Una de las situaciones respecto de las elecciones que vivimos en este año, y que merece especial atención para el análisis, es el fenómeno ocurrido con los primeros votantes, es decir, aquellos jóvenes de dieciocho años que, habiendo tramitado su credencial para votar en tiempo y forma, pudieron acudir por vez primera a las urnas.
Resultará imposible saber con absoluta certeza por cuál de los candidatos votó cada uno de estos jóvenes, aunque podrán hacerse estudios derivados de encuestas, para determinar esa situación por aproximación. Sin embargo, más allá de aspectos puramente electorales, el análisis da para otros efectos sociopolíticos.
Esos jóvenes primerizos son los nacidos en el paradigmático año 2000, en el que después de más de siete décadas de partido hegemónico en la presidencia de la república, se dio paso a la transición con el triunfo de un candidato opositor, lo que provocó una reconfiguración del sistema político contemporáneo, culminando así una transformación iniciada desde 1977.
De la misma manera, pues, quienes nacimos en los últimos años de la década de los 70 del siglo pasado, conocimos un sistema político donde si bien predominaba el aparato gubernamental encabezado por el primer mandatario del país, no estuvimos exentos de las diferentes maneras de pensar de los partidos opositores a través, primero, de la figura de los diputados de partido o plurinominales, que es como de manera común se conoció a aquellos espacios destinados a las opciones designadas por el principio de representación proporcional en las cámaras legislativas; después, vinieron los primeros escarceos en las gubernaturas donde Acción Nacional obtuvo las primeras en la década de los 90.
Luego entonces, para nuestra generación, conceptos como el padrón electoral, la credencialización, lista nominal, consejos electorales, secciones, distritos, elecciones confiables o secrecía del voto, adquirieron un matiz de cotidianidad. No resultó extraño, pues, que un candidato con el carisma de Fox, se ganara al electorado en una campaña que se salía de los cánones hasta entonces conocidos, pero reflejo de una situación por la que se había trabajado, por lo menos, dos décadas atrás.
La realidad sociopolítica de los primeros años del siglo veintiuno tuvo sensibles modificaciones. De las que vienen a mi memoria tienen que ver con el método de selección de las personas que acompañarían al presidente formalmente electo en su desempeño administrativo. Con formación empresarial y proveniente de ese sector, le dio su toque personal a la conformación de lo que él mismo dio por nombrar su “gabinetazo”, procedimiento del que se hizo acompañar por especialistas, cazadores de talentos, nombrados en la iniciativa privada como head hunters. Otros de los avances se dio en la conformación de las bases de lo que hoy es la transparencia gubernamental y el derecho de acceso a la información que tenemos los ciudadanos, así como el impulso que se le dio al servicio civil de carrera, y el reconocimiento por parte de instancias gubernamentales respecto de habilidades personales a través de certificaciones de competencias.
Sin embargo, la percepción de cambio no cuajó del todo. Si bien mudaron quienes encabezaban la administración gubernamental, y se fusionaron, crearon o desaparecieron algunas secretarías, muchos procedimientos no pudieron ser transformados generando una desilusión en la colectividad que, aunque le permitió al partido retener la presidencia un sexenio más (esta vez bajo el mando de un político de carrera), la transición se dio nuevamente, esta vez a la inversa, recuperando el PRI la presidencia en 2012.
El panorama al que ahora nos enfrentamos luce promisorio en el sentido de que el ánimo postelectoral ha provocado una transición tersa. Esos jóvenes nacidos en la transición y votantes por vez primera (me rehúso a llamarlos millennials) tendrán que habituarse a que la constante sean procesos electorales organizados y sancionados por autoridades electorales apegadas a la normatividad, a que existan debates entre candidatos y al uso de las herramientas electrónicas para conocer resultados preliminares, entre otros.
Pero lo más interesante, y queda para la reflexión, esos ciudadanos recientes, al igual que los votantes de antaño, viviremos lo que se antoja será un nuevo modelo de entender la política, de la que se avistan algunos principios que deberán ser confirmados a partir del año entrante. Aspectos como el manejo de medios de comunicación donde lo primordial son las redes sociales, la predicada austeridad o el manejo de una mayoría parlamentaria que hace mucho no se veía, son temas que irán aterrizando poco a poco, y todos dignos de observación para su análisis. En fin, que nos aproximamos a una nueva realidad, distinta a lo que habíamos percibido antes en las cuestiones sociopolíticas.
/LanderosIEE | @LanderosIEE