- El protocolo de la UNAM podría servir como calca para el resto de las instituciones del país
- Protocolo de la UAA está listo y sólo falta que lo apruebe el Consejo Universitario
Según la investigadora del Colegio de San Luis, Oresta López Pérez, son muy pocas las universidades del país que han implementado protocolos para la atención de violencia de género pues estas no pasan de diez y algunas de ellas como la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, son “protocolos de entrada”, es decir, se considera que falta afinar las instrucciones.
Otra de las instituciones de educación superior que ya cuentan con un protocolo de atención a violencia de género es la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) siendo su documento, a decir de la propia López Pérez, el mejor elaborado.
El protocolo de la UNAM está tan bien hecho, agregó la catedrática, que puede servir como una calca para el resto de las universidades públicas y privadas del país, “Ya se cuenta con el protocolo de la UNAM que permitiría a las otras universidades, tomar esa referencia para construir los propios”.
En el caso de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), el protocolo ha sido elaborado por la Comité Institución de Equidad de Género según su coordinadora Gabriela Ruiz Guillén y está en proceso de análisis por los miembros del Consejo Universitario esperando para su aprobación.
En un grado más abajo y en general, las universidades del país no tienen dentro de sus normativas o marcos jurídicos cláusulas que garanticen la protección de la violencia hacia las mujeres de manera explícita: “El reconocimiento del problema es escaso todavía, generalmente hay omisión de los problemas de acoso, está muy naturalizada ese tipo de violencia en las instituciones, no se ve el daño moral, no se ve el daño psicológico que puede generar este tipo de violencias en las estudiantes”.
Los beneficios de contar con este instrumento para las instituciones son muy amplios pues cuando un caso, por ejemplo de acoso, llega al abogado general de las universidades, regularmente está sustentado en expedientes mal elaborados y sin elementos para poder ser justo, quedando el resto del acontecimiento en rumores: “Cuando se generan capacidades institucionales para atender la violencia a partir de estos instrumentos, incluso las evidencias, los enlaces y todas las personas que participen este proceso de prevención pueden participar en formas más integrales no solo en un caso, sino previendo que sucedan otros”.
Los protocolos, aclaró, no son de uso exclusivo para mujeres que son violentadas, sino que pueden ser aplicados en casos de hombres que son violentados por mujeres, hombres que son violentados por hombres o mujeres que son violentadas por mujeres en casos de índole sexual, física, sicológica o académica: “Sí pueden tener esa flexibilidad pero en realidad ahorita todos los protocolos, de fondo, no hacen un reconociendo explícito de la diversidad sexual, pero si están dando pie a hacer justicia a estas posibilidades”.
