Hijos de su pinche ¿madre?/ Análisis de lo cotidiano  - LJA Aguascalientes
29/03/2023

En todo el mundo el insulto más grave que un hombre puede proferir a otra persona cualquiera que sea su sexo, consiste en mencionar palabras ofensivas sobre su madre. En castellano tenemos una variedad de términos que vienen a ser lo mismo desde el clásico hijo de puta, al hijueputa o hideputa que son apócopes. Y en México creamos los regionalismos que ya se usan también en varios países centroamericanos que son el hijo de la chingada, o el chinga tu madre que ya fueron muy inteligentemente analizados por Octavio Paz en su “Laberinto de la Soledad” publicado en 1950 que significa lo mismo, hijo de mujer violada o puta. En los países anglosajones es lo mismo; el motherfucker o son of a bitch, son la traducción literal de los anteriores. Y así podríamos extendernos al italiano figlio de putana o al francés fil de putain. No queda ahí la cosa, en varios idiomas existe la opción de decir hijo de perra o de zorra para el mismo fin. Este comportamiento lo ha observado la humanidad a lo largo de la historia y de manera universal, en todos los países y todas las culturas. ¿Por qué nos extraña? Porque en el más estricto sentido de la psicología y la sociología, no se ajusta a la realidad. En todo el planeta la conducta de los hombres violentos, criminales y antisociales, es el resultado de una familia en la que no había un padre, o hubo un padre violento. Las cifras de la OMS no han cambiado desde que comenzaron a estudiarse estas acciones hace ya más de 50 años. Entre el 80 y el 90 % de las personas, sean hombres o mujeres que presentan una conducta violenta, tienen en sus antecedentes un padre agresivo. Los varones, sean padres, padrastros o cualquier otro integrante de la familia como hermanos, tíos, abuelos o hasta extraños pero que conviven en la casa, suelen ser los responsables de maltratos, abusos, violaciones y agresiones de todo tipo hacia las mujeres, hijos y demás parientes que más tarde desembocarán en comportamientos violentos. El pasado 25 de Mayo un hombre desarmado fue sometido por cuatro policías en la ciudad de Mineápolis. Uno de ellos, Dereck Chauvin le colocó la rodilla en el cuello y el provocó la muerte por asfixia. Dos de ellos tenían antecedentes por brutalidad policial. Y sabe Usted ¿Cómo fue la educación familiar que recibieron estos dos elementos? ¿Qué tipo de padres tuvieron? ¿Cómo fueron los conceptos de honor, orden, justicia y humanismo que recibieron de sus padres? A nadie se le había ocurrido preguntar por ello hasta que psicólogos de Amnistía Internacional decidieron indagar en los historiales de los agentes y encontraron antecedentes dramáticos de padres extremadamente violentos. La pregunta obligada es ¿Cómo es que personas con tales antecedentes son admitidas en los cuerpos de policía? ¿Cómo es posible que teniendo ya antecedentes de brutalidad policial, continuaran laborando como agentes de justicia? Son preguntas retóricas que no tendrán respuesta. En varias de las manifestaciones realizadas a todo lo largo y ancho de los Estados Unidos, varios de los participantes insultaron a Chauvin llamándole hijo de puta. Nunca nadie se preocupó en conocer la conducta de la señora. En cambio, el padre quien tiene una enorme responsabilidad en la conducta violenta de su hijo nunca fue mencionado. Tal parece que ya viene siendo tiempo de cambiar nuestro lenguaje, incluso el lenguaje insultante. Si a las personas con actitudes violentas, criminales o antisociales comenzamos a decirles “Hijo de tu pinche padre”. Quizás ni siquiera fuera insulto y pasara más bien como una descripción.


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