La antipolítica toca ya la fibra humana; Aguascalientes no es la excepción. Ahora la conducta antisocial, se enraiza en la comunidad hidrocálida.
El narcomenudeo en Aguascalientes tiene permiso para matar, tan es así que nadie, pudo defender del maltrato, o al menos denunciar la violencia de que era objeto una niña de tan sólo 4 añitos, que habitaba en la colonia ejidal de Jesús María y que pudo haber sido rescatada si los familiares o vecinos de la pequeña no tuvieran gran temor por su padre, conocido narcomenudista y no tuvieran la certeza que la impunidad lo cobijaba.
Denunciar la violencia contra la pequeña Denisse era un llamado a la propia muerte; por eso los vecinos escuchaban el llanto de la nena y callaban; veían la carita amoratada por los golpes y volteaban para otra parte; observaban caer los dientes del pequeño ángel y justificaban una mudanza anticipada. Los familiares de la niña hacían lo propio y Denisse moría de a poco víctima colateral de la impunidad con que florece el narcomenudeo en nuestra entidad.
La madre de Denisse fue cómplice, tanto como sus tres pequeños hermanitos que toleraban la lenta muerte silente de su hija y hermana, para no ser ella y ellos los objetos de la furia del salvaje agresor.
Lo antipolítico refleja un modelo nuevo de convivencia familiar, si es que puede llamarse convivencia, al fenómeno social emergente, que produce una gran cantidad de madres adolescentes o muy jóvenes, que aceptan “irse a vivir” con hombres consumidores o narcomenudistas; jóvenes con ocupaciones cercanas a la mendicidad como limpiabrisas, payasitos de crucero o pepenadores. Estas madres adolescentes permitirán cualquier tipo de violencia contra ellas con tal de no enfrentar solas su maternidad, paradójicamente, aquellos a quienes buscan acercar al cobijo paterno: sus propios hijos, terminarán como víctimas de la crueldad y adicciones de tales padres sustitutos.
Aguascalientes ocupa el tercer lugar nacional de madres solteras adolescentes y el vacío que muchas de ellas tratan de cubrir, a la falta de un varón que las ame y acompañe; o de una figura paterna que “complemente” su concepto de familia; es llenado con “cualquiera”, con “el primero que aparezca” con quien las acepte con “todo e hijos”, o con todo y “su pasado”. Esta nueva y muy frecuente composición de familias, es el escenario perfecto para la violencia intrafamiliar, especialmente si tomamos en cuenta que la madre soltera debe pagar el costo de ser aceptada con “todo e hijos”. Para la joven madre ningún precio es muy alto para ser validada por un hombre; aún su propia vida y, lamentablemente la de sus propios hijos.
En la vulnerabilidad de la primera infancia no hubo quien protegiera a Denisse. Su madre no quiso, sus vecinos y familiares tuvieron miedo y para el gobierno local y federal, la primera infancia no representa una prioridad. En el pasado proceso electivo 17-18; 300 organizaciones de la sociedad civil, exigieron que se destinará al menos el 1.6% del PIB a los menores de 6 años; el candidato ganador, Andrés Manuel López Obrador, se negó a firmar el Pacto para la primera infancia 2018 que incluía ese y otros nueve compromiso para proteger a los bebés y los preescolares como Denisse.
Las niñas y niños como Denisse están indefensos ante violencia contra ellas y ellos; particularmente las niñas, si agregamos el feminicidio, otro fenómeno delictivo exponencialmente creciente. Se están generando las condiciones sociales para que la violencia ejercida contra la infancia más vulnerable, crezca en número y grado.
La sociedad informada y valiente pudo haber salvado a Denisse. La pequeña murió finalmente por la desnutrición y el maltrato bestial prolongando. Pero en memoria de Denisse la sociedad puede tomar acción. La denuncia de cualquier tipo de maltrato es anónima y la persistencia en lograr acción por parte de la autoridad es de vida o muerte. ¡Denuncie usted! Y si no observa resultados, persista, y si no obtiene resultados intente una y otra vez, por todas las vías que tenga a su alcance.
No se extralimite ni se exponga: nuestros pequeños niños maltratados no necesitan mártires, necesitan héroes anónimos que los tomen como causa propia, y no cejen en su intento hasta observar detrás de la ventana, como las pequeñas víctimas son retiradas del infierno hogareño.
Cada vez que usted, anónimamente salve a un niño de la tortura física y psicológica, bríndele en silencio ese triunfo a Denisse. Dígale bajito “a ti no pude salvarte, pero gracias a ti, hoy deja de sufrir esta (e) pequeña (o)”.
Nos vemos en la próxima. Escríbame sus triunfos en memoria de Denisse a…