Recuerdo que nos conocimos hace nueve años, nos presentó el poeta Martín Salas, al asistir al taller que organizaba en Cartagena de Indias en los días en que escribía dos libros como parte de mi Residencia Artística en Colombia. Desde que nos presentó Salas, el escritor Uriel Cassiani y yo nos hicimos muy buenos amigos.
Originario de la Heroica población de San Basilio de Palenque cercana a Cartagena, lugar fundado en el siglo XVII por el guerrero Benkos Biohó, un negro cimarrón traído como esclavo desde Guinea que logró escaparse, fundar ese lugar con otros afrodescendientes con anhelo de libertad, resistir a los ataques de la corona española e incluso atacarlos en la búsqueda de libertad hasta conseguir que Palenque fuera el primer “pueblo libre de América”, por decreto real del rey de España en 1713 como un ejemplo de resistencia y soberanía. De esa estirpe rebelde de hombre libre y digno es mi buen amigo Uriel Cassiani.
Así, hace nueve años conocí su intensa y potente obra poética que entonces realizaba en español y en su noble lengua palenquera, una mezcla de lenguas de origen africano, portugués y español que actualmente se habla en esa población. Por la calidad de su obra, lo incluí en mi antología “Rostro del mar. 60 poetas del Caribe colombiano” publicado por el gobierno de Guanajuato y la Universidad de Cartagena. Luego en 2017 tuve el honor de que me acompañara como presentador en Santiago de Cuba durante el Festival Internacional del Caribe de mi libro de poemas “Caribe” editado por la Universidad Las Américas y la Fundación Yo Amo la Lectura.
Uriel Cassiani ha publicado poemarios como “Ceremonia para criaturas de agua dulce” en 2010 y un año después publicó el poemario “Alguna vez fuimos árboles o pájaros o sombras”.
Hace unos meses me enteré de la publicación de su primera novela “Música para bandidos” editado por Ediciones Pluma de Mompox de Colombia, una obra en la que nos narra y describe la vida de la Cartagena que usualmente no conocen los turistas que visitan al Caribe de ese país, esa ciudad en la que la pobreza, la violencia y el racismo son tragedias cotidianas en las que se margina al afrodescendiente y en la que los grupos en el poder buscan mantener en esa situación para su beneficio.
Unas semanas después de enterarme de su publicación leí a toda prisa la novela que se desarrolla en el barrio Candela, que en realidad es el barrio cartagenero de La Candelaria, en la que personajes como el pandillero, el músico, el boxeador y los habitantes siempre solidarios de las zonas marginadas se les ve andar por las calles y luchar para sobrevivir. La obra es una pieza que demuestra la madurez como escritor de Uriel, es un texto ágil, directo, con sutiles elementos de lenguaje poético y una excelente capacidad para recrear atmósferas de esa realidad caribeña que bien puede ser cualquier barrio marginal de las grandes ciudades de “Nuestra América”, como la nombra José Martí.
En una breve conversación telefónica, Cassiani me comentó que la novela ya daba señales de su nacimiento desde hace diez años al escribir su libro “Alguna vez fuimos árboles, o pájaros o sombras” y de ahí inició su escritura en la que nos describe la tragedia urbana de la violencia en las pandillas, el joven que busca salir de la pobreza como boxeador, del que quiere volverse famoso como músico siendo ante todo ésta obra un canto sobre la dignidad en la pobreza.
“Es en realidad son tres novelas en una, en la que vemos a Farolo que organiza a las pandillas para buscar el poder político en su ciudad y así lograr la justicia para su pueblo”, dijo “podemos encontrar a esa Ciudad de Piedra que nos remite a la Cartagena que muchos conocen y que contrasta con la Ciudad en Ruinas que muchos no ven”.
Agregó que en esas tres novelas en una está también Villano que junto con su grupo musical busca ser famoso internacionalmente, está Bacano que busca salir de la pobreza con el boxeo y compra armas para rentarlas a los pandilleros y que realicen sus atracos de mejor manera.
La novela de Cassiani puede leerse de diversas maneras para encontrar las historias de esos tres personajes y a la vez al unirse hacen una sola historia, lo que hace una obra con mayor vida para el lector.
“Música para bandidos” nos muestra también el rostro de la discriminación y racismo contra los afrodescendientes que bien podrían ser sobre los indígenas en barrios marginales de otras regiones de nuestro Continente.
“La novela expone cómo se genera esa pobreza, quiénes son los interesados en mantener esa dinámica impidiendo que la pobreza se elimine”, expuso Uriel Cassiani.
Uriel actualmente escribe su segunda novela “El olvidado reino de las aguas con sal” en la que aborda la relación social y comercial entre África y Europa en el siglo X, antes de que iniciara el tráfico y venta de esclavos, en tanto que está por salir a la venta su libro de cuentos “Variaciones lógicas de la memoria”.
Recomiendo la lectura de la novela de “Música para bandidos” de Uriel Cassiani, publicada por Ediciones Pluma de Mompox y que puede ser adquirida a través de la plataforma de Amazon en la internet.
Refill: El jueves 13 de junio por la noche se presentó en Guadalajara el libro de poemas “Diario de lo deshabitado” de Patricia Ortiz Lozano, editado por el Departamento Editorial de la Dirección General de Difusión y Vinculación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) con la participación de la autora, algo que me causa mucha alegría porque al asistir pude ver a mi amiga poeta y porque es importante dar a conocer las acertadas acciones que realiza la UAA para difundir la obra de los autores aguascalentenses.
En otra columna de “Café Fausto” en este diario comentamos sobre el más reciente libro de Patricia Ortiz Lozano, un texto honesto y valiente logrado con poemas de excelente factura. Es un libro del que reitero que recomiendo su lectura.
El evento se realizó en el bar “Patan Ale House” en Guadalajara con la participación de la autora y los comentarios del poeta Luis Armenta Malpica. También asistieron entre el público otros destacados poetas como Carmen Villoro, Ernesto Lumbreras, Patricia Velasco, Gabriel Martín y Ana Claudia Zamudio.
Sin duda, “Patan Ale House” en Guadalajara se ha convertido en un importante foro que convoca y reúne a escritores de ese estado y de la región, algo que felicito.