Los Baby Boomers. Ya en otro Bocadillo hablamos de que el abuso y eventual fracaso de dicha generación sobre los tiempos de bonanza es lo que dejó a una Gen X derrotada, acumuladora y también con deuda pendiente sobre los millennials, etiqueta amorfa para América Latina. Y esa es mi generación, que está en la espera del relevo generacional. Yo digo que la esperanza viene hasta que se despache a la X, pero habrá que ver. Hoy hablaremos sobre los boomers y el 2018 en México, aquel que está viviendo la Ley de Seguridad Interior, y el regreso de la ultraderecha con marchas masivas y el atentado a los derechos humanos.
Recientemente, por metiche, pude entrometerme a la charla política entre varios adultos mayores. No es banda que lea noticias, tampoco ven a Denisse o Javier. Menos consumen a la comentocracia de los diarios, Twitter y radio. Tampoco son grillos. Fue fascinante esa entrada a su mundo. Repetían el argumento de que AMLO nos llevará a una situación, cito, como la de Venezuela. No sabían por qué pero sólo repetían Venezuela. Hablaban de golpe de estado, pero (y eso porque pregunté) no estaban enterados de la #LeyGolpista. Les pedí su opinión sobre que Meade haya cobrado en tres administraciones federales y aun así se dijera alguien ciudadano o no-político. Obvio hubo error 404 y me debatían que “AMLO lleva más de 12 en campaña, de qué crees que vive, de robar, ese sí vive de la política”. La falacia ad hominem a todo lo que da. Es de “sí, hay dudas razonables, pero dime algo por descalificar a tu gallo”.
No estoy juzgando de manera absoluta a dicho demográfico social y cultural. Uno de mis familiares más cercanos, por ejemplo, no podría ser más diferente a estas personas. Votará por AMLO y hasta se registró en Morena para ser de esas personas que vigilan las casillas. Sus posturas también son algo sesgadas pero percibo que hace algo más por informarse. Al preguntarle el porqué de su apoyo al de Morena, me dijo que está harto. Y sí, con la llegada del PRI en 2010 a la gubernatura local, prácticamente perdió su estabilidad laboral de manera directa debido a rencillas de terceros. Es un voto de castigo.
Otro descubrimiento, igual muy soso (y lo sé), es que estas poblaciones no creen en el voto diferenciado. Le tachan a todo PRI o PAN. No creen en que son necesarios contrapesos, o que igual el compadre que va por el distrito es algo diferente a su compañero para la alcaldía. No es por subirme a un ladrillo. Sé Mi posición, por el trabajo y compañeros, es privilegiada a nivel de un consumo necesario de información de diversas fuentes y posturas. Pero no dejo de pensar en cómo muchas personas con estudios, estabilidad económica e inteligencia, simplemente son huevonas y se quedan con lo que un comercial de Antonio Solá les dijo en 2006.
Hace casi 6 años, una de las ochenta líderes del 132 en Aguascalientes me dijo “pendejo” en Twitter porque sugerí que su lucha de ir a rancherías para promover el anti-voto al PRI y el voto velado (pero sin decirlo) a AMLO era algo inútil a nivel de efectividad. Hoy insisto en que como jóvenes informados, tenemos mejor chance convenciendo a nuestros tíos, hermanos, vecinos y abuelos. ¿Convencer de qué? De no volver a regarla. Y ojo, no estoy diciendo que AMLO sea la salida. Eso ya depende de cada quién.
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