Discutir sobre “la cartilla moral”… en el inicio de su planteamiento, no era cosa trivial. La idea de fondo consistía en progresar hacia una Constitución moral para la sociedad mexicana. Idea que evolucionó hacia un texto reformado del original y supuestamente actualizado, para ser difundido por las organizaciones religiosas cristianas adheridas a la Cuarta Transformación de Morena. Este punto no sólo no es trivial, es anticonstitucional y sí altamente cuestionable.
Hoy, vemos que dicha promesa se materializó en días pasados, aunque no en calidad de Constitución moral, el presidente de la República, presentó, en un evento en Chalco, Estado de México, su cuadernillo denominado Cartilla Moral, con el cual pretende alcanzar ese cambio paradigmático en la sociedad. Cuadernillo que no es otra cosa más que una adaptación de la obra de Alfonso Reyes, escrita hace 75 años y adaptada por José Luis Martínez, pretendiéndola retomar en momentos tan críticos que vive nuestro país, para satisfacer la escasez de valores y principios en nuestra sociedad. (Fuente: https://bit.ly/2LKmw0e).
Desde el pasado fin de semana, los templos afiliados a la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Arturo Farela, presidente de ésta) comenzaron a repartir unos 10 mil ejemplares de la Cartilla Moral, algo que no fue bien visto por la Iglesia católica. (Fuente: EFE, viernes 19 julio 2019, Pulso, Diario de San Luis, “Cartilla Moral de AMLO falla al Estado Laico de su venerado Juárez”: https://bit.ly/2ydnY2f). El instrumento con el que iniciarán los grupos evangélicos será la Cartilla Moral. Colaborarán también la Fraternidad de Logias Masónicas y la Gran Logia del Valle de México, entre otras. Destaca la ausencia de la Iglesia Católica, mayoritaria en México. La táctica de divulgación que seguirán será el que práctica la Iglesia Evangélica de “organizar grupos de estudio y analizar a profundidad los principios de la cartilla y salir a difundir por todo el país la buena nueva de la Cartilla Moral.” (Fuente: Yahoo Noticias, Enrique Pérez Quintana, 28 de junio de 2019, https://bit.ly/2ZarLJA).
Voces autorizadas como la de Bernardo Barranco, experto en Sociología de Catolicismo Contemporáneo por la Escuela de Altos Estudios Sociales de París, afirmó: “López Obrador tiene muy claro que la laicidad es la libertad de creencias y que el Gobierno no debe inclinarse por ninguna iglesia. Sin embargo, ha guardado silencio sobre la separación histórica entre el Estado y la iglesia”. Y enfatizó: “no es capricho de los mexicanos que haya ‘cierta severidad’ en la separación iglesia-Estado, ‘es fruto de un largo, tortuoso y sangriento proceso de diferenciación institucional, sobre todo entre la iglesia católica y el Estado moderno mexicano’”. Por su parte, Roberto Blancarte, investigador del grupo de Sociología de Religiones y de la Laicidad, de la Escuela Práctica de Altos Estudios (EPHE) de la Soborna (París), declaró a esta misma fuente que: “López Obrador es juarista ‘pero solo de nombre’. ‘Si uno revisa los principios de Juárez y cómo lo está siguiendo, el presidente ve que, por supuesto, no está haciendo nada de lo que Juárez habría hecho’”. (Ver: EFE. Pulso. Opus cit., ut supra).
Vayamos a ese referente histórico, para aquilatar correctamente la significación de dicha Cartilla Moral.
Si bien una mente preclara de México, Alfonso Reyes, fue la que la ideó, atinó a subtitularla como “Conciencia del Entorno” (Cfr. Editada por la UANL, Letras Universitarias, Nuevos clásicos, Primera edición, 2005. Monterrey México), ella en sí es la apertura de una conversación, y su autor está bien consciente de ello. “Hablar de civilización americana sería, en el caso, inoportuno; ello nos conduciría hacia las regiones arqueológicas que caen fuera de nuestro asunto. Hablar de cultura americana sería algo equívoco, ello nos haría pensar solamente en una rama del árbol de Europa trasplantada al suelo americano. En cambio, podemos hablar de la inteligencia americana, su visión de la vida y su acción en la vida. Esto nos permitirá definir, aunque sea provisionalmente, el matiz de América”. (Nota mía: LJA, “La opción moral”, sábado 19/01, 2019. /O., cit., Entorno de América, pp. 9-10).
Y pienso que éste sería el abordaje correcto. No el de ese burdo pastiche, que se comenta en los medios… Su amalgama de conceptos, supuestos principios y valores morales, no alcanza para convertirse en un homenaje al autor original; es más bien una parodia y mal representada, con pretensiones de grandeza; trabajo que supuestamente adaptó el citado José Luis Martínez, al servicio de la Confraternidad Nacional de Iglesias, citada y, obviamente de la Cuarta Transformación. De modo que en el fondo se trata de una sugerencia para abrir la conversación, no un atrevido recetario de puntos para “hacer” y “no hacer”, el esquema más simplista de una noción de la moralidad, a la par que torpe y miope. Me gusta el reto de analizar la naturaleza “del entorno”… ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿En dónde estamos? ¿A dónde queremos ir? Sugerido por Alfonso Reyes. (Nota mía. LJA, “La opción moral”, sábado 19/01, 2019). No, no está mal que se quiera restaurar el ethos valoral del México contemporáneo, lo que está mal es su enfoque conceptual y su metodología impositiva, al peor estilo de una moral preceptiva anacrónica, por un lado; y por otro lado, la burda imposición de una “ética militante”. (Nota mía: LJA, op. cit., sábado 02/02, 2019).
Me explico. En el análisis social contemporáneo de la cultura existe una especie de asentimiento generalizado de que “la cultura popular es la religiosidad popular”. Este núcleo de fe, creencias, prácticas y comportamientos de una sociedad conforma la identidad (éthos) de su religiosidad popular, que no es otra cosa que una “visión del mundo”, como dice Alfonso Reyes, la cual de convertirse en práctica social es una auténtica “acción en la vida”. Este fundamento crítico y metodológico está a la base en la visión contemporánea del análisis de la cultura, refiérase usted a lo que podemos llamar escuela francesa, en que destaca Pierre Bourdieu, con esta aproximación original al modo de entender el hecho cultural popular que se expresa precisamente en su “religiosidad popular”.
Y esto, querida lectora y lector, no se adquiere de una “preceptiva moral” -decálogo de reglas, normas, principios y valores heterónomos-; se produce en el todo social de acciones, interacciones, creencias y prácticas comunitarias que se alimentan y le son inherentes a una visión particular del mundo, la que está en lo profundo del repositorio de su inconsciente colectivo. O sea, la “cultura popular” no se inyecta con una dosis de preceptiva moral, sino que se construye colectivamente en el movimiento de la historia y se aloja en el Folklore auténtico de un pueblo. Para incidir en ello, hace falta una auténtica pedagogía situada en la Historia. No en el artificio de una predicación autoritaria y dogmática, por bien intencionada que pretenda ser.
“Los aportes de Bourdieu a las ciencias sociales en el México de las décadas de 1960 y 1970 fueron difundidos con las primeras obras del sociólogo que circularon en el país: Los herederos: los estudiantes y la cultura y La reproducción, que elaboró junto con J. C. Passeron. Ambos trabajos están relacionados especialmente con la sociología de la educación, lo mismo que El oficio de sociólogo se adscribe a la sociología y no así al amplio campo de la ciencia social que se vio reflejado en sus estudios”. (Reyes Ruiz, María Teresa. Reseña de “Pierre Bourdieu. Campos de conocimiento: teoría social, educación y cultura” de Carlos Gallegos, Luis E. Gómez, Cecilia Imaz y Yolanda Paredes (coords.). Economía, Sociedad y Territorio, vol. V, núm. 19, septiembre-diciembre, 2005, pp. 667-672. El Colegio Mexiquense, A.C.Toluca, México. Cfr. Reseñas. Pp. 668).
¿Entonces? Dejamos apenas abierta la conversación acerca del asunto de “la cartilla moral” que invoca el presidente Andrés Manuel López Obrador, al que me referí en otra entrega anterior, (LJA, “La opción moral”, sábado 19/01, 2019). Tema que fue abruptamente silenciado en los medios y por la misma presidencia, debido al brutal accidente explosivo de la toma clandestina de gasolina, en el ya tristemente célebre poblado de Tlahuelilpan, Hidalgo. Además, no es violando la Constitución Política de México como lograremos un tal cometido. El otro indicativo que se requiere, ese apunta más hacia una ética de actitudes; la que dice referencia a una “ética de horizonte” y ésta comprende la idea fundante ya desde el Renacimiento de una “visión del mundo”, una cosmovisión. Remember a Bendetto Croce (25 de febrero de 1866-20 de noviembre de 1952) e ilustres teóricos de la cultura como Antonio Gramsci (Ales, Cerdeña, 1891-Roma, 1937) (Nota mía: LJA, “Homo viator”. sábado 02/02, 2019).
Dada la imposibilidad de abundar más en otras líneas de pensamiento, he dejado ya señalado un rumbo que debemos explorar, me refiero a una nueva y extraordinaria urgencia que propone la Declaración de una Ética Mundial del Parlamento de las Religiones del Mundo, realizada en Chicago en septiembre de 1993. Que luego es secundada por la propuesta del InterAction Council -una asociación de antiguos jefes de Estado y de gobierno bajo la dirección del antiguo canciller alemán Helmut Schmidt– en favor de una declaración universal de los deberes humanos; y, también, del “Llamamiento a nuestras instituciones rectoras” del Parlamento de las Religiones del Mundo reunido en Ciudad del Cabo en 1999. (Todos estos documentos pueden encontrarse en internet, en el portal www.weltethos.org).
Apuntes visionarios de una ética mundial, a la que se sumó el destacado teólogo alemán Hans Kung (1928, Sursee, Cantón de Lucerna, Suiza). Egresado de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, y ordenado sacerdote en 1954. Colega de Joseph Ratzinger, Papa Benedicto XVI, con quien tuvo discrepancias teológicas de importancia, por su obra: ¿Infalible? Una pregunta. En 1979 la Santa Sede retiró su licencia para enseñar Teología Católica; a pesar de lo cual, en 2005 ambos teólogos tuvieron un diálogo cordial. Asimismo, él redactó un manifiesto titulado: Ética Mundial: Fundamento para el Diálogo de las Culturas (H. Küng), y lo hace con motivo de la celebración del que fuera Tercer Parlamento de las Religiones del Mundo bajo el lema: “El arte de saber escuchar, el poder del compromiso”. (Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 1999). Que recupera un pensamiento señero: “Se impone la Regla de oro, que se encuentra ya en Confucio, muchos siglos antes de Cristo, pero también en los rabinos y, por supuesto, en el Sermón de la Montaña y en la tradición musulmana: “Lo que no quieras que te hagan a ti, tampoco se lo hagas a otros”. Para mí, es aquí donde inicia la conversación.