Legión de fantasmas / Memoria de espejos rotos - LJA Aguascalientes
15/07/2025

Think of me, think of me fondly

When we’ve said goodbye

Remember me, once in a while

Please promise me you’ll try

When you find that once again you long

To take your heart back and be free

If you ever find a moment

Spare a thought for me….

Think of me. El Fantasma de la Ópera, Andrew Lloyd Weber


 

A mi maestro Jorge

 

Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”. Así inicia el Manifiesto del Partido Comunista, publicado por Karl Marx y Friedrich Engels en 1848, con el que -además de propagar una idea de acción militante para el cambio social- daban cuenta de que la suma de desigualdades económicas en Europa iba a conducir a la catástrofe. En ese tiempo, claro, el análisis político, económico, social, e histórico del marxismo se centraba en la lucha de clases, en la cosificación del obrero, la fetichización del dinero, la acumulación de capital, y en la depauperización del proletariado, sin atender a otras luchas e iniquidades, o considerándolas como estrictamente dependientes del hecho económico. 

Sin embargo, a pesar de que a más de diecisiete décadas de la publicación del Manifiesto (y de las cruentas pugnas políticas en las que han derivado tanto las intenciones de instaurar su modelo, como de impedirlo), ni en el mundo ni en Europa misma se han visto cambios significativos en abatir la desigualdad económica. Peor aún, en las últimas semanas, sectores sociales de distintas regiones del mundo han comenzado a levantarse en lo que parece ser la invocación no sólo del fantasma de la economía social, sino de otros tantos fantasmas que ahora, como decía el evangelio de Marcos (capítulo 5, versículo 9), se llaman legión, porque son demasiados.

Estos fantasmas, que ahora recorren el mundo, son (al mismo tiempo) regionales y globales, y atienden a dos factores comunes: sí, por un lado, la desigualdad en la distribución de la riqueza; pero, por otro lado, el sistema de opresiones que trasciende lo meramente económico y abarca las condiciones de inequidad de género, de segregación racial, de derechos humanos, de tolerancia religiosa y estado laico, de sustentabilidad ambiental, de democracia, y demás derivadas de la imposición de un modelo (representativo de las derechas conservadoras) que tiende a validar sólo lo que se inserta dentro del capitalismo blanco, occidental, patriarcal, y normado en el binarismo heterosexual; que hace anatema de todo cuanto salga de este molde rancio. A continuación, un breve repaso por este catálogo de fantasmas.

Para comenzar, en México se ha despertado el fantasma del feminismo, de la lucha por la equidad de género, del arduo camino por el reconocimiento y amparo socio-jurídico de la diversidad sexual. Tenemos meses, en el país, que las mujeres han tomado las calles para protestar por los abusos, los acosos, las violaciones, desapariciones, feminicidios, y demás formas abyectas del poderío patriarcal. No sólo eso, también están en ebullición los colectivos sociales de familiares de víctimas por desaparición forzada, de periodistas vulnerados, de víctimas de la delincuencia. Igualmente, México padece la violencia propia de una guerra civil, en la que el crimen desdibuja los límites del terrorismo, doblegando al estado (mediante la violencia o la amenaza de violencia) a ceder a sus demandas. Es decir, nuestros fantasmas son los de los derechos humanos violentados, en distintas formas.

En Ecuador, hace unos días, cundieron las protestas por el retiro de los subsidios a los combustibles. Aunada a la crisis económica que vive la sociedad ecuatoriana, se vino además la crisis etno-racial. Los principales afectados por el alza a los combustibles son los campesinos, quienes dependen del transporte para capitalizar la producción agropecuaria; coincidentemente, los campesinos (y sobre todo los campesinos pobres) son del pueblo Mapuche y demás etnias racializadas como indígenas, víctimas históricas de todo tipo de vejaciones. Ante la intensidad de las protestas, el gobierno declaró Estado de Excepción, se masacró a parte del pueblo, y –al final- se reculó sobre el alza a los combustibles. El fantasma de la equidad social en sus formas de la igualdad económica y de la integración racial se hizo presente.

Chile, por su parte, vive la peor represión contra la población por parte de las fuerzas armadas del estado, como no se veía desde la dictadura militar de Pinoshit. Luego de un aumento al precio del transporte, punta del iceberg de la suma de desigualdades, distintos sectores sociales (especialmente el estudiantil y el artístico) tomaron las calles para ser brutalmente reprimidos, con saldo indeterminado de muertos y desaparecidos (se estima en varios centenares), y millares de presos políticos. El fantasma de la economía social ronda Chile, y se opone a la cara más violenta y detestable del capitalismo: el Fasci-capitalismo. 

La tensión social en Brasil por la política de Bolsonaro también ha sacado a la gente a la protesta, y se ha ganado la crítica internacional. Al colapso de derechos humanos que supone su política evangelista y de intolerancia religiosa, se suma el colapso ambiental promovido desde el gobierno para allanar el camino a las empresas trasnacionales que van por todo. El fantasma de la sustentabilidad ambiental, y de la defensa de las comunidades indígenas, de la diversidad sexual y de la lucha feminista, rondan Brasil.

Haití, pobre entre los pobres, tiene meses de tensión por las protestas sociales motivadas en la crisis económica y de combustibles que asolan al país. Decenas de muertos, actividades detenidas en diversos sectores, y amenaza de escalar la violencia en medio de la exigencia de renuncia al presidente Juvenal Moise. El fantasma de la dignidad se hace presente.

En Uruguay no va mejor la cosa. Estos días han crecido las protestas por la campaña del plebiscito Vivir sin miedo, que impulsa el gobierno para lograr la aprobación de que las fuerzas armadas militares salgan a la calle a hacer labor de seguridad pública, es decir, de la militarización. Otra vez, los derechos humanos como un fantasma que ronda la protesta social.

Hace unos días, en Argentina, además de la tensión social que causa la amenaza de un Neo Kirchnerismo tuvo la mayor movilización de protesta social feminista que haya habido en la historia. Esto representa el hartazgo ante el abuso del poderío patriarcal, con el mismo fantasma que recorre a México y otros países cuyas mujeres han sido brutalmente lastimadas. 

Bolivia y Venezuela, a pesar de que sus gobiernos puedan proclamarse como cercanos al socialismo, padecen la falta de democracia y el colapso económico. Bolivia va a proceso electoral en medio de protestas por la reelección antidemocrática de Evo Morales, y Venezuela ha vivido en polvorín desde hace meses, justo por la falta de democracia y por el derrumbe de su economía. Los fantasmas de la participación ciudadana y de la mejora en la calidad de vida están presentes.

Este fenómeno ocurre no sólo en nuestro continente. En España tampoco hay un clima exento de protesta social. Las voces independentistas intentan ser acalladas con cada vez más violencia, y los sentimientos franquistas y nacionalistas resurgen para continuar con su daño histórico.

París ha tenido el emblema de los Chalecos Amarillos como signo de protesta contra el capitalismo, la economía neoliberal, y la indefensión social producida por éstos factores. Se suman las protestas ambientales, por el sistema de pensiones y jubilaciones, y la tensión por la migración permanece perenne. Hay un fantasma que anuncia el colapso del viejo sistema.

En Egipto, en el noreste africano, también hay ebullición en contra del autoritarismo de su presidente Al Sisi, y de la forma que éste ha criminalizado la protesta, la ha reprimido, y ha superado los dos millares de presos políticos en los últimos días. Otra vez, el fantasma de la democracia se asoma a la plaza Tahrir.

Más al noroeste, la zona de Palestina, Siria, y Líbano, llevan siglos de conflicto que no ceden en los últimos meses. Al contrario, se acentúan no sólo en las demandas a Israel para la coexistencia colectiva, sino añaden exigencias de derechos humanos y contra la opresión de los radicalismos religiosos, que cada vez son más violentos. El fantasma del estado laico y de la cultura de paz no abandona al Golán. 

Más hacia oriente, en Asia, siguen los fantasmas en ronda. En Hong Kong, la juventud defiende el estatus especial de la excolonia británica, que conserva algunos mecanismos de participación democrática, pero que ahora son amenazados por la gobernadora, en arreglo con la República Popular de China. El fantasma de la democracia persiste.

Hoy por hoy hay violencia, protestas radicales, y acciones represivas del gobierno, en México, Ecuador, Chile, Haití, Uruguay, Brasil, Argentina, Bolivia, Venezuela, España, Francia, Egipto, Palestina, Siria, Líbano, Hong Kong. El factor común es la exigencia de democracia, derechos humanos, estado laico, independencia política, economía social, equidad de género, integración etno-racial y sustentabilidad ambiental; es decir, todo lo opuesto al sistema capitalista, blanco, occidental, heteropatriarcal, y depredador que hemos sostenido durante los últimos siglos. Ese sistema se va a caer, por eso cruje. Y si no se cae, lo vamos a tumbar.

[email protected] | @_alan_santacruz |  /alan.santacruz.9


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