El presidente López es un personaje de la vida pública de México hace 19 meses irrumpió de manera contundente en el devenir del país, y por supuesto, en el de todos los mexicanos, simpatizantes de su oferta electoral de aquél ya cada vez más lejano 2018, o francamente contrarios a ella, y que, desde entonces, nos impone su particularísimo estilo de gobernar. Aparentemente, el presidente es un hombre sencillo, campechano, dicharachero. Conoce muy bien el espacio en el que, al grueso de los mexicanos, les gusta transitar. Conoce sus enojos y molestias, y la forma en que hay que hacer referencia a ellos, y decirles: “yo te entiendo, y soy tú presidente.”
Es un hábil comunicador y provocador de ánimos y contra ánimos, identificó muy bien, desde su campaña en el 18, de que era fundamental dividir a los mexicanos, y se encargó de construir los epítetos adecuados y pertinentes para tal propósito: conservadores, fifís, neoliberales, mafia en el poder, prianistas, moralmente derrotados, por un lado; pueblo bueno, pueblo sabio, transformadores, patriotas, por el otro. Una vez separado a la sociedad mexicana, a la ciudadanía, entonces actúa, decide, piensa. En ese orden, sí.
Ya sabemos hasta la saciedad la historia de estos primeros catorce meses de gobierno, y su intenso desensamblar de las estructuras e instituciones del país, para ir acomodando sus iniciativas, sus ideas. ¿Y la Ley? No, no importa. Ya en alguna ocasión el mismo se puso en la disyuntiva y la resolvió a su estilo: “…entre legalidad y justicia, prefiero la justicia.” Así nomás, ni se la pensó. Él mismo habla muy seguido de que su gobierno está basado en una renovación ética de la vida pública, de una “purificación”, independientemente de lo que eso signifique. Para el presidente López, su propia interpretación y personal significado basta, y le debe bastar a la ciudadanía, a la opinión pública, vamos, a todos.
Algún columnista señaló que los fines de semana se estaban volviendo críticos para la vida nacional, ya que, ante la ausencia de las famosas mañaneras, López andaba prácticamente suelto, a su libre albedrío, haciendo y deshaciendo con las políticas públicas y los programas de gobierno, lo que se le pone. Sin embargo, las mañaneras siguen siendo la corona de su gestión al mando del Poder Ejecutivo nacional. Como podemos ignorar la chunga en que se volvió la famosa venta del avión presidencial, el “José María Morelos y Pavón”, avión que todos sabemos ya, a excepción del presidente, que no se puede vender, así que, López, un tanto condescendiente con la ignorante población mexicana, optó por organizarse una rifa a través de la Lotería Nacional. Otra vez, no, tampoco se puede rifar el bendito avión, entonces, va rifando el valor del avión, pero, ¿de dónde saldrá el dinero para ello? Pues de una variante de la rifa: por una lado, el Fiscal General de la República, don Gertz Manero, entregó un cheque por 2 mil millones de pesos, de la devolución de recurso que malamente había sido entregado a manera de reintegro al Infonavit, por la cancelación de un contrato, que huelga decir, la devolución debió ser por la friolera de 5 mil millones de pesos, ¿dónde quedaron los otros 3 mil mdp? Esa es otra historia. Pero, esos recursos devueltos, no eran propiedad de la FGR, eran del Infonavit, que debió recibirlos a través de la Tesorería de la Federación ¿o no señor Arturo Herrera? Pues en esas estábamos, cuando zaz, estalla el tema del feminicidio a nivel nacional, tras el brutal asesinato de Ingrid Escamilla en la CdMx de la chiqueada Claudia Sheinbaum. Y el presidente López que se enoja, porque a su entender el asunto no es para tanto, que lo que pasa es que los conservadores están haciendo un escándalo para sabotear su rifa. Y así.
En ese mismo sentido, el presidente se organiza una cena tamalera, por eso de la austeridad, con una centena de billetudos empresarios, de esos que han robado al pueblo históricamente, y les pasa el cobro del derecho de piso por contar con su RFC y seguir operando, y dando empleos, y pagando impuestos, y manteniendo el crecimiento económico, y… pues nada, que voluntariamente, les sacó 1500 mdp… Así nomás, la cuota baja era de 20 mdp por cabeza… La lógica de todo esto, sólo la conoce el propio López, en su extraña mente transformadora. Los mexicanos, del 1º de diciembre de 2018 a la fecha, aún no sabemos bien a bien qué, ni cómo, quiere transformar de México. Lo único a la vista es qué, la primera etapa de su transformación, es la demolición sistemática de las instituciones, y de el entramado legal del país.
A todo esto, el líder de la 4T, se la pasa hablando de su lucha contra la corrupción, y la venía sustentando en frases moralinas, hasta el anuncio de la detención de el exdirector General de PEMEX en Málaga, España, Emilio Lozoya, misma que habrá de resolverse en la extradición del exfuncionario peñista en un futuro inmediato. Asimismo, valdría la pena dar seguimiento a la declaración de la Secretaría de la Función Pública, referente al descubrimiento de anomalías de más de medio billón de pesos de la administración de Enrique Peña Nieto. Todos atentos a su estrategia de investigación, que esperemos sea más acuciosa que la llevada a cabo con el señor Manuel Bartlett, porque, sí es así, estamos.
Cerrando la semana, el presidente López, reafirma su estrategia de la lucha contra la inseguridad en el país, en un evento de entrega de un cuartel de la Guardia Nacional, en Tepatitlán, Jalisco, señalando que está convencido de que es más efectiva la determinación de “hacer el bien sin mirar a quién”, como señala la sabiduría de los antecesores, promoviendo una “renovación y purificación de la vida pública.”
Es por demás que las mentiras piadosas, son parte importante del discurso político y de propaganda de la 4T y su jefe.