Quizá porque fonéticamente se escuchan con mucha similitud los fonemas feminismo y feminicidio, (la raíz es la misma y está referida a las personas del género femenino, vamos, a las mujeres) que la Cuarta Transformación, confundida, no ha logrado diferenciar el tono de su respuesta a lo que sustancialmente significan feminismo y feminicidio. La 4T, hecha gobierno, y en voz, particularmente de su carismático líder, el presidente López, no distingue con claridad el contenido del movimiento social feminista en México y el crimen de odio que se expresa en el asesinato de una mujer, por el simple hecho de serlo, y se enreda y se enoja y ataca, pero, en su confusión, sólo se empantana más y se frustra.
Es a partir del feminicidio de Ingrid Escamilla el pasado 9 de febrero que el enojo y la indignación de la sociedad mexicana, particular y más sentidamente por las mujeres, empezó a manifestar su malestar ante la tibia, si no es que nula reacción de las autoridades para combatir de manera articulada, estratégica, seria, el problema del feminicidio en el país. Y sí, el presidente López, estaba más ocupado en la organización de su rifa, que atender el grave problema de la seguridad del 51% de la población. Sólo en el 2019, ya con todas las riendas del gobierno federal y el control del Poder Legislativo, la 4T, apenas notó que ya habían sido asesinadas más de 1000 mujeres, a razón de 10 por día. El feminicidio está al alza y las autoridades sólo atinan a mirar para otro lado.
Sólo un par de días después, el 11 de febrero, el robo y asesinato de Fátima, una pequeña de sólo 7 años, causó la plena indignación de las mujeres, aunque impactó en el ánimo de toda la sociedad, por lo aberrante y cruel del asesinato. Ante ese evento, diversos colectivos de mujeres, pusieron en el ánimo de los mexicanos la necesidad de provocar una reacción de los gobiernos ante esos sucesos, que, de tan cotidianos, parecían estarse volviendo parte de la normalidad nacional. Previamente, se organizaron marchas hacia el Palacio Nacional, en ese horario de la mañanera, en la inteligencia de que el presidente López, tan pagado de sí mismo, y presumiblemente, el responsable de provocar el ”cambio verdadero” sería sensible al tema. Pues no fue así. Lejos de entender lo que las mujeres le estaban planteando afuera de la Puerta Mariana (que sobra decir fue grafitada con consignas alusiva a la inseguridad y violencia contra las féminas), el presidente López les llamó a la cordura, y les solicitó que “no pintaran los muros ni las puertas.” Resultado, creció la indignación y molestia de las manifestantes, que poco a poco, fueron construyendo una respuesta más drástica y de mayor envergadura, para provocar la reacción del gobierno morenista, particularmente el federal y el de la Ciudad de México.
Los colectivos de mujeres, particularmente, de los feministas, empezaron a hablar de una gran marcha por la seguridad de las mujeres, de no más feminicidios, de no más Ingrid ni Fátimas. La reacción de López, otra vez, con su indolencia, ya característica, censuró las iniciativas, a partir de la evasión de su responsabilidad como gobierno, de atender las necesidades y demandas de las mujeres del país que presume gobernar a partir de su propuesta de “Cuarta Transformación”. Sermoneó en las mañaneras siguientes, que el “problema de fondo”, era la descomposición moral de la sociedad debido a las perversas maneras de un “neoliberalismo” corruptor, y que él, López, estaba combatiendo con su lucha contra la corrupción. Negado pues a la realidad, a los datos duros de su propio Sistema Nacional de Seguridad. Sólo en enero de 2020, ya se habían realizado 73 feminicidios, de entre 2,892 asesinatos, según datos publicados por la revista Expansión del 20 de febrero.
Y a todo esto, la Cuarta Transformación ¿qué ha hecho? Pues nada más desde su formal llegada desde el 1 de diciembre de 2018, como dice el periodista Horacio Jiménez de El Universal, el morenismo hecho gobierno le ha metido tijera a por lo menos 20 programas de apoyo para las mujeres en México. En los Presupuestos para los programas para apoyar a las mujeres, entre 2019 y 2020, le redujeron alrededor de 2 mil millones de pesos. De esos 20 programas, cancelaron definitivamente 9, con los argumentos del combate a la corrupción o la sobada argumentación de la “austeridad republicana”, el hecho es que estas decisiones han afectado programas como el de las estancias infantiles, la cancelación de programas de apoyo contra la violencia contra las mujeres, las programas de salud como el de la atención del cáncer de mama, el de inclusión y equidad educativa, vamos, hasta programas de promoción y respeto de los derechos humanos de las mujeres.
Y sí, la Cuarta Transformación, confundida, por no decir perdida, de pronto se encontró con su némesis, y se impulsó con mucha fuerza la propuesta de “Un Día sin Mujeres”, programada para el próximo lunes 9 de marzo, que llama a las mujeres a mostrarle al país que sería de él, sí ellas se deciden a detenerse: ni una mujer al trabajo, ni a la escuela, ni a los mercados, ni a la fábrica, ni al comercio, ni…
Obviamente, López recurrió a su gastada perorata de que los grupos de derecha, los conservadores, están impulsando este movimiento para atacarlo a él. Como si todo en este país girara en torno a su persona; hace mutis respecto a su responsabilidad como jefe del ejecutivo (así con minúsculas), a su apatía e insensibilidad al tema de miles de muertes de mexicanas y mexicanos en su gestión. No de los “otros”, de él.
En su enorme ego, descalifica la capacidad e importancia de la organización de las mujeres de México, que, además, han logrado tejer una red de simpatías y adhesiones a su movimiento en todos los ámbitos.
La 4T tiembla en su confusión.