Negro soy: El canto de Jorge Artel / Café Fausto - LJA Aguascalientes
07/10/2024

Era uno de los días de diciembre de 1955 cuando salieron de la imprenta de la Universidad de Guanajuato los primeros ejemplares del libro “Tambores en la noche” de Jorge Artel, un poeta afrocolombiano que recorría Nuestra América compartiendo su obra y descubriendo lo mucho que estamos hermanados los pueblos latinoamericanos. En esos años Jorge Artel desarrollaba su labor creativa al tiempo que se desempeñaba como académico en nuestro país.

Aunque esa obra había ya sido publicada en su país en 1940, esta edición sería la versión definitiva de un libro considerado muchos años después por los especialistas como el poemario que abrió el camino a la literatura afrocolombiana contemporánea y la primera en abordar ese tema desde el verso libre. Es en sí, es sin duda una de las obras fundamentales de la literatura afrocolombiana después del escritor Candelario Obeso que desarrolló su obra literaria en el siglo XIX y que fue en sí el primer afrocolombiano publicado en ese país.

Nacido en Cartagena, Colombia en 1909, Jorge Artel fue abogado escritor y periodista. A lo largo de su vida escribió y publicó libros de poemas, ensayos, narrativa y una obra de teatro con las obras “Tambores de la noche”, “Poemas con botas y banderas”, “Sinú, riberas de asombro jubiloso” y “De rigurosa etiqueta”, “No es la muerte… es el morir!”. Falleció en Malambo, Colombia en 1994. Artel fue declarado Poeta Nacional de Colombia en 1985 por la Universidad de Antioquia.

Después de su estancia en México que fue tal vez entre 1953 a 1957, Jorge Artel regresó a su país con al menos uno de esos ejemplares de “Tambores en la noche” publicado en 1955. Luego de su muerte sus hijos resguardaron su biblioteca en la que se encontraba ese ejemplar, como también una edición posterior de esa obra que hizo en vida en 1986 para una editorial privada en que puso algunos poemas y quitó otros más con una intención de novedad, pero arriesgando en cierta medida el concepto original de ese poemario. 

Ya fallecido en 2004 se realizó una edición en Barranquilla con notas de su hijo Jorge Nazim Artel, Belisario Betancur, Óscar Silva y Ramón Vinyes. Luego en 2009 la Universidad de Cartagena hizo una edición recuperando la versión de 1955 con un prólogo del especialista Gabriel Ferrer Ruiz que un año después volvería a publicar el Ministerio de Cultura de Colombia. 

A pesar de todo esto, Artel es un poeta poco conocido y difundido incluso en su propio país, es un autor admirado por especialistas, pero sin una divulgación de su obra como lo mereciera.

Mientras, en todos esos años en Guanajuato fue quedando en el olvido aquella versión definitiva del libro de Artel publicada en 1955 y que en su momento generó comentarios muy positivos en la prensa de esa región.

A la obra del poeta Jorge Artel la conocí en 2010 y mi interés continuó al incluirlo como parte de mi objeto de estudio de mi tesis doctoral. Hace unos meses. Al conversar por teléfono con su hijo Nazim Artel supe de la importancia de aquella edición guanajuatense considerada como la definitiva y me dediqué a tratar de localizar un ejemplar.

Luego de varios días descubrí que solamente quedaba un ejemplar de “Tambores en la noche” en su edición de 1955 en México, resguardado en la biblioteca de la Preparatoria de la Universidad de Guanajuato ubicada en la capital de ese estado. Con el invaluable apoyo del Doctor Miguel Ángel Guzmán, Coordinador del Archivo General y responsable de la Biblioteca Armando Olivares de la Universidad de Guanajuato se realizó la localización física del ejemplar y el trámite para su protección y resguardo al reconocer su importancia.


Esta semana pude revisar directamente el ejemplar de “Tambores en la noche” el cual se encuentra en perfecto estado de conservación, algo que vale la pena comentar ya que sobrevivió a décadas de estar a disposición para consulta pública e incluso a un incendio menor de las oficinas de la dirección de la Preparatoria que afectaron a parte del acervo de esa biblioteca.

A todo esto, el libro “Tambores en la noche” es importante en su contenido porque en sus páginas el poeta fija una postura de fortalecimiento de su identidad como afrodescendiente, recupera elementos de su tradición, describe lugares que son propios de su cultura y nos ofrece una rica musicalidad en sus versos que nos invitan a sentir y hacer nuestra la cultura afrocaribeña.

Pleno de color, aromas y de texturas del Caribe colombiano, Jorge Artel retrata a su pueblo asumiendo orgullosamente su identidad y denunciando la desigualdad que provoca el racismo en Nuestra América.

“Negro soy desde hace muchos siglos. / Poeta de mi raza, heredé su dolor. / Y la emoción que digo ha de ser pura / en el bronco son del grito / y el monorrítmico tambor. / Es hondo, estremecimiento acento / en que trisca la voz de los ancestros, / es mi voz. / La angustia humana que exalto / no es decorativa joya / para turistas. / ¡Yo no canto un dolor de exportación!”, canta Artel en su poema “Negro soy” que abre ese poemario.

La importancia de recuperar a ese ejemplar es grande, pues se tiene una pieza bien conservada de un libro que continuó y fortaleció el discurso poético del cubano Nicolás Guillén quien había inaugurado esta corriente literaria en 1930 al publicar “Motivos del son”. 

Desde el surgimiento del libro del cubano a la versión definitiva del libro de Artel, la poesía negra, también conocida como afrorrealista había sufrido cambios y desviaciones en algunos de sus poetas seguidores que lo llevaban a una banalidad folclórica al volverse moda para turistas del Caribe en cierto momento, esto a pesar de que Guillén intentaba defender su esencia. En ese camino, Jorge Artel ofrece con su libro un discurso poético que hace rectificar el camino y fija postura, pero además le da vitalidad y nueva fuerza creando una nueva corriente en este caso dentro de Colombia que todavía tiene autores destacados que siguen su camino con nuevos aportes como son Pedro Blas Julio Romero y Uriel Cassiani.

Leer a Jorge Artel, observar su universalidad desde su mirada de caribeño colombiano nos lleva también a reconocer esa raíz afrodescendiente que tenemos en nuestra Latinoamérica y por supuesto en México, recuperarlo, leerlo desde nuestro tiempo es también mirarnos a nosotros mismos. 


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