De niño en la década de los setenta en el siglo pasado mi referente de la Segunda Guerra Mundial era la teleserie estadounidense “Combat!” (Combate), un drama bélico, producido entre 1962 y 1967, creado por Robert Pirosh en el que se contaban las peripecias de un grupo de soldados después del desembarco en Normandía, Francia. La segunda referencia de ese momento histórico fue la miniserie “Holocaust” (Holocausto) producida por la NBC en 1978, dirigida por Marvin J. Chomsky y basada en la novela del mismo nombre, escrita por Gerald Green.
La mini serie que se transmitía en horario nocturno por uno de los canales gubernamentales en el programa “Fuera de serie” conducido por el escritor y periodista Luis Spota, narra la tragedia de la familia judía Weiss en Europa Central quienes fueron perseguidos y asesinados por el régimen Nazi de Alemania, mostrando lo terrible de los campos de concentración y exterminio. Reconozco que fui extrañamente privilegiado de poder ver a temprana edad esa serie que en esos años no era apta para menores.
Fue hasta finales de los ochenta cuando descubrí la película soviética “Idí i Smotrí” (Ven y mira) dirigida por Elem Klímov en 1985 en la que se cuenta la historia de un niño bielorruso de trece años que vive en 1943 los horrores de la violencia y aniquilamiento criminal del ejército invasor alemán contra su pueblo, así como la lucha del pueblo de la Unión Soviética en el frente oriental. La cinta es muy recomendable y me abrió el interés por leer sobre el frente soviético que fue finalmente el que resistió y logró derrotar a Alemania tomando Berlín en 1945 antes que sus aliados occidentales.
Así, al leer después novelas como “Ocurrió cerca del Rovno” de Dimitri Medvedev sobre la vida de varios combatientes en Ucrania Occidental y “El Comité Regional Clandestino Actúa” de Alexei F. Fiodorov, una extensa obra de tres volúmenes en el que el autor, héroe dos veces de su país, nos cuenta las acciones de resistencia del pueblo y combate guerrillero de la llamada Gran Guerra Patria en la zona de Chernigov Ucrania son algunas de las obras que me acercaron a esa otra realidad de la Segunda Guerra Mundial. En estas novelas se muestran regularmente los acontecimientos reales de esa guerra en la invasión de la URSS logrando reflejar con realismo la humanidad de los personajes y dimensionar lo terrible de esa tragedia.
Esa misma sensación me causó al leer el libro de cuentos “El desconocido del Meno” del talentoso escritor jalisciense Eduardo Sangarcía, un buen amigo y compañero en mis estudios de doctorado quien con esta obra obtuvo el Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2017.
En su libro, Eduardo Sangarcía nos lleva a través de historias de personajes durante y después de la Segunda Guerra Mundial sobre todo en acontecimientos desarrollados en su mayoría en Alemania y en el frente Oriental en las que logra retratar con gran sensibilidad las emociones y situaciones de los personajes.
Con lenguaje sencillo, mostrando oficio y calidad en la factura de sus textos, el autor recrea atmósferas de lugares en los que la esperanza, incluso en la posguerra no es más que sobrevivir a la tragedia o a cargar por siempre las pesadillas que vivieron esos personajes.
En los diez cuentos “El desconocido del Meno”, “Un oso de madera”, “Barmaley”, “Héroes”, “Whitechapel”, “Milagreros”, “A la deriva”, “El bosque hacia la noche”, “Fantasmas” y “El día de la ira” que contiene el libro, el autor logra retratar calles y ciudades devastadas con el cuidadoso detalle que hace aún más verosímil esas ficciones tan cercanas a lo que seguramente fue esa realidad.
El judío que encuentra al verdugo alemán de los suyos después de la guerra, el hombre que se vuelve cazador inmisericorde para darle de comer a un niño al vivir en su ciudad sitiada, la prostituta amorosa en edificios derruidos, son algunos de los personajes entrañables que pueden provocar horror o ternura mientras los puede ver el lector transitar las páginas de esta obra.
La brutalidad, la crueldad extrema, la imposibilidad del olvido y la inesperada ternura y belleza en medio de ese caos que nos comparte Eduardo Sangarcía en su libro me lleva a la reflexión sobre cómo esos terribles ingredientes son y han sido parte de las guerras, a pesar del paso de los siglos, de los años y del aparente desarrollo de la civilización.
En una breve conversación, Eduardo me comentó que a diferencia del frente Occidental en la que se vivió una guerra convencional, la realidad al Este fue muy distinta. Y esto es verdad, en el frente Oriental los alemanes realizaron una invasión que reflejaban en sus crímenes a la población un profundo odio racial y me atrevería a decir con intenciones de exterminio.
Autores como Horacio Quiroga y Cormac McCarthy son algunas de sus influencias en su trabajo literario, así como la lectura atenta a Jorge Luis Borges, me atrevo a añadir su dedicación por un tiempo a estudiar la obra de Carlos Fuentes como otro de los elementos que han servido para ir creando su propio estilo en su obra narrativa.
“El desconocido del Meno” publicado por el Fondo Editorial Tierra Adentro, la Secretaría de Cultura federal y el gobierno estatal de Colima es el primer libro individual del autor originario de Zapopan, quien es Maestro en Literatura Mexicana, obteniendo otros premios por su obra como narrador como el Julio Verne de Ciencia Ficción por su texto “Ecce Homo” en 2005, el Edmundo Valadés por “El Elefante” en 2011 y obteniendo una beca creativa del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en 2013.
Recomiendo leer el nuevo libro de Eduardo Sangarcía, un texto en el que nos comparte algo que va más allá de historias de guerra y de posguerra, sino sobre todo un retrato bien elaborado desde la narrativa de parte de nuestra naturaleza humana.