas o repetición de imágenes pero, más allá de hacer una crónica de mi recorrido por la Estrella Oscura del Museo Jumex, lo que me interesa dejar en estas líneas es la reflexión de ese momento antes de entrar al museo: ¿qué sucede en Aguascalientes? ¿por qué la asistencia a los museos no es igual de intensa que en CDMX? ¿ha sido la oferta? ¿nuestra sociedad necesita artistas más taquilleros? ¿o ni el mismísimo Warhol eliminaría ese estupor que caracteriza la afluencia a nuestros museos? Seamos sinceros: fuera del día de la inauguración con los tragos gratis, la gente no asiste. Cierto es que cada museo tiene sus estrategias para llevar público a sus exposiciones y que a muchos de ellos, no a todos, les ha funcionado bien, sin embargo la asistencia “por propio pie” nunca ha sido marcada. Es justo decir que esto no es un asunto de ahora, la situación tiene años y entonces cabría preguntarse: ¿será entonces que la responsabilidad de la baja o alta asistencia a los museos no reside únicamente en el ofertante? ¿será acaso que somos una sociedad tibia, eternamente inconforme y con poca necesidad o afición por la cultura? ¿nada nos satisface? ¿somos un público “demasiado bueno” para todo lo que se nos ha expuesto?

De pronto es inevitable pensar que, como público somos un poco más dark que el título de la exposición de un Warhol hipercolorido.


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