Otra semana más que se acumula en la experiencia de gobierno de la Cuarta Transformación, y, en números gruesos, son 48 semanas que, la opinión pública crítica del gobierno que encabeza el presidente López, sólo puede destacar los tumbos que comete el morenismo empoderado en el país. Los yerros en las decisiones y las acciones de la Cuarta Transformación parecen estar previamente acordados y programados, y cada uno de ellos determina negativamente el avance de México. Veamos.
Ya se suman más de dos semanas desde aquél fatídico 17 de octubre en Culiacán, Sinaloa, con la ya célebre huida de Ovidio Guzmán López y la derrota del Estado mexicano como responsable y garante de la seguridad y la paz públicas; desde entonces, el presidente López le ha invertido 11 ruedas de prensa de sus famosas “mañaneras”, durante las cuales ha pretendido, sin éxito, explicar qué pasó ese día, y tratando de evadir la responsabilidad de su gobierno ante esos lamentables hechos que han marcado su sexenio, esperemos, para cuando le toque contar la historia. Tumbos, en cada mañanera, tumbos. El presidente y su gabinete de seguridad pública, con una imagen lamentable de aventarse la papa caliente unos a otros, sin atinar a identificar a la autoridad responsable. Alfonso Durazo, el general Luis Cresencio Sandoval, vamos, ni el propio López, mantienen fija la mirada ante el escrutinio social que les exige claridad en sus respuestas. En el exceso de sus evasivas, acabaron dando el nombre de un militar que, según ellos, fue el responsable del fallido operativo. El colmo de la irresponsabilidad.
En este mismo escenario, el presidente desesperado, acometió contra la prensa que acude a sus mañanera y lo acorraló con preguntas inesperadas, y López, en uno más de sus desplantes autoritarios que se le dan, recordando a Francisco I. Madero, los acusó de que “mordían la mano que les había quitado el bozal”, ¿qué tal? Y sí, al día siguiente (tumbo) debió explicar qué quiso decir, y aclarar.
Por otra parte, hasta la naturaleza le juega las contras al Gobierno Federal, y los torrenciales aguaceros registrados en la zona de lo que será la refinería de “Dos Bocas” acabó inundado, dándole un mentís al propio presidente y a su infalible secretaria de Energía, Rocío Nahle, respecto de la idoneidad del proyecto insignia de la presente administración (tumbo). Y, para colmo, la Secretaría de la Defensa Nacional, responsable de la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, debió admitir ante el juez quinto de distrito en materia administrativa, la inexistencia del expediente administrativo del proyecto. Además, diversos organismos relacionados con el tema de aeropuerto, como la Asociación de Transporte Aéreo Internacional, el Colegio de Pilotos Aviadores de México y casi una treintena de aerolíneas, nacionales e internacionales, le han pedido al gobierno lopezobradorista, que muestre los avances del plan de construcción de Santa Lucía, así como la reconfiguración del espacio aéreo para la Zona Metropolitana del Valle de México, y, por supuesto, no hay respuesta seria posible a las demandas (tumbo). ¿A qué está jugando el Gobierno Federal?
El jueves pasado, el Inegi (otro coco del presidente López) reportó que en el trimestre de julio a septiembre de este año, el PIB de México creció 0.1 por ciento, nada, en respuesta a ese reporte, el primer mandatario respondió con su clásico, “yo tengo otros datos”, mismos que le señalan que en materia de economía, el país “va muy bien”. Aunque el presidente no comparta a qué datos se refiere. Para complementar este escenario propiciado por esa institución que pronto será catalogada de fifí o conservadora, el Banco de México rebaja el pronóstico de crecimiento para el 2019 a 0.2 por ciento; asimismo, 42 grupos de análisis y consultoría en materia de inversión, nacionales y extranjeros, consultados por el mismo BdeM, rebajaron sus pronósticos de crecimiento de la economía mexicana para este año y el siguiente, aduciendo que los factores limitantes son la inseguridad pública y la incertidumbre política del país, dejando los pronósticos para el siguiente año en materia de expansión de la economía a sólo el 1.2%. Triste y más tumbos.
Y a manera de remate, de una semana más de desatinos de la Cuarta Transformación y los afanes de su emblemático líder, en el terreno político, las cosas no pintan de buen color para los personeros del cambio verdadero. El Tribunal Electoral del Poder Judicial, declaró la invalidez del proceso interno de Morena para la renovación de su dirigencia nacional, toda vez que el padrón utilizado no era un instrumento confiable ni ofrecía las garantías legales suficientes para el efecto. Así que palo (tumbo), y el morenismo quedó bufando su democrático proceso, para mejor momento. Ahora deberán descubrir qué procedimiento habrán de utilizar para avanzar en la gobernabilidad interna de su partido. Si no se pueden gobernar a sí mismos, ¿cómo harán para gobernar el país?
Finalmente, el último tumbo fue cortesía de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, al concluir el acto protocolario de la toma de protesta del gobernador de Baja California, Jaime Bonilla. Son sabidas las maniobras fraudulentas del bonillismo en el Congreso del Estado, para extender de manera inconstitucional el período de 2 a 5 años, lo que ha prendido los focos de alerta en el país, y se han presentado recursos ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para contrarrestar dicha arbitrariedad. Sin embargo, ayer mismo, doña Olga, en reunión “privada” posterior a la toma de protesta del morenista Bonilla, festinaba con el gobernador ya en funciones, que el periodo era por 5 años. Meses atrás, la secretaria, “indignada”, señalaba la inconstitucionalidad de la arbitraria extensión, ayer parecía chiquilla abriendo su regalo de cumpleaños. Cabe señalar que la secretaria ignoraba que estaba siendo grabada en video en sus manifestaciones y descuidos a favor de la ilegalidad. Tumbo.
La Cuarta Transformación va sin rumbo, lo reiteramos, cada día se despierta adivinando qué hará con un México en sus manos. ¿Más tumbos?