
Digamos que caí en la tentación de las series en Netflix y, aunque poca asidua en realidad, nos recomendaron Glee, la antigua serie de Fo, como la música y el baile me encantan, fácilmente me enganché y ahora la disfruto como telespectadora y como observadora social.
Indiscutiblemente fue una producción de muchos dólares en la chequera para el estudio que la produjo, técnicamente hablando es impecable, las locaciones están bien logradas, nunca se nota que sea estudio de grabación cuando lo es, por ejemplo los hogares de los personajes y salones de clase, los exteriores bien logrados, en general pudiera decir que es una producción norteamericana “clásica”, me refiero a los altos estándares de producción que usan en la industria del entretenimiento en Estados Unidos. Pero no sólo las locaciones y el trabajo de arte son impecables, también la iluminación y el lenguaje visual forman parte de un todo que hace de esta serie de antaño un buen producto de entretenimiento que, a pesar de los años sigue vigente. Glee estuvo al aire de 2009 a 2015 y si le soy sincera, la verdad es que no me enganchó en aquellos ayeres, hasta para ver televisión creo que tenemos momentos y tiempos, seguramente no fue mi momento para enamorarme de la trama. Con seis temporadas, 121 capítulos y seis años al aire lo que debo reconocer como profesional de las letras es la capacidad de los guionistas para escribir esa cantidad de episodios sin perder la fuerza de la historia y la esencia del mensaje, sin dejar de lado que es un musical, es interesante la tarea de seleccionar más de tres canciones por capítulo que encajen a la perfección en la narrativa de la trama. Y tal vez, además de la música y el baile los guiones son lo que más llamaron mi atención; parten de un paradigma poco abordado por la televisión comercial y más por aquellos años, me refiero al tema de los chicos preparatorianos que son relegados, segregados del resto de la comunidad estudiantil por ser “diferentes”, y entonces los realizadores y guionistas se dieron a la tarea de romper el clásico paradigma de los personajes en las series norteamericanas, es decir, siempre encontraremos a los chicos famosos y atractivos del salón, y me refiero a ellas y ellos; también es fácil identificar a los estudiosos o nerd, a los apasionados por el deporte que usualmente son los famosos que mencioné y a un inadaptado, pero en la premisa de Glee, el paradigma se rompió, dos chicos del equipo de futbol americano y famosos entre la tropa son integrantes de este grupo sui géneris, así como tres porristas con las mismas características que sus compañeros deportistas, fama, reconocimiento, envidia por parte del resto de la comunidad estudiantil y un maestro soñador de buen ver y con un imán que funciona tanto con sus compañeras de trabajo como con alumnas. La premisa es interesante, qué pasaría si a un grupo musical mal visto por el resto de la comunidad, se le sumaran estas personalidades, cuáles serían las reacciones, qué pasaría con un experimento social de este tipo. Originalmente el grupo está conformado por un chico que está en silla de ruedas, dos con rasgos orientales y que los identifica como extranjeros, ya sabe, para los gringos el ser de otro país o tener sangre de otra raza les causa conflicto aunque se cansen de negarlo; una chica latina y dos jóvenes judíos (un él y una ella), que por cierto, ella es la estrella del grupo, digamos que es la voz destacada; también se puede identificar a una joven de color con problemas de obesidad, pero con una voz envidiable, y un chico gay. Qué pasa cuando mete todas estas personalidades en un salón de música, les pide formen equipo y compitan por ser los mejores de la región, de entrada me podría decir, nada, una serie de televisión como muchas, desabrida y sin chiste, pues tal vez eso pensé en aquellos años cuando me resistí a seguirla por televisión por cable, pero ahora me doy cuenta que no es así, la trama de la historia y el desarrollo del guion son de muy buena manufactura, pues a cada una de estas personalidades hay que escribirles una historia, un relato que permita al espectador identificar cómo es realmente la vida para una persona mal llamada inadaptada, me explico, en la unión americana aun en estos días es difícil ser extranjero, latino ni se diga, los problemas derivados del racismo son fuertes y parece que con Trump se han incrementado, en esta serie son plasmados como son, sin dejar de lado la ficción que la televisión permite inyectar a la trama pero bastante claros y sin dejar a la interpretación el conflicto duro que el personaje confronta a cada momento. Qué me dice de la aceptación por los chicos gay, por las personas que tienen algún problema de sicomotricidad, son tantas las variables en el paradigma como interesantes los temas a abordar en la serie, el estereotipo del matrimonio norteamericano, retratado exquisitamente opuesto a lo que plantea el sueño americano, el docente que experimenta el divorcio, las infidelidades, los compromisos de palabra, el personaje antagónico, casi neonazi que hace la vida pesada a los personajes principales, pero que tiene su lado bueno, muy bueno diría yo y que confronta al espectador con los sentimientos hacia dicha figura; malo pero bueno, dulce pero agrio, fuerte pero débil, así es Glee divertida pero cruda, ligera pero con mucho trasfondo, simplona pero profunda, si se analiza desde la óptica social, entonces me quedo con que es un excelente laboratorio audiovisual donde se confronta a las personas comunes que habitamos este planeta a identificar conflictos muy parecidos a los de la vida diaria, a nuestra cotidianeidad, sólo que sin números musicales pero con la imperiosa necesidad de resolver aprietos con el único fin de alcanzar la felicidad, con las personas que nos rodean, con los entornos donde nos movemos; y si somos docentes, el ejemplo para seguir adelante a pesar de todo y de todos, siempre tendremos alumnos sobrevalorados, discapacitados, “normales”, fastidiosos, qué me dice de los compañeros de trabajo, no todo es miel sobre hojuelas, sin embargo, la disposición, la entrega y la vida se dejan en el aula con la esperanza de ver a esos jóvenes triunfar.
Le recomiendo vea Glee y si ya la vio, vuelva a verla, vale la pena hacer un espacio en la agenda para recordar aquellos tiempos de estudiantes.
Laus Deo
@paulanajber