Hablando de nuestros gobiernos, desde Lo Local, gerencia o gobernanza del estado y del municipio, opiné que existen al menos dos visiones –desde mi punto de vista complementarias- para estructurar su planeación en el mediano y largo plazo. Lo que resulta oportuno al momento en que la alcaldesa reelecta María Teresa Jiménez asume de nueva cuenta su encomienda por un segundo término de dos años. Asunto que, a no dudar, ya desde hoy sitúa en perspectiva el próximo relevo gubernamental, tanto para el estado como para el municipio.
Y estando en plena campaña electoral, yo referí este tema bajo el título de Pintas sobre la ciudad (LJA. Sábado 11/05, 2019). En ausencia de un real debate de ideas y proyectos, Pensé entrar en materia refiriéndome a dos proyectos acabados, pero aún en vías de consolidación. Por un lado, se postuló planificar las intervenciones en el territorio y para la gestión de acciones relacionadas con la reducción de disparidades territoriales, mediante un marco de referencia de 3 ejes estratégicos de la planificación municipal: Municipio con Gobernanza, Municipio Equitativo y Municipio Competitivo (2011-2013), invocando la convicción de que se requiere de un modelo de planificación regional que oriente la focalización adecuada de las intervenciones multisectoriales; de lo contrario, es probable que se desarrollen acciones incongruentes con las características y particularidades que se presentan al interior del territorio nacional.
Y por el otro lado, aplicar un enfoque que privilegia la “transversalidad” de los ejes principales de acción, según el plan municipal de desarrollo analizado 2017-2019, que para el caso de “Ciudad Ordenada” se define que ese orden aludido supone una planeación integral del entorno físico, ambiental y, por ende, urbano; que privilegia la sustentabilidad de la ciudad a partir de modelos de movilidad responsable con el ambiente. Una ciudad ordenada evalúa el desempeño de sus políticas públicas y las renueva a través del consenso con la población (Ver: Plan de Desarrollo Municipal 2017-2019, p. 63 ss). Hasta aquí quedó la propuesta y el contraste.
Para estas fechas, el Inegi presenta la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2018. Para entender la forma en que se comporta la estructura de la sociedad mexicana y su dinámica de clases y grupos que la componen, es importante distinguir los elementos distintos que integran el ingreso de un hogar. Y ésta es la conversación que sigue.
De acuerdo con los datos que arroja la ENIGH 2018 estima que en México hay 34.7 millones de hogares con 3.6 integrantes por hogar en promedio. La población nacional estimada asciende a 125 millones de personas: 51.4% mujeres y 48.6% hombres. Del total de esta población, el 24.5% reside en localidades rurales y el 75.5% en localidades urbanas. (Fuente: LJA. Aguascalientes, Entre los 10 Estados con Mayor Ingreso Promedio Trimestral en Hogares. Jueves 01/08/2019. https://bit.ly/2KlbE5V ). Lo que ya indica de fondo un peso demográfico de la mayor importancia.
Lo que nos lleva a un primer punto problemático. – El cambio demográfico de México del campo a la ciudad se remonta a partir de la década de los años 40: Según datos del Censo de Población de 1940 que fue el sexto de su tipo que se realizó en el país, presenta información al 06 de marzo de ese mismo año, y arroja 22.6 millones de mexicanos. Valga una apretada síntesis de una experta en la estructura y dinámica demográfica que coincide en que: la etapa de 1941 a 1970 estuvo caracterizada por tres rasgos fundamentales:
1) En primer término, por un proceso de urbanización acelerado, para 1940 la tasa de crecimiento de la población urbana de la década fue de 5.9%, en tanto que tasa para la población total en la misma fecha a nivel nacional fue de 2.7%, esto se debió al extraordinario crecimiento de las ciudades.
2) En segundo lugar por un incremento continuo en la tasa de crecimiento total de la población, que pasó de 2.7% anual entre 1940 a 1950 a un 3.1% anual entre 1950 y 1960, lo cual da base al crecimiento de la población urbana, a la migración del campo a las ciudades y al crecimiento natural de la población de las ciudades.
3) Y el tercer rasgo de importancia en esta etapa de urbanización, es la disminución del predominio poblacional del área urbana de la Ciudad de México con respecto a las otras ciudades más grandes del país, situación que se da a partir de 1950. (Claudia Montserrat Martínez Stone. Facultad de Economía. Antecedentes Históricos). Con ella hay valiosos estudios, (Ver: (Gustavo Garza. Colmex. Artículo: I. La Transformación Urbana de México, 1970-2020. Y Evolución de las ciudades mexicanas en el siglo XX. Notas. Revista de Información y Análisis, Núm. 19, 2002).
La distribución territorial de la población urbana se caracterizó por su concentración hacia la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), cuyo monto demográfico ascendió de 1.5 millones de habitantes en 1940 a 14.5 millones en 1980, con lo que su participación con respecto a la población total del país pasó de 7.8 a 21.6 por ciento. (La urbanización en el México contemporáneo. Jaime Sobrino. El Colegio de México. Reunión de “Población Territorio y Desarrollo Sostenible”. Santiago, 16-17 De Agosto 2011).
Conceptos demográficos que parecieran muy distantes del tema de los Ingreso de los hogares. Pero, pronto nos damos cuenta que, precisamente mediante estas mediciones, comenzamos a entender los retos y desafíos claros y ciertos para un gobernante desde lo local. Veamos. En los hogares de México, el promedio del ingreso total trimestral es de 53,012 pesos. Se compone del ingreso corriente total 49,610 pesos y de las percepciones financieras y de capital2 3,401 pesos.
Y digamos que, para ponernos la primera cruz en la frente, las diferencias económicas entre los habitantes del campo y de la ciudad, ponen los más fuertes retos a sus gobernantes. De entrada observamos importantes asimetrías en el ingreso del campo y de la ciudad. El ingreso corriente total trimestral de las áreas urbanas equivale a 6.2 veces el de las áreas rurales, y representan respectivamente, el 86% y el 14% del ingreso corriente total nacional. A partir de aquí los problemas comienzan a tener nombre y apellido.
Aguascalientes comienza a dibujar su propio rostro: La ENIGH 2018 indica que, por entidad federativa, la media nacional se fijó en 49.610 pesos; mismo rubro que para Aguascalientes significó: 59.346 pesos, para ocupar el 7º lugar de la tabla, de mayores ingresos promedio, respecto del resto de las entidades. Otro dato digno de notar es que: Las áreas rurales de Baja California Sur y Aguascalientes presentaron los mayores ingresos promedio trimestral por hogar con 55,040 pesos y 51,025 pesos, respectivamente, mientras que los menores ingresos en áreas rurales correspondieron a Guerrero con 19,578 pesos y a Chiapas con 18,009 pesos. En cuanto al ingreso promedio Urbano-Rural, Aguascalientes ocupa igualmente la posición número 7 a nivel nacional, con los datos de nivel Urbano en 61.643 pesos, y Rural en 51.025. Por encima de la media nacional que fue de: 55.495 y 30.016 / Urbano y Rural, respectivamente.
En lo referente al gasto mayor promedio, el comportamiento fue de nueva cuenta: – En las áreas rurales, los gastos corrientes promedio trimestrales por hogar más altos se representaron en Aguascalientes y Baja California con 30,115 y 28,691 pesos, respectivamente; mientras que los gastos más bajos correspondieron a Oaxaca y Chiapas con 15,295 y 13,690 pesos al trimestre, respectivamente.
Hasta aquí la historia pareciera ser venturosa. Pero, si miramos hacia dentro de la sociedad hidrocálida, descubrimos -en la letra chiquita- que tenemos graves asimetrías cuando del ingreso por hogares se trata. Y esto es un problema, sobre todo para las Administraciones municipales o estatales que deben encararlo. Para resolverlo, hay que recurrir a la imaginación y a creatividad para allanar las grandes brechas, ajustar las asimetrías y, por ende, extirpar el fenómeno cancerígeno de la desigualdad social
Lo que nos permite concluir que el problema fundamental a resolver es el de la desigualdad social. En donde la variable principal se construye mediante la diferenciación por “deciles” de ingreso. De acuerdo con la ENIGH 2018, los hogares del primer decil tuvieron un ingreso promedio al trimestre de 9,113 pesos, es decir 101 pesos por día por hogar, que en términos de perceptores de ingreso se traduce aproximadamente en 43 pesos diarios por perceptor. En tanto que para los hogares del décimo decil dicho ingreso promedio fue de 166,750 pesos, es decir, 1,853 pesos por día por hogar, que en términos de perceptores implica casi 778 pesos diarios por perceptor.
(Nota técnica.- Los hogares pueden ser agrupados de acuerdo con los ingresos que perciben. Cuando se forman diez conjuntos del mismo tamaño, se les conoce como “deciles”, por lo que el primer decil está integrado por la décima parte de los hogares que tienen los menores ingresos y así de manera sucesiva, hasta llegar al último decil, que está compuesto por la décima parte de los hogares con los ingresos más altos).
Fenómeno social que desemboca en los datos duros y fríos.- En las áreas rurales el ingreso promedio diario por perceptor del hogar fue de 36.8 pesos en el primer decil y de 708.9 pesos en el décimo decil. Lo anterior indica que en las áreas urbanas los ingresos diarios por perceptor de los hogares del décimo decil representan 17.4 veces a los del primer decil, en tanto que en las áreas rurales son 19.3 veces. (Ver: LJA. Pintas sobre la ciudad. Opus cit. Ut supra.) Esta diferenciación no sólo se da entre campo/ciudad, sino que también existe como distinción interna entre los deciles mayores y menores ya sea del campo mismo, o bien de la ciudad. En las áreas urbanas, el ingreso promedio diario por perceptor del hogar en el primer decil fue de 46.1 pesos y en el décimo decil de 804 pesos.
Aquí es campo fértil para la imaginación y la planeación creadora, recurriendo a las “micropolíticas” de un auténtico desarrollo social tan integral como sustentable.