- No todas las personas que se han privado de la vida sufrieron depresión, especialista sugiere que muchos lo hicieron por impulso
- Los programas orientados a la prevención de este fenómeno se concentran sólo en personas que se deprimen
No todas las personas que se han privado de la vida padecieron ideas suicidas previamente, sino que actuaron impulsivamente como resultado de otro tipo de trastornos sicológicos distintos a la depresión, sugirió Héctor Maza, director del Instituto Promotor del Desarrollo de las Organizaciones (Ipdeo).
En consecuencia, la plataforma Vive lanzada la semana pasada por el Instituto de Servicios de Salud del Estado (Issea) con el propósito de prevenir el suicidio, pudiera no arrojar los resultados deseados, como casi todos los programas del sector público que se concentran en la atención de personas depresivas, anotó el especialista.
La plataforma antes mencionada permite a las personas recibir terapia en redes sociales a través de videollamada, línea directa o mensajería instantánea: “Esto lo va a hacer una persona depresiva, ¿Vale la pena? Sí, sí vale la pena apoyar a las personas con trastorno depresivo. Pero el gran número de suicidas en Aguascalientes responden una cuestión de impulsividad y no se está trabajando nada con esto”.
El también catedrático de la Universidad Autónoma de Aguascalientes detalló que existe un amplio espectro de desórdenes sicológicos que vuelven altamente impulsivas a las personas, principalmente el trastorno límite de la personalidad: “Son personas que fácilmente cambian de un estado de ánimo a otro y no tiene mucho filtro. Es decir la idea que le llega en el momento, la ejecuta”.
También la bipolaridad y el trastorno de déficit de atención e hiperactividad pueden llevar a los pacientes a tener comportamientos impulsivos en los que, sin necesariamente haber sufrido de una depresión, ponen fin a su existencia sin haberlo planeado.
Prueba de ello es que muchos de los casos que se dan a conocer en los medios de comunicación, comparten una característica común: entre el detonante y el acto suicida transcurren pocas horas: “Cuántas veces vemos en las noticias que una persona tuvo un problema, lo despidieron del trabajo y se suicida en la tarde, o rompió con su pareja y se suicidó momentos después”.
Héctor Maza insistió en que las personas con este tipo de trastornos difícilmente harán caso a estrategias como Vida -cuya implementación costará 600 mil pesos al erario-, ya que es probable que no estén deprimidos o hayan tenido pensamientos suicidas, por lo que consideró necesario desarrollar políticas públicas dirigidas hacia este sector: “Nos estamos centrando en las personas que tienen una ideación gestándose desde hace tiempo y entonces llega a la decisión de cometer el suicidio”.
De acuerdo con datos del Issea, más de 600 personas han sido tratadas sicológicamente en los últimos seis meses.