Estimado lector, usted me dirá ¿lo mejor para el final? Sí, el año acaba de iniciar; es claro que enero se terminó con sendas notas que ventilaron los pormenores de las precampañas, que son campañas disfrazadas, aumentos en la gasolina cuando se ofreció a este dolido pueblo que no se presentarían más sustos como estos, más feminicidios, asesinatos, desapariciones forzadas, cuesta de enero más que prolongada, Guerrero rojo como siempre, encuestas extraoficiales donde Andrés Manuel va a la cabeza, una inminente invasión rusa a nuestro México lindo y querido, ¿no será que el Mundial de Futbol nos confunde? Y hasta el loco de Trump que sigue amenazando con salirse el Tratado del Libre Comercio de América del Norte.
Así fue el primero de doce meses en un año de elecciones. ¿Qué nos depara el 18? Es año par, debe ser bueno para todos, sin embargo, los pronósticos hacen que uno se coma las uñas más de lo normal.
Pero y las noticias buenas dónde quedan, será que la nota política, económica, la roja, la sensacionalista es la que rifa, queda más que comprobado que el morbo vende bien entre los seres de esta planeta; el martes circuló por redes una alerta máxima por el frío, ya sabe, con tintes apocalípticos; a grandes rasgos decía que la radio y la televisión avisaban que de las 11 de la noche del martes 30 y hasta después de las diez de la mañana del miércoles 31 íbamos a experimentar temperaturas de menos ocho grados, lo que ocasionaría que los pulmones al aspirar el aire se congelaran y así la humanidad se extinguiera. Qué cosas, ¿no cree?, entonces los jugadores de los Green Bay Packer, de los New York Giants y de todos los equipos de futbol americano que están ubicados al norte de los Estados Unidos deben ser súper hombres o extraterrestres porque juegan a la intemperie, hacen deporte pues, a menos 20 grados cuando bien les va, sobre todo al final de la temporada, diciembre, enero, qué me dice de los que suben al Everest, con todo y equipo de alpinismo. Somos genios y figuras para eso de alarmarnos entre todos por redes sociales, ya se la sabe, otro caso similar, “alerta a todos tus contactos porque en los semáforos un tipo vestido de negro y con el cabello largo se te acerca con una aguja, te pincha y te inyecta sangre infectada con Sida”, y como esas publicaciones falsas, todas las que se pueda imaginar.
¿Qué hace tan atractivas a esas notas (si se les puede llamar así)?, ¿qué hace que volquemos nuestra atención de manera inmediata, aunque al final para salvar nuestra reputación digamos “claro que yo sabía que no era verdad”? Le digo que el morbo vende, la farsa vende, lo sobrenatural vende, lo desconocido vende, puede ser que los mexicanos a final de cuentas seamos muy ingenuos o de plano poco informados, no lo sé, pero entre estas distracciones y la cobertura mediática al acontecer cotidiano el día a día se vuelve incómodo.
Es por eso estimado lector que hoy decidí no criticar a los políticos y sus andanzas, tampoco le dedicaré mi tinta virtual a temas que nos alteran los nervios, seré tachado de abordar temas superfluos, poco relevantes tal vez para algunos, pero este jueves no alimentaré la decepción hacia nuestro Quique, ni me mofaré de los tres grandes que buscan la silla que les dé el poder absoluto para tirar por el caño esta tierra; perdón, quise decir que les dé el poder para gobernar y sacar adelante a nuestra patria querida. Así que no habrá nada de eso en esta columna de jueves, mejor pondré a su consideración el momento de Guillermo del Toro, de hecho, ya retomado hace ocho días atrás. Qué hay de nuevo con el caso, su más reciente película titulada La forma del agua ya está nominada en 13 categorías para la entrega del Oscar el próximo cuatro de marzo, eso es mucho estimado lector, entre estas nominaciones están las dos más importantes, mejor película y mejor director. Y si lo vemos desde el punto de vista de qué figuras públicas están haciendo bien su chamba, trabajan en equipo, se exigen al máximo, sin duda don Guillermo es el mejor ejemplo hasta el momento. Ayer por la mañana estaba en clase de post-producción con mis alumnos de la licenciatura en diseño gráfico digital, les pedí la realización de un stop motion ya sabe la técnica de fotografiar elementos inanimados para que al momento de unir todas las imágenes parece que existe movimiento; son diez en todo el grupo así que decidí que todo el salón fuera un solo equipo. Qué fue lo que pasó cuando realimenté las fotografías e identifiqué fallas en algunas de ellas, no fueron capaces de aceptar su error, se acusaron unos a otros, el grupo se dividió y nadie resultó culpable de las imágenes más realizadas. A qué voy con este ejemplo de aula, que casi todos los mexicanos adoptamos esa postura, mi trabajo está bien hecho pero el de los demás no, aun estando en el mismo equipo, en la misma oficina, en el mismo barco. Por eso considero que Memo del Toro y su unidad de trabajo son una célula sólida que nos manda la señal de “sí se puede”, podemos colaborar en equipo todos enfocados hacia una misma meta y sin auto-boicot de por medio. Aun y que por segunda vez los medios le buscan el plagio a la obra de Del Toro a como dé lugar, la película se mantiene sólida y con posibilidades en convertirse en otro filme dirigido por un mexicano acreedor al premio en las categorías de mejor película o mejor director, antes ya Cuarón e Iñárritu hicieron lo propio, lo que me vuelve a hacer voltear hacia el talento de nuestro país con relación al séptimo arte. Ojalá las pocas empresas involucradas en la realización cinematográfica en esta nación, así como las asociaciones civiles, las escuelas de cine en todo el país, buscarán apoyar más al talento mexicano y evitar la fuga de estos; claro que para estos tres directores consagrados les es más atractivo dirigir fuera del país que esperar a que alguien en México decida invertir en una de sus películas.
Celebraremos como si fuera de nosotros cada Oscar que Memo se embolse la noche del 4 de enero.
Ya vio, lo mejor para el final.
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