La moral en la cuarta transformación/ Bravuconadas - LJA Aguascalientes
15/05/2025

Uno. Moral, según la Real Academia de la Lengua Española: Perteneciente o relativo a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien y el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva. Y, dos, también según esta autoridad en materia lingüística, Moral, árbol oriundo de Asia, de la familia de las moráceas, de 5 a 6 metros de altura, con tronco grueso y derecho, copa amplia, hojas ásperas, lanuginosas, acorazonadas, dentadas o lobuladas por el margen, y flores unisexuales en amentos especiformes, separadas las masculinas de las femeninas. Su fruto es la mora.

Una de las banderas del nuevo gobierno morenista fue la lucha contra la corrupción; fue vehemente en su llamado a iniciar una cruzada por una nueva renovación moral del quehacer público. Sin embargo, a un año de haber tomado las riendas del gobierno, la Cuarta Transformación, parece ser que ha optado por la segunda definición que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, hace de la moral, muy alejada de observar las acciones de las personas en su obrar bien ante la colectividad.

En días pasados, la titular de la Secretaría de la Función Pública, Irma Sandoval, tuvo a bien dar a conocer los resultados de las investigaciones derivados de los señalamientos que el periodista Carlos Loret de Mola, hizo sobre el enriquecimiento inexplicable y el conflicto de interés del titular de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, viejo político y hábil sobreviviente del sistema político mexicano, y que, sin sorpresa alguna, fuera eximido de toda responsabilidad de las acusaciones públicas, por parte de la autoridad encargada de verificar la trayectoria y conducta de los servidores públicos con relación a la Ley de Responsabilidades. Nada pues, que don Manuel, es “blanco y puro”, a los ojos de la Función Pública, de la Cuarta Transformación, y por supuesto del presidente López.

Por supuesto que la mañanera fue escenario de uno más de los desplantes del titular del Ejecutivo federal, para reafirmar su “confianza” en el licenciado Bartlett, y en el apoyo que en él ha depositado para llevar a buen puerto el “cambio verdadero”. “Tápenme la boca con prueba” afirmó con sobrada seguridad en sí mismo ante unos representantes de los medios de comunicación impávidos, y en algunos casos, impotentes ante la soberbia presidencial.

Y, haciendo referencia a una expresión del entonces candidato López Obrador en el 2018 en el Puerto de Acapulco, y que hacía referencia a los riesgos de “soltar el tigre”, el hombre, a partir del 1 de julio de ese mismo año, se ha dedicado a pintarle un día sí, y otro también, las rayas al tigre. La lista es larga, pero de ella podemos destacar la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, y el aeropuerto de Santa Lucía; lo mismo del Metrobús de La Laguna en Coahuila, la suspensión del programa de Estancias Infantiles, de los comedores comunitarios, el impulso al tren transístmico; el desabasto de gasolinas en la región centro del país; la refinería Dos Bocas en Tabasco, el Tren Maya, con una consulta cuestionada por la misma ONU, las más de 31 mil muertes violentas derivadas de la inseguridad pública y la ausencia de una estrategia consistente y clara en la materia; de ahí, Culiacán y la fuga de “El Chapito”; la indefinición operativa de la Guardia Nacional, ¿o “Border Patrol” o qué?; la escasez de medicamentos en el Sistema Nacional de Salud; la cancelación y no sustitución del Seguro Popular; el sistemático hundimiento de Pemex; el crecimiento 0 de la economía nacional; la pérdida y no generación de empleos; la pifia de los errores en la firma del T-MEC por Jesús Seade, otro protegido del presidente López; y así, un largo etcétera.

Paradójicamente, la habilidad discursiva de López lo ha sostenido en una alta aprobación de su desempeño, lo que, independientemente de los desatinos de su administración, encuentra la justificación para seguir por esa ruta. Muchos de los deslices de su gobierno, han sido merecedoras de apasionadas defensas y justificaciones de parte del presidente. Los yerros de su Secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, parece ser que se llevan la mano en estas acciones presidenciales, lo ha defendido a más. Durazo no atina a encontrar la cuadratura del círculo de la inseguridad en el país, al grado que su jefe ha tenido que atacar la “disposición” de los gobernadores a desmañanarse con él y pasarles la factura de su ineficiencia e impericia frente al fenómeno de la inseguridad.

Le ha conferido a su Canciller Ebrard, facultades extraordinarias e improvisadas, extralegales (por no decir: francamente ilegales), con asuntos de aranceles y migración (economía/gobernación), la compra de las misteriosas pipas (Pemex), la firma del Tratado México, Estados Unidos y Canadá, T-MEC, (Economía), la compra de medicamentos (salud), y así. Asimismo, el nuevo rol del Ejército en el sexenio, dejando de ser garante de la seguridad nacional, para entrar al mundo de los desarrolladores inmobiliarios y de la construcción. El principio constitucional de legalidad en el servicio público, para la Cuarta Transformación, para el presidente López, es letra muerta.

El desmantelamiento de los organismos garantes de mantener el equilibrio, ha sido sistemáticamente trabajado. El descabezamiento de la Comisión Nacional de Derechos Humanos por la ilegalidad, el ahorcamiento e imposición de incondicionales al régimen en diversos órganos reguladores (telecomunicaciones, energía, evaluación educativa, entre otros muchos); el recorte presupuestal al INE, son muestras claras de los propósitos del morenaje empoderado.

En fin, la bandera de la lucha contra la corrupción está, cada mañana, debidamente camuflajeada, por un presidente que nunca ha dejado de ser candidato. El caso del señor Bartlett y su exoneración por actos de corrupción por la 4T, sólo son una pequeñas muestras de que la corrupción sigue enseñorada en esta nueva etapa de la vida del sufrido México y que seguramente encontrará una salida a tantas rayas del tigre.


Para la 4T, la moral es un árbol que da moras.

 

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