Advertencia. Aquí empieza la serie sobre la pubertad. Puede ser que algunos padres se sientan incómodos con el contenido del video. Es normal que se sientan avergonzados. Están advertidos.
Así inicia Pubertet (Pubertad), una miniserie del 2016 de ocho episodios que fue transmitida a través de Newton, un programa de ciencia en la televisión pública de Noruega que buscó contribuir con su granito de arena a la educación sexual de los niños preadolescentes. Ahí, la gente se escandalizó no por el tema de la sexualidad (mejor que otros les hablen de “eso”, tal vez pensaron), sino por mostrar con fines anatómicos niños y adultos de carne y hueso desnudos, así como vaginas, senos y penes en sus diferentes etapas de desarrollo. Padres de familia aseguraron que bastaban ilustraciones en 2D o en 3D para enseñarles a los niños cómo es su cuerpo y cómo iría creciendo, algo así como eufemismos para no mencionar las cosas por su nombre, es más ligero decirle a nuestro sexo pipí, colita o “ tu dese”, que pene o vagina, igual que mejor ver dibujitos en lugar de figuras reales.
El acto sexual, la reproducción, masturbarse, menstruar, eyacular, el uso de métodos anticonceptivos, el crecimiento del vello y la formación de granos fueron considerados los temas principales que todo niño de 8 a 12 años debería conocer bajo la consigna de: todo esto te va a pasar y es normal. El programa también plantea la posibilidad de que a los niños no sólo les gusten las niñas y viceversa, o que les gusten ambos, los niños y las niñas; cómo es que se forma un chupetón cuando te acurrucas con alguien, con vasos sanguíneos y todo; que los pensamientos y sentimientos extraños forman parte de crecer; y menciona repetidamente que antes de empezar a tener sexo deben conocer primero su cuerpo y que no hay motivo ni persona que los obligue a apresurarse.
Yo no tuve a la mano Pubertet para que me ayudara a explicarles a mis hijos, ambos varones, de forma inicial la sexualidad. Una noche, mientras veíamos la tele salió un comercial de condones, ¿mami, qué es un condón?, me preguntó André con 10 años de edad, a lo que yo, antes de contestar cualquier cosa decidí apagar el aparato e invitarlos a dormir. No, ya, en serio, dime qué es un condón. Israel, de 6, convirtió la pregunta en una canción, ¿qué es un condón?, ¿qué es un condón?, ¿qué es un condooooooooooón? Al día siguiente, más con obligación que con ganas, los senté y expliqué, probablemente mal y a medias, lo que es un condón, cómo se coloca y para qué sirve. Nunca voy a olvidar sus rostros. Menos que ninguno de los dos quiso tocarlo para sentir el lubricante y que los perseguí muerta de risa por toda la casa, condón estirado en mano. El tiempo hizo que nuestras conversaciones sobre sexo fueran más frecuentes y con mayor información y análisis. Ahora, con casi 21 años y recién cumplidos los 17, yo quiero creer que ejercen su sexualidad de manera responsable y sobre todo con respeto hacia el otro, y que las decisiones que tomaron, toman y tomarán son partir de lo que saben. Quiero creer, porque nada está escrito.
Así como a mí me costó trabajo entablar ese diálogo, así está el grueso de la población adulta. Si usted lee esto, considérese una persona con privilegios, porque hay muchas que no tienen acceso a la educación, a internet y por tanto a la información, existen muchos padres que no tienen el conocimiento básico para enseñar a hijas e hijos sobre su cuerpo, porque tampoco ellos, adultos, conocen el suyo por mucho que lo hayan utilizado.
Más allá de esperar que la televisión abierta de México produzca y difunda este tipo de contenidos (algo que no veremos pronto y que debería de formar parte de nuestra agenda en exigencias legislativas), qué es lo que hacemos los que sí tenemos esta información a la mano y que aun así nos cuesta tanto trabajo hablar de sexualidad con las personas y más con los niños y adolescentes sin que el morbo o el pudor se haga presente. Lo más probables es que nosotros, los adultos, tampoco hayamos recibido una educación sexual integral por motivos diversos, llámese ignorancia, religión o moral, y que aprendimos, quién sabe cómo, sobre la marcha. Si a esto le agregamos la cultura patriarcal que arrastramos, más complicado es el camino para la difusión. Pero ¿alguien por favor quiere pensar en los niños? ¿Habrá mamá y papá que le hable a su hija e hijo ya no de menstruación, en primera instancia, ni de tampones, sino de la copa menstrual, por ejemplo?, porque no sería necesario que la usen, sino saber de su existencia, de su utilidad. La información como escudo protector. Recuerdo que en mi secundaria la menstruación de las chicas era motivo de burla y vergüenza. Más de una vez, los compañeros dejaron toallas sanitarias cubiertas de tinta roja regadas por el salón, en franca burla hacia Pati porque esta se paró de su asiento con una gran mancha carmesí impregnada en la tela de su pantalón. Quiero pensar que la educación sexual en la escuela, pero sobre todo en casa, podría ser tan solo uno de los factores para erradicar la violencia, tal vez no nos resulta obvio observar que la carencia de una educación emocional y sexual puede detonar la agresividad en las personas, sean niños o adultos. El desconocimiento, la frustración, la falta de respeto al cuerpo, a los deseos y preferencias del otro trae consigo la disminución de los vínculos afectivos o eróticos para fortalecer los valores entre los sexos, los géneros y con ello el respeto a la diversidad. El fomento del sexo solamente vinculado a la genitalidad nos reduce a simples máquinas de procreación, como las sábanas con el orificio pertinente para la noche de bodas, y tal vez ni siquiera a eso, sino a una sexualidad conceptualizada totalmente en la pornografía tradicional, la única educación sexual que miles de personas han tenido en su vida, solo con tomas ginecológicas que no exploran ni el cuerpo ni la eroticidad, pero sí el gozo exagerado e inverosímil de los participantes: una polla enorme en una concha expandida. Si lográramos explicarles a los niños, de forma científica antes que moral, que su capacidad reproductiva empieza mucho antes de que estén listos para hacerse cargo de un bebé y todo lo que implica esto, la tasa en embarazos adolescentes disminuiría. Yo formo parte de esta estadística, mecí a André en mis brazos a los 15. El descubrir el cuerpo, cómo funciona y que se puede tener sexo solo por placer con las debidas precauciones mermaría los tabúes, los miedos, porque todos, adultos o adolescentes, pensamos en sexo y en sexualidad todos los días, de alguna u otra manera, está en todos lados, en las chichotas que tiene la que anuncia el clima en la tele, en los penes mal pintados en las bancas, en las punzadas en nuestro cuerpo, en las palabras que acosan, en los malos y pecaminosos pensamientos que nos abundan, porque si no tuviéramos sexo, no habría personas en este planeta, así que esto es cosa de una atracción animal.
No deberíamos olvidar que los traumas eróticos por lo general suceden durante la primaria, no solamente como agresiones sexuales, sino en el desarrollo de sus propios límites y de los otros, los juegos con tocamientos al cuerpo, la vergüenza al sentir las dos protuberancias que crecen bajo la blusa, las burlas en los baños, los golpes en los testículos, episodios que son considerados naturales y normales en esta etapa, pero que no deberían ser agresivos. Hace unos días leí un artículo intitulado “Niños que violan a niños”, que señala entre otros factores la falta de educación sexual como condicionante para que ocurran estos terribles hechos, lo que significa que la información los protegería en parte de recibir ataques sexuales y de realizarlos; los haría conocer las formas de evitar la ETS, incluso, de reconocerse en su propia sexualidad. Muy niña, una de mis primas me besó en la boca. Estoy segura que ese beso fue en el afán de investigar y explorar, antes que como una forma de agresión. Seguramente ella tampoco sabía qué sucedía o lo que debería de suceder y sentir con eso, pero de alguna manera tenía que descubrirlo. A la par, una de mis personas más amadas en este mundo padece todavía por las violaciones sistemáticas que vivió en su niñez.
En Aguascalientes, un estado tan conservador, donde el suicido y los embarazos adolescentes repuntan en el ámbito nacional, este tema debería de ser de vital importancia en las escuelas, impulsado por el gobierno estatal del panista Martín Orozco, aún en contra del dirigente también estatal del Partido Encuentro Social, que sin reserva alguna se posiciona en contra de la educación sexual escolar. Otros esfuerzos se presentan, como las Jornadas de Salud Sexual en la UAA, con capacitación y sensibilización a jóvenes de secundaria y bachillerato, pero que al ser el único organismo resulta insuficiente. Tal vez el Dirección Estatal de Salud Mental y Adicciones del Issea, en manos ahora de Héctor Grijalva, valore la importancia del tema con su grupo de sicólogas. En el país, a pesar de contar con la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes y el Congreso Nacional de Educación Sexual y Sexología las estadísticas no son tan fructíferas como se esperaría. A mediados del 2017, el entonces secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, aseguró que la educación sexual que se imparte en las escuelas “se mantendrá como ha estado en los últimos 30 años”. 30. Una tarea pendiente que en este año podría aprovechar el priista Otto Granados Roldán al frente de la SEP. Aunque lo dudo. Su agenda está volcada en otros intereses este 2018. Todo esto sin considerar que aún hay personas, muchas, miles, que consideran que los libros de texto gratuitos privilegian “de manera insistente” el uso de anticonceptivos para la prevención de embarazos y enfermedades de transmisión sexual, “dejando de lado la abstinencia, la afectividad y la madurez”, como se rasga las vestiduras la presidente de la Unión de Padres de Familia.
En la tolerancia a las múltiples formas de pensamiento, los que abogamos por una educación sexual integral temprana podemos decir sin miramientos que sí, nosotros pensamos en los niños. Así que si lo desea puede empezar con ellos en el sillón de su casa con el episodio 1 de 8 de Pubertet: https://goo.gl/AYsSd3
O si prefiere algo menos didáctico, pero muy divertido, para calmar los nervios por el tema, Los Simpson también ofrecen, como en todo, algo al respecto, desde la procreación vista con conejitos, hasta Homero emulando a un espermatozoide en busca de su óvulo: https://goo.gl/2K1AVe y https://goo.gl/ztsL9b
Hasta Walt Disney, en coordinación con la transnacional, capitalista, explotadora y todos los adjetivos que gusten incrustar, Kimberly Clark, realizó un corto animado sobre la menstruación en 1946, que vale la pena comparar y actualizar con la información que ya tenemos: https://goo.gl/9jcnRg
Y como adultos responsables e informados, esperaría que el cambiarle el nombre a nuestro sexo fuera una especie de juego sexual antes que un eufemismo que disfrace la vergüenza y el pudor. Nombrarlo Princesa Sofía es más atractivo que decir: mueve tu dese así.
@negramagallanes