Hace algunos años, un accidente era considerado como algo que sucedía de manera fortuita y que estaba fuera de nuestro control, es decir, se presentaba de manera súbita e imprevisible, lo que, de alguna manera, nos eximía de culpas por su carácter de no intencionalidad. Sin embargo, el concepto ha cambiado, y los accidentes son considerados eventos previsibles y por completo prevenibles. Este cambio de paradigma los convierte en un factor de preocupación para la sociedad y por tanto nos instan a generar una serie de acciones orientadas a prevenirlos, pues sus repercusiones derivan en pérdidas humanas y materiales, o en el detrimento de la calidad de vida de los individuos que los sufren [1].
Un accidente de tránsito es considerado como el perjuicio ocasionado a una persona o bien material, en un determinado trayecto de movilización o transporte, debido (mayoritariamente) a la acción riesgosa, negligente o irresponsable de un conductor, de un pasajero o de un peatón, pero en muchas ocasiones también a fallos mecánicos repentinos, errores de transporte de carga, condiciones ambientales desfavorables y al cruce de animales durante el tráfico o incluso a deficiencias en la estructura vial (e.g., errores de señalización y de ingeniería de caminos y carreteras) [2].
Los accidentes de tránsito y las consecuencias que generan constituyen una tragedia humana de primer orden, una auténtica epidemia de nuestro siglo, que ninguna sociedad moderna puede tolerar [3]. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que cada año mueren cerca de 1.3 millones de personas en las vialidades del mundo entero, y entre 20 y 50 millones de personas padecen traumatismos no mortales derivados de ellos. Los accidentes de tránsito son una de las principales causas de muerte en todos los grupos etarios, y la primera entre personas de entre 15 y 29 años [4].
De acuerdo con la Estadística de Accidentes de Tránsito Terrestre en Zonas Urbanas y Suburbanas (ATUS) [5], en 2018, se registraron 381,593 accidentes de tránsito en nuestro país, 3,792 en Aguascalientes, lo que nos ubica en el 7° estado con menos accidentes. Sin embargo, si los vemos en proporción con la población total, ascendemos al lugar número 14. Alrededor del 75% de estos accidentes ocurrieron en la capital del estado. El 49.39% fueron del tipo colisión con vehículo automotor y 23.73% colisión con un objeto fijo. En lo que respecta a colisiones con los usuarios vulnerables de la vía pública (i.e., peatones, ciclistas y motociclistas), las proporciones de afectación fueron del 5.27, 2.19 y 11.71, respectivamente. El 0.26% de estos accidentes consistieron en la caída de pasajeros; y el resto se distribuyen en salidas del camino, colisiones con el ferrocarril, colisiones con algún animal, y volcaduras.
Los meses con mayor número de accidentes en el municipio de Aguascalientes en 2018 fueron abril y diciembre, y aunque resultaría muy sencillo encontrar interpretaciones lógicas para este fenómeno, el análisis histórico de los datos no las sustenta, ya que como puede observarse en la Figura 1, salvo por el mes de diciembre, donde la incidencia parece aumentar, no existe un patrón asociado al resto de los meses con respecto a la ocurrencia de los accidentes de tránsito. Donde se hay un patrón es en los días de la semana, siendo los fines de semana los que registran la mayor incidencia de accidentes.
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Con respecto a los vehículos involucrados son los automóviles (56%), camionetas de carga (14%), bicicletas (12%), camionetas de pasajeros (11%) y camiones urbanos (2%) los que más incidentes presentaron en el municipio en 2018. En lo que respecta a colisiones entre automóviles, en los últimos 5 años, el número de vehículos involucrados en ellas ha fluctuado entre 1 y 7.
El factor humano es una de las principales causas de accidentes de tránsito en el municipio (93.3% atribuibles al conductor y 3.4% a peatones o pasajeros). Realizar maniobras imprudentes, utilizar el teléfono móvil o manipular aparatos de navegación, efectuar maniobras prohibidas, desobedecer señales de tráfico, conducir a exceso de velocidad, usar inadecuadamente las luces, conducir bajo los efectos del alcohol o de algún estupefaciente, cruzar por lugares inadecuados, y la fatiga del conductor, son algunas de las explicaciones para este fenómeno. Al respecto, la OMS ha señado, por ejemplo que, a medida que aumentan la velocidad media, también aumenta la probabilidad de accidentes y la gravedad de sus consecuencias. El aumento de 1 km/h de la velocidad media del vehículo se traduce en un aumento del 3% de la incidencia de accidentes que producen traumatismos, y del 4 al 5% en la incidencia de accidentes mortales; y que conducir bajo los efectos del alcohol con una concentración en sangre (CAS) mayor a 0.05 g/dl aumenta el riesgo de sufrir un accidente de forma significativa. Aunque solo el 2.7% de los accidentes es atribuible al camino, no es desconocido que el diseño vial puede afectar la seguridad de las calles y carreteras de manera considerable. Por lo que, éstas deberían diseñarse teniendo en cuenta la seguridad de todos los usuarios, y para ello es necesario asegurarse de que haya instalaciones adecuadas para peatones, ciclistas y motociclistas. La creación de sendas peatonales, ciclovías y cruces seguros, entre otras medidas para aligerar el tránsito, son fundamentales para reducir la probabilidad de que estos usuarios sufran traumatismos [4].
El número de muertos por accidente de tránsito en el estado en 2018 fue de 81 personas, mientras que el número de heridos fue de 1421, el 62% y el 83% de ellos, respectivamente, ocurrieron en la capital del estado. El rango de edad de las personas involucradas con mayor incidencia es de 16 a 30 años (42.11%), seguido por el de 31 a 50 años (33.97%). En ese mismo año, todos los accidentes urbanos se reportaron en intersecciones, pero este no ha sido un patrón constante, lo que sí es un patrón es que la mayor parte de accidentes ocurren en estos puntos. Con respecto a los accidentes suburbanos, la mayoría de ellos se registran en las carreteras estatales.
En cuanto al género, en alrededor del 10% de los incidentes el responsable se da a la fuga por lo que no es posible determinar su género, pero en el 82% de los casos son los hombres quienes se ven involucrados en ellos. Esto por supuesto, puede tener una relación directa con los patrones de viaje que indican que somos nosotras quienes más utilizamos el transporte público en las ciudades.
En materia de muertes y discapacidades todas las cifras deberían ser alarmantes, sobre todo si somos conscientes de que los accidentes de tránsito pueden y deben prevenirse y que todos tenemos responsabilidad en ello. De hecho, la identificación del factor humano como una de sus principales causales (i.e., conductores, pasajeros y peatones) han llevado a los expertos en movilidad y salud a catalogar a los accidentes de tránsito como incidentes para que no nos perdamos en esta idea de la evolución del concepto de accidente, con la que de manera premeditada he iniciado este escrito. En este tenor, corresponde a las autoridades realizar leyes y reglamentos, políticas públicas, y programas de intervención de vialidades, así como la observancia y gestión de estos; a los fabricantes de vehículos automotores o no, incorporar los elementos y controles de seguridad necesarios reducir aún más la incidencia de incidentes atribuibles a ellos; y a nosotros como ciudadanos, nos corresponde modificar nuestra conducta y comportamiento en las carreteras y caminos, es necesario tomar consciencia y responsabilidad de nuestra seguridad y de la seguridad de los demás concentrándonos en el camino y respetando las leyes, reglamentos y señales que nos ayudan a transitar de manera armónica a lo largo de ellos. Así y solo así es como lograremos la tan ansiada visión cero (cero muertes y cero lesiones por incidentes de tráfico). ¡La movilidad es nuestro derecho, pero movilizarnos con seguridad e integridad es responsabilidad y tarea de todos!
Referencias
[1] Pérez-Núñez, R., Gómez García, L. (2014). La vía pública y las lesiones causadas por el tránsito. Los accidentes como problema de salud pública en México: Retos y Oportunidades. (ed. 1). Academia Nacional de Medicina.
[2] San Cristóbal de la Laguna. Accidentes de tráfico. Ley de seguridad vial. [En línea] https://bit.ly/33d0R51
[3] Fitsa (2008). El valor de la seguridad vial: conocer los costes de los accidentes de tráfico para invertir en su prevención. Fundación Instituto Tecnológico para la Seguridad del Automóvil.
[4] OMS. (2017). 10 datos sobre seguridad vial en el mundo. Organización Mundial de la Salud. https://bit.ly/2OxK9I8
[5] Inegi. (2018, 2017, 2016, 2015 y 2014). Estadística de Accidentes de Tránsito Terrestre en Zonas Urbanas y Suburbanas.